La violencia política significa la utilización de la fuerza para imponer criterios políticos que no han logrado ser legitimados, esta violencia pretende siempre generar cambios en el sistema político, que si logran ser para beneficio de las mayorías, conduciría a su legitimación histórica o popular inmediata.
Desde la Revolución Francesa o nuestro proceso de independencia, hasta la rebelión militar del 4 de febrero de 1992, la violencia política ha sido justificada como un conjunto de acciones revolucionarias que tienen como objetivo mejorar las condiciones de vida de los pueblos, pero la violencia política que se genera sobre obscuros u ocultos intereses, como los campos de concentración nazis o el golpe de Estado del 11 de abril del 2002 en Venezuela, como acciones de violencia política tienen sus días contados porque jamás gozan de legitimidad.
La violencia política puede tener varios orígenes, legítimos o no, pero aquella que se origina por intereses económicos, políticos, de clase, racial o religioso de minorías, están destinadas al fracaso, si la contraparte objeto de la violencia política acude a la legítima defensa con el apoyo popular que lo respalda.
Hoy en Venezuela, en un evidente proceso de colombianización social y político, estamos entrando en una espiral vertiginosa de violencia política (recomiendo consultar la amplia bibliografía generada sobre la violencia política en Colombia). Desde las reiteradas denuncias de magnicidio, hasta la reciente muerte de actores políticos en situaciones aún no muy claras, e ineficientemente atendidas por la justicia, se genera una sensación de impunidad como consecuencia de la incertidumbre en la que se fundamentan los casos, que al final no quedan esclarecidos, permitiendo que la especulación y el morbo se apoderen de los espacios dejados por la desinformación ante ausencia de fuentes serias para acceder a los resultados de las investigaciones.
¿Violencia política o políticos violentados?, creo que hay suficientes razones para pensar en lo primero, aunque lo segundo puede estar presente, el problema es cuando se “partidiza” un evento de violencia política. La necesidad de superar la situación actual de la violencia política en Venezuela pasa por una transformación de nuestro sistema público de justicia y de los aparatos policiales de investigación. La superación del deterior moral, ético y administrativo de las instituciones responsables de velar por la justicia en nuestro país, es una deuda histórica de la revolución bolivariana.
Si a lo anterior sumamos una conducción política con ausencia de espíritu legitimador de sus acciones a través de la persuasión política, y una oposición conspirativa, que demostró su mayor capacidad de violencia política el 11, 12 y 13 de abril y que hoy ha convocado a una “salida” cruel y sangrienta, entonces podemos concluir que lamentablemente existe un caldo de cultivo idóneo para aquellos actores político-económicos que lo único que desean es ponerle los colmillos, cual vampiros, a nuestra renta petrolera, actores que pueden estar en uno y otro bando.
La polarización política, que sirvió mucho en el gobierno del Presidente Chávez, en especial después del golpe del 11, para demarcar claramente el rumbo que había decidido la mayoría del país, en el marco de la construcción del socialismo, hoy pareciera que no tiene la misma vigencia, por lo desdibujado de las diferencias de proyecto de los dos polos, y la perdida de liderazgo dentro de la polarización que oriente asertivamente la discusión. Sin embargo, pretender mantener una polarización forzada por las normativas electorales, estimula aún más que aquellos que favorecen la violencia política, en todas sus variante, busquen generar acciones que permitan pescar en río revuelto.
Más democracia, más participación, más transparencia, mejor comunicación, legitimación de las acciones políticas reales y no showseras, además de una lucha frontal contra la corrupción, la impunidad y el deterior de la ética política, son los elementos reactivos para un antídoto contra esta incipiente violencia política que hoy colma la preocupación de la mayoría de los venezolanos honestos.
Publicado originalmente en www.elestimulo.com