En Venezuela, frente a la clase media capitalista hambriada, que respondan
los sectores medios socialistas éticos del Siglo XXI.
Frente a una clase media completamente idiotizada y hambriada que históricamente se ubicó y se mantuvo en la administración pública, que premia la mediocridad y la ineficacia, hoy responden los sectores medios socialistas y revolucionarios.
Éticos
Nosotros NO nos identificamos como clase media, antes bien entendemos que formamos parte de los Sectores Medios, no por nuestra condición material, sino por nuestras convicciones políticas e ideológicas y nuestra postura ante la realidad.
Somos esencialmente bolivarianos de esta nueva era. Los socialistas somos emprendedores y productivos, técnicos y profesionales –muchas veces las dos cosas-, brillantes inventores creativos e innovadores, con Chávez nos convertimos en una clase altamente politizada y militante, somos contralores sociales protagónicos y participativos, ecologistas y emancipados, cuidamos la vida, los niños y niñas, los animales, las plantas y el medio ambiente.
Somos más inteligentes que confiados, más alegres que enajenados, más estudiosos que opinadores, más productivos que parásitos, más genuinos que falsificadores. Somos agentes de transformación, críticos y autocríticos, organizamos, hacemos trabajo voluntario, enseñamos lo que sabemos a los demás. Nos trasnochamos con frecuencia porque trabajamos y estudiamos al mismo tiempo para mejorar cada día.
Casi nunca tenemos tierras, ni haciendas, a veces ni salario, incluso muchos de nosotros aún esperamos para poder adquirir una vivienda propia, porque entendemos que a quien se le cayó su casa y está en una situación de vulnerabilidad social, es prioridad nacional pero estamos en total desacuerdo con los “damnificados de oficio” que están en todas las listas y trafican con las viviendas.
El “Hambriado”
El hambriado es un término que en Venezuela expresa cierta condición baja y ruin en un ser humano: tener un espíritu miserable que no se sacia con ninguna medida, aún en medio de la abundancia. No tiene nada que ver con la pobreza material, sino que denota una profunda pobreza espiritual. Estamos ante el “hombre nuevo” que creó el capitalismo: un ser egoísta, envidioso, traidor, que no confía en el proceso de la vida y cuya medianía moral es expresión de los antivalores del capitalismo. Ignora que ha sido manipulado desde antes de nacer, piensa que es original y nunca se percató de que lo que siente, piensa, prefiere y hace se preparó desde principios del siglo XX y se emplea para el control mental de las masas: La Doctrina del Shock, creada para hacer que el pueblo estadounidense entrara en la I Guerra Mundial durante la administración de Woodrow Wilson. También en nuestros países este instrumento vil de la barbarie capitalista, ha moldeado desde entonces la vida urbana, especialmente entre gente con grado universitario e ingreso medio, principal blanco de ataque por ser justamente la clase con potencial para desarrollar a su país.
El hambriado es vanidoso, hedonista, codicioso; tiene miedo a los malandros pero se vuelve corrupto apenas tiene la oportunidad; piensa sólo en sí mismo y en su corto entorno; evade impuestos y si los paga se enoja por pagarlos; es un “realista pragmático” que vive dentro del sistema, lo refuerza y escala socialmente a costa de transgredir la sana convivencia social; piensa que el bienestar significa tener mucho dinero y lucha por tener grandes murallas que lo protejan; desea ¡mucha riqueza! ¡Billetes! ¡Dinero! Algo en su corazoncito se agita cuando escucha cifras; se jacta de lo que tiene, pero desea tener más y más de lo que ya tiene, además cree que los demás le quieren quitar lo que tiene, este ser cree que es feliz porque tiene cosas y no las disfruta porque invierte mucho tiempo en pagar o en evadir pagarlo todo.
El hambriado desea un Penth House en el este de Caracas o en cualquier zona rica del país; se gasta el presupuesto familiar en la apariencia del cabello y las uñas; prefiere el avión y los hoteles 5 estrellas y si maneja para recorrer el país, quiere demostrar el gran motor que tiene su carro y jactarse de cuánto le costó; no le importa mucho el medio ambiente y bota la basura en cualquier lugar.
El hambriado come aunque no tenga hambre, pero también puede sacrificar una buena alimentación por el pago de deudas y el mantenimiento de las apariencias, cuando no lo hace así, prefiere la feria de comida chatarra de un centro comercial “nice”. Adora un mall con luces de neón y aspecto mayamero, compra sus regalos en una tienda que parezca de todo menos venezolana y vive estresado con deudas que le llegan al cuello con tal de tener un objeto material, no importa si este es un celular, un carro, un mueble lujoso o cualquier otra cosa fútil; sale orgulloso del automercado porque sus bolsas indican que gastó mucho dinero
El hambriado cree que estudiando una carrera automáticamente lo sabe todo y estudia como forma de ascenso social para “ser alguien en la vida”; compra la nota en la universidad y paga profesores corruptos para que les pasen las materias; después de graduarse no quiere volver al barrio, aspira obtener un contrato o una gerencia y se conforma con un puesto de trabajo como medio para satisfacer únicamente sus propios fines personales, sin importarle el daño que pueda estar haciendo a otros con un trabajo sin calidad e irresponsable. Se puede mantener en un empleo por mucho tiempo sólo con ser adulante y mediocre, pero solo donde les sea más cómodo con tal de ganar más dinero.
Los hambriados se enojan porque “nada sirve en este país” y tampoco contribuyen a hacer que algo sirva; desean vivir en el extranjero porque “allá todo funciona”. Ante cualquier cambio el hambriado opone resistencia, muestra apatía e indiferencia, no ofrece resultados y abunda en explicaciones sobre porque no ha funcionado nada que lo que hizo durante el último año; cree que es rico o burgués sólo porque lo desea y compra dólares en el mercado negro cuando está bien caro -tal parece que no sabe que forma parte del 80% de gente que no tiene capital-; se siente solo, se aísla y egoíza su mundo tras murallas, rejas y blindajes; cede ante la extorsión porque cree que está solo y que el dinero lo puede proteger.
El hambriado tiene que obtener beneficios a toda costa, es un aprovechador, se corrompe por un paquete de harina, matraquea, cobra comisión, vende el puesto en la cola, se presta a la corrupción y se hace cómplice, se colea descaradamente, hace trampa, hace papel toilet de las leyes, se mete “a la cañona” al principio de la fila y odia las colas porque quiere ser atendido antes que nadie; trafica con las influencias, obtiene créditos y evita multas “pagando vacuna”.
El hambriado se une a otra persona o se separa de ella si le conviene materialmente y solo ama cuando la otra persona tiene algo que le interesa; hace amigos para obtener favores y hacer negocios; un hombre será valioso si tiene dinero, una mujer será valiosa si la puedes explotar, los hijos son un gasto, la escuela un depósito de niños con horario indefinido; pregúntale si conoce a sus hijos, cómo trata a los animales, cómo trata a las plantas y al medio ambiente; trata con palabras falsas y edulcoradas a los demás para obtener de ellos algún favor; se bandea en los extremos de la homofobia y del libertinaje (ambos negativos); cree que nunca va a envejecer, así que no siente nada cuando ve a los viejitos haciendo cola de pie esperando por la pensión y cuando se divierte, baila hasta donde le dure el dinero, la colonia y le permitan los zapatos nuevos.
Los sectores medios socialistas
No sentimos miedo porque sabemos que somos millones y que si somos millones no nos puede reducir una minoría violenta, pensamos EN colectivo y COMO colectivo y sabemos que el bienestar general está comprometido en la movilización de todos en la defensa de los intereses de las masas, por eso creemos en la inclusión, en la paz, en la democracia, en la participación, en la corresponsabilidad.
Nuestro propósito es transformar este mundo injusto con calidad humana, con eficiencia y conciencia en todo lo que hacemos, ofrecemos resultados, proponemos soluciones; no pagamos vacunas ni mojamos manos ni nos dejamos matraquear; creemos en el orden, somos honestos, respetamos las leyes y damos paso con frecuencia.
Quienes somos socialistas éticos, queremos que en nuestro país la experiencia, los estudios y la voluntad de trabajo sean suficientes para tener los medios de obtener lo necesario y lo suficiente para vivir con dignidad; trabajamos para sostenernos y como forma de aporte social al bienestar común; no siempre obtenemos créditos porque no tenemos nada que dar en garantía; hacemos cola porque respetamos a los demás y creemos que todos debemos ser atendidos oportunamente; pagamos impuestos con alegría, somos solidarios y compartimos lo que tenemos así sea poco.
Los socialistas trabajamos por una alimentación sana, identitaria, original, para todos; deseamos vivir una vida natural, ecológicamente sustentable y ser libres de producir lo que nuestro talento nos permita; usamos el dinero no para acumularlo sino para nuestra educación y sano esparcimiento; deseamos conocer el país en toda su hermosa extensión, si tomamos un carro para recorrerlo, queremos conocer a la gente, saber cómo vive y los lugares donde se desarrolla la vida del campesino; cuando logramos tener un carro, es para ir a conocer sitios hermosos, darle entretenimiento a la familia, resolver asuntos cotidianos, ayudar al que se pueda y darle la cola a los vecinos; botamos la basura donde se debe o la llevamos encima hasta conseguir dónde hacerlo.
Los revolucionarios tratamos con palabras de amor a los demás para disfrutar de los momentos alegres y acompañarnos solidariamente por la vida; entendemos la sexodiversidad y trabajamos por el respeto a los derechos humanos de TODOS Y TODAS; entendemos que hay que crear servicios especiales para atender a la población que está en una situación especial; pensamos en una carrera universitaria como un paso inicial en la vida, donde el estudio es una constante y estudiamos porque deseamos aprender; somos unos locos afables que creemos que un mundo mejor es posible y deseamos justicia social; sabemos que somos asalariados aunque nuestro salario llegue a ser alto; tenemos por credo al de Aquiles Nazoa; respiramos, meditamos, crecemos y amamos en nuestro jardín interno, amamos porque sentimos amor y verdadera amistad; queremos vivir de lo que amamos hacer, nos gusta compartir, creemos que todos podemos vivir con dignidad; somos felices con nuestra identidad.
Un hombre será valioso si tiene corazón, una mujer será valiosa sólo por ser mujer y por ser con ello el pilar fundamental de la sociedad, los hijos son unos grandes maestros que vinieron a enseñarnos a vivir y a superar nuestras contradicciones y vulnerabilidades, la escuela es el lugar donde quisiéramos que se cumplan nuestros sueños de que los hijos aprendan las bases de un conocimiento útil para la vida y transiten felizmente los días de su infancia.
Los socialistas éticos trabajamos donde sea con tal de ser útiles a la humanidad, amamos un mercado popular lleno de colores y alegría, trabajamos para que las cosas funcionen de acuerdo con los altos fines del pueblo; salimos contentos del Mercal con las bolsas llenas de alimentos; deseamos intensamente vivir en nuestro país, cualquier paraje de esta hermosa tierra nos hace profundamente felices; nuestra forma de ganarnos la vida es producir algo más que especular con el trabajo de los demás; comemos con apetito lo suficiente para estar satisfechos; nos unimos a otra persona si existe un amor real y nos separamos cuando ya no está el sentimiento; nuestros mejores regalos no se pueden encontrar en una tienda porque son de las manos y del corazón y en cuanto al baile… ¡pues bailamos hasta el final de la fiesta!
¡Que viva la dignidad del pueblo bolivariano!