La Revolución Bolivariana se piensa y la oposición reflexiona

Considerar a “la rabia” como realidad ejecutora de “hechos históricos” es, en nuestra modesta opinión, un error conceptual cuando de Historia nos referimos; es decir, considerar que “la rabia” es fundamental para que se exprese “un hecho histórico” que conlleve hacia una sucesión de “hechos históricos” cuales a su vez nos definan una época y/o una etapa histórica es por demás un error conceptual-histórico. Bien en ese discurso no es  la rabia la que marca “hechos históricos” sino, sí se quiere encontrar alguna que otra razón, es “el odio” como podemos conocerlo en realidades históricas como, por ejemplo, la “Comuna de París” pero lo que nos consideramos importante no es “el odio” como motor contribuyente de la Historia sino las razones para que en un momento histórico ejemplificado se exprese “ese odio” en un proceso de desarrollo histórico ante realidades que podrían considerarse como inevitables en el marco del desarrollo de una sociedad dada. Nos referimos para ser directos y para las correspondientes precisiones requeridas en el marco de la filosofía de la Historia en lo que se ha denominado como “lucha de clases”.

Conversar sobre “lucha de clases” a la burguesía criolla es como nombrar “…la soga en casa del ahorcado…” porque la propia Historia Patria nos enseña, fehacientemente, los comportamientos de esos “señorones de cuna” que, cobardemente, se esconderían en las islas caribeñas para regresar e incitar rupturas valencianas para, de esa mejor manera, disfrutar los parabienes comerciales de la recién mal formada República; es decir, los desarrollos históricos posteriores bien analizados por aquellos historiadores positivistas, de toda lógica, expusieron sus propias aspiraciones de clase.

Pero ¿Qué es la lucha de clases? ¿Es un concepto exclusivo marxista? Tamaña osadía de considerar la “lucha de clases” como un concepto marxista lo cual es un error más que histórico, conceptual. Vayamos a la Historia para poder demostrar que “no todo lo que reluce es oro”. Cualquier caminar por la Historia de la Humanidad comenzamos a conocer como aquellos que no era de “sangre azul”, a decir, es decir, los burgueses gracias a los laburos que realizaban alcanzaron eso que denominan en economía como “acumulación” la cual les permitió, paulatinamente, “esposarse” con aquella clase feudal en perfecta decadencia desde los albores de Venecia, Génova, Londres, si, Londres, es decir, el Renacimiento que tuvo su Reforma. En Venezuela se desarrollaron paradigmas parecidos que debemos conceptualizar en sus propios momentos históricos ya que no podemos ni debemos comparar “peras con manzanas” porque por rigor debemos llamar a la honestidad intelectual.

Es decir, comparar aquellas realidades que se desarrollaron durante todo el siglo XIX en Venezuela para nada se asemejan a las realidades que se expresaron durante casi todo el siglo XX. Es decir, en el marco de la sociología, por solo mencionar una realidad, los comportamientos para nada fueron similares y/o parecidos por lo que debemos, en el marco del rigor académico, ser someramente serios. Es cierto que el caudillismo se expresó no solo en Venezuela sino en toda la América Latina con comportamientos similares que permiten su abstracción conceptual y obligan a la metodología apropiada para un serio análisis no solo socio-político sino geopolítico. En ese marco, las realidades que comenzaron a expresarse en la Venezuela gomecista deberían se analizadas en su contexto objetivo aún y considerando que se desarrollarían bajo los paradigmas del sistema capitalista aún y considerando que aquel sistema aún lo denominemos como una “economía rentista” con lo cual, es de rigor intelectual, tener que aceptar que esa realidad conceptual que significa estar inmersos en una “economía rentista” significa que el propio sistema capitalista venezolano es “chucuto”, por decir lo menos.

Pero vayamos a una realidad fáctica como lo fue el “4 de febrero” (1992). Entremos al trapo, para decirlo con mayor precisión, saquemos del tintero algunos hechos históricos. Es un error de análisis histórico considerar lo que José “Pepe” Rodríguez Iturbe califica como “asonada” cuando se refiere a aquella realidad del “4 de febrero”. ¿Hemos realizado un serio análisis de las interioridades de aquella manifestación nacionalista cual sería el “4 de febrero”? nos, consideramos que, hipócritamente, hemos dejado de precisar a todos los actores involucrados en aquel movimiento cívico-militar a pesar de todo el discurso que se ha venido expresando desde entonces y en aquellos momentos. ¿Desde cuando se conocían por la inteligencia los movimientos nacionalistas que buscaban exponer realidades objetivas de entrega del país a corrientes ideológicas cuales a su vez se encontraban enfrentadas buscando, en el marco del propio sistema capitalista criollo, obtener el trozo de la torta más sustanciosos porque sino porque en el transcurso del “Golpe de Abril” (2002) se presentaron en el Palacio de Miraflores dos (2) muy serios señores embajadores que buscaban imponer sus objetivos muy particulares de imperios?

Es decir, ¿hay diferencias sustanciales entre los objetivos civiles de los involucrados en aquel “4 de febrero” y aquel “11 de Abril”, ambos referidos?

Regresamos a la “lucha de clases”. En nuestro modesto entender, en ambos “hechos históricos” mencionados se presentan manifestaciones de “lucha de clases” pero con fundamentales e importantes diferencias que procedemos a describir para sus conocimientos y fines consiguientes.

En el “hecho histórico” del “4 de febrero”, arriba en mención, se exponen las contradicciones intra-clase social de la burguesía venezolana que se expresaban según se adscribieran a las tesis del neo-capitalismo global cuando lo nacional quedaba a expensas de los parabienes que requirieran los centros de poder del capitalismo mundial en el marco de un capitalismo global y/o capitalismo mundial. Es decir, Carlos Andrés Pérez representaba para los países del Tercer Mundo el paladín político que se adscribía a las políticas diseñadas tanto por el Fondo Monetario Internacional (FMI) como del Banco Mundial (BM) cuando ya entraba en perfecto declive el capitalismo por la lógica del desarrollo del sistema impuesto post-2da-Guerra-Mundial cuando se diseñaron e implementaron las tesis de Bretton-Woods. Estábamos viviendo “nuevos tiempos capitalistas”.

El sector de la burguesía criolla de corte nacionalista entraría en contrario a dichas políticas impuestas por los “nuevos tiempos” de aquel capitalismo globalizado quienes consideraban que “lo real-nacional” era lo fundamental para el desarrollo sostenido de un proyecto nacionalista. Es decir, en el “4 de febrero” se enfrentaron los dos (2) sub-conjuntos de la burguesía criolla, uno de ellos nacionalista y el otro “dependiente a la globalización”. Aquella realidad la podemos percibir en aquellos discursos expresados ante el Congreso Nacional de la República de Venezuela cuales, en tiempo record, nos referimos a los discursos, podemos percibir que la preocupación del sub-conjunto nacionalista que venía caminando desde los tiempos del “medinismo” se conjugaba con los herederos del bolivarianismo. Es decir, aquel bolivarianismo entraba en permanente contradicción con las tesis de sectores radicales de izquierda que, en el marco de sus supuestamente nuevas tesis buscaba imponer paradigmas que entrarían en permanente contradicción con las realidades histórico-objetivas del desarrollo nacional venezolano. Para precisar ciertos esquemas. Nos consideramos que aquel “bolivarianismo” suscribía más “el sushi” en contraposición a “la espaguetada”.

En el “hecho histórico” del “11 de abril” también se expresaron las contradicciones de clase, es decir, la “lucha de clases”, pero de corte y concepto profundamente diferentes a los inmediato expuestos. Analizar las contradicciones de clase que se expresaron y se expusieron tanto durante el proceso de preparación del “golpe de estado” del “11 de abril”, porque aquel “hecho histórico” si fue un “golpe de estado” a diferencia de la expresión político-militar del “4 de febrero” que, en nuestra visión y responsabilidad, se conocía que caminaría hacia el fracaso, como el analizar aquel akelarre que se exponía mundialmente al conocimiento público de quienes apoyaban, se solidarizaban, suscribían aquel “golpe de estado del 11 de abril del 2002” durante su permanencia en el Palacio de Miraflores concluimos, inmediatamente, que la expresión de “lucha de clases”, en nuestro entender, se expuso entre el sub-conjunto conformado por aquella burguesía criolla solidarizada por las clases medias nacionales y ciertos sectores militares quienes a su vez se encontraban enfrentados entre los grupos cercanos a la “Escuela de las Américas” versus “los franquistas” versus los sectores cívico-militar que se representaban tanto en los “bolivariano-nacionalistas” conjuntamente con la “neo-izquierda criolla”; es decir, considerar que el Gobierno del Comandante Chávez Frías en su primera etapa tuviera visos de estar sentado en paradigmas marxistas ha sido un error de las derechas no solo criollas sino también a lo ajeno-nacional; es decir, el “golpe de estado del 11 de abril” sustentó sus accionares no en la tan manida frase del “anti-comunismo” sino en una propuesta “capitalista-global-CAP” en sus dos (2) versiones: Washington versus Madrid como se demostraría en aquella cónclave secreta a “ocho manos” que se realizaría en el Despacho Presidencial del Palacio de Miraflores que tendría sus conclusiones cuando un agraciado militar, bruscamente, entraría para expresarle al “Breve don Pedro” que “…hay que trasladarse inmediatamente a Fuerte Tiuna…”. Fue el momento cuando el “golpe de abril del 11” alcanzaba “su sábado de Gloria”.

¿Cuándo fallaron tanto aquellas derechas criollas y cuándo falló Chávez Frías? Esta es la pregunta que en las actuales circunstancias se le debe buscar respuesta porque los tiempos de la “etapa Chávez Frías” han concluido y ha comenzado la “etapa Maduro Moros”. En primera instancia, aceptar que las derechas fallaron en su proceso de “golpe de estado” en aquella fecha del “11 de Abril” significa que “la salida” nunca tendrá su éxito más cuando lo real-fundamental que es “el petróleo” en “golpe petrolero” tuvo su éxito temporal; mientras que considerar que la “etapa Maduro Moros” es una realidad “de pies de barro” es demostrar, desde la visión de las derechas, un análisis “chucuto” de las realidades en evolución y perfectibilidad estructural venezolana en curso e inevitable.

Es decir, actualmente, no solo el sector militar nacionalista se ha consolidado tanto en lo teórico-militar como en lo “militar-ideológico-bolivariano” con fuertes incidencias con los contenidos de los discursos de Chávez Frías (que para nada tiene incidencia en la familia Chávez Frías), como, al tiempo, “las izquierdas” se han venido auto-criticando en su lógica evolución militante-ideológica con lo cual han asumido todas las enseñanzas de los previos fracasos políticos de tiempos pretéritos a pesar del “movimiento juvenil” en presencia. Es decir, no es solamente importante considerar la realidad del proceso de organización del PSUV lo que es lo real-fundamental por las objetivas y actuales debilidades de las UBCH motivadas por su corta realidad socio-política como tampoco es por las importantes debilidades de los componentes sociales que conforman el “Gran Polo Patriótico” debido a contradicciones no solo ideológicas sino de clase sino que la sociedad, aquella sociedad que salió aquel “13 de abril” es lo real-fundamental revolucionario porque se encuentra y está en permanente discusión y motivación en el marco de la “participación colectiva” que, en nuestro comprender, está muy por encima, militantemente, de todos los partidos políticos de la República Bolivariana de Venezuela considerándose, a si misma, parte fundamental de lo “cívico-militar” en evolución permanente.

 



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Miguel Ángel Del Pozo


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