No más por favor, usted no se me mueve y, para qué, si lo ha hecho mal
aquí que no pasará allá, me entiende ahora, porque usted es
inamovible, la revolución lo necesita, así pudo haberse expresado el
presidente Maduro en su sacudón de pensamiento interno antes de
actuar.
Y, a mi por qué me cambia si yo estaba en primera fila haciéndolo como
dios manda, mejor no podía ser con lo caro que está todo y el
contrabando en la frontera y hacia el Caribe en pleno apogeo. Eran
motivos que desconciertan al menos inteligente de los que somos
pensantes activos productivos fuera de Fedecámaras, pero también
caímos por la acción de la gravedad política que sin reacción de
entrega debió sentir algún ministro como un fogaje fuera de Fogade en
otros tiempos que los dólares se malgastaban o se perdían entre
maletines invisibles que la Fiscalía no los consigue.
A mí no me cambia ni me saca nadie del círculo ministerial en que unos
saltan y otros corren y el que menos camina con pasos decisivos desde
que comenzó el gobierno revolucionario del comandante y, era tal su
firmeza en el cargo que otros se iban o pasaban a otros cargos y él
enchufado por bien enroscado con el poder, pero como a todo cochino le
llega su día a él también le llegó y fácilmente pudieron darse cuenta
la cara que puso cuando lo anunciaron en su nuevo cargo y, no era para
menos porque a menos se fue y como dice la canción, Espérame en el
cielo corazón. Y ahora le sale viajar seguido.
El sacudón como tal fue más la bulla, ya que nadie quedó conforme con
tal expresión que le dio la vuelta al mundo con una inocencia sin
parangón que como rotación hubiera sido mejor término y, los gringos
no se hubieran salido del eje perpendicular de su agonía en agárrase
quién pueda que la ventolera es fuerte, pero a decir de inconformes ni
lo uno ni lo otro y, otra vez el desconsuelo y, para los capitalistas
que siempre viven alarmados no hubo remoción de nada al no haber
medidas económicas que le dieran más dólares para su bienestar.
La sensación que causó el asomo de tales medidas ha dado placidez de
críticas a otros que siempre están a la espera que el mundo chavista
se venga abajo y como no tienen algo bueno de que hablar se tiran de
inmediato en una pesadez de voces agoreras que hasta hacen reír a las
empobrecidas tristonas que en peculiaridades de Luis Chataing las
atormentó en sucesos precisos en que la furia de su voz se enrumbó en
un momento de felicidad al sacudirse el rotor lenguaraz de su buen
rato en la radio.
Otros más sinceros no durmieron la víspera por miedo al sacudón que
podía levantar un polvareda de contaminación y con razón agustiante se
desvelaron sin tormento al haber truenos sin relámpagos en unanoche
lampiña de tragos amargos y con ministros atormentados por el ruido
que los asustaba sin distracción al saber cabos sueltos en una
marejada libre de cambios.
Los ministros más servidores se quedaron, pero el problema está en
saber a quién mejor le sirven si al público o al Estado y como su
función siempre es la misma no estuvo mal remover algunos y dejar
quietos a otros que para algo servirán y como estamos en tiempos
difíciles no hay mal que por bien no venga ni oposicionista que no se
queje sin mucho alarde de pedir justicia.
Algunosministros salieron premiado que en vez de uno le corresponden
dos -uno grande y uno pequeño- y entre grande y pequeño tienen que
restraerse que el próximo sacundón no puede estar lejos si la dinámica
socialista a si lo exige, ya que las exigencias hacen del gobierno
drásticas resoluciones y, a la CEV, le atormenta un padre nuestro mal
rezado y ofende a nuestro señor quien obstruya deberes sagrados que de
eso se encarga la iglesia católica y el cardenal venezolano por rabia
excitante en prejuicio de los cristianos hará un sacudón de
beneplácito estricto sin la bendición a los chavistas por resabiados
y, como ellos los obispos están en concilio permanente y viviendo del
pan ajeno se distraen con recomendaciones medio fastidiosas.
Ministro que se fue ministro que no volverá y si sigue pensando como
ministro a lo mejor vive tranquilo y mejor con mejor óptica que antes
y, no le pesará su mala leche