En este texto se pretende abordar, grosso modo, algunas de las contradicciones más flagrantes del mundo actual como sistema-mundo capitalista y en Venezuela, donde a partir de la gestión de Chávez se iniciaron un conjunto de transformaciones que aún no cuajan, sino que la tradición del viejo sistema-mundo capitalista continúa tanto en las relaciones sociales generales y objetivas de la economía y la política, como en el plano subjetivo y las preferencias éticas y estéticas.
En tanto que estructura económica, política, social y cultural dominante en la modernidad, el capitalismo campea, sólo los funcionarios vociferan la existencia de una revolución en la que la mayoría de ellos no cree, por cierto; pero también es un mundo en general y en Venezuela en Particular, donde también se asoman otras alternativas de relacionamiento hombre-naturaleza y con otros hombres en sus creaciones culturales y con sus tecnologías sociales.
Esto es, la postulación de nuevas formaciones sociales y modos de vida, sistemas de producción con economías equivalentes y comercio justo; cuestión en la se detuvo el comandante Hugo Chávez desde aquella cumbre de Seatle hasta el Plan de la Patria, o al modo de lo que Cortazar (1970) en su cuento “Continuidad de los parques” da en llamar: “… las ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y senderos furtivos” (en: Ceremonias. 1970 p. 12).
En efecto, el horizonte de futuro de los humanismos utópicos, materialistas o religiosos, con sus filosofías optimistas o los estudios de prospectiva fundamentados en los aportes de las ciencias sociales, principalmente la filosofía de la cultura y los estudios culturales, ya que de acuerdo con Kung (1977, “Ser cristiano”) y Francés (1989) la aproximación al trazado de “un sueño posible para Venezuela” y todo el “universo-mundo” (o de la humanidad toda, en términos de “agenciar” los distingos de una nueva civilización) pasan por denunciar la contradicciones del mundo que impone numerosas sujeciones y obliga a los trabajadores, sobre todo, a renunciar a derechos humanos fundamentales ( Marcuse y Morin, 1971, en “La nueva imagen del hombre”, p. 38).
Las conclusiones que se puedan extraer de las anteriores proposiciones están en relación al tipo de hermenéutica que se pueda hacer y la crítica abierta de muchos aspectos en los que se requiere profundizar más allá de la cosmética de las ideologías acomodaticias y arbitrarias, con su repertorio de mínima dogmática que, antes que abrir, nublan el entendimiento y la práctica consecuente del legado de Chávez; de donde se tiene que no es este un ejercicio vacuo, propio de diletantes en tertulias de café. Sino parte de una actividad militante.
La metodología empleada en este escrito guarda relación con los estudios de naturaleza documental sobre un tema teórico, acerca del que se reflexiona fundamentado en el manejo de un cuerpo de información expos facto, esto es: la selección de un repertorio biblo-hemerográfico, documental y/o testimonial ( Manual de trabajos de grado…Upel, 2006); y la complementación, ampliación del conocimiento existente al respecto o también puede ser que haya una complementación o ruptura a que se pueda arribar en las consideraciones finales va a depender de la perspectiva filosófica que se asuma, aún a sabiendas como recuerda Gadamer (1999, “¿Quién soy yo y quién eres tú?) que en “…la osada empresa de nuestra comprensión, sólo constataría que aún falta mucho camino por recorrer para comprender lo suficiente” (p. 151).
En este caso, se parte de una posición antrópica (Francisco Zambrano, dixit), en el sentido de que se asume la perspectiva de la antropología pragmática en el marco del racionalismo crítico para luego incursionar en el ámbito de la historia actual, en la “borden line” de la relación presente-pasado; apoyados en los métodos de la historia como como ciencia y de la filosofía, en tanto disciplina rigurosa cuyas proposiciones se ubican por encima de la mera lógica formal y avanzan hacia las demostraciones de los hechos sociales y sus interpretaciones, en consonancia con “la rectitud científica” (Kung, 1977, op cit., p. 25).
La asunción de esta perspectiva, en lo personal, obedece al consenso a que se arribó luego de algunas consultan realizadas a colegas de reconocida experticia en el campo de las ciencias sociales y la filosofía, quienes coincidieron al menos en dos aspectos fundamentales (a) que para abordar asuntos como el que ocupa convenía hacerlo desde algunos clásicos de la teoría crítica (Ricardo Galindez, Henri Montero, Corteza Galindez) y (b) que los clásicos del marxismo-leninismo estaban bien pero que sin embargo cualquier otro autor contemporáneo y actual puede ser útil a los efectos del presente ensayo, a condición de que se asumiera una hermenéutica filosófica rigurosa (Francisco R. Zambrano Cano); colegas a quienes quien esto escribe agradece sus aportes.
Tanto como a otro grupo que animaron la discusión con el humor propio de los guasones, recomendando que leyera a Nostradamus o al historiador Manuel Caballero (1932-2010), por aquello de las profecías auto cumplidas o que si la historia enseña algo es que no enseña nada, negando a Cicerón cuando afirma que “La historia magistra vitae est testi temporum”, “La historia es maestra de la vida y testigo de los siglos”, (en: latin.dechile.net/?Ciceron=21). Y cada persona y sociedad en su tiempo debe capear los temporales como una experiencia única e intrnasferible, ya que como señala Marc Bloch (1986, “Apología de la historia o el oficio del historiador”) las personas se parecen más a su tiempo que a sus padres.
Ergo, siempre hay que actualizar la interpretación elaborada del pasad en la coyuntura actual, pues la acción de las generaciones adultas sobre las más jóvenes de que habla Durkheim (1977, “Educación y sociología”), en tanto que parte del proceso de socialización, no siempre alcanza a penetrar las conciencias como se desearía; y la validez de los meta relatos en general suele ser limitada, ya que el conocimiento es históricamente situado, pues al final, es siempre una apuesta fenomenológica, cual vuelve a decir Gadamer (ob cit):
“¿Qué será lo opuesto a fenomenológico? ¿Qué las palabras son sólo palabras? ¿O que no se debe pensar nada ante las palabras aisladas, pero no respecto a la unidad de sentido del poema? Habrá que contestar diciendo que las palabras nunca tienen sentido por sí solas y que sólo mediante su tal vez múltiple significado constituyen ese sentido único que, en los múltiples lazos de las líneas de sentido que vibran al mismo tiempo, mediante sin embargo la unidad del conjunto del texto del discurso” (p. 150).
Las nuevas generaciones pueden recrear tales discursos porque no siempre les satisface en su contexto de vida, tanto en su dimensión descriptiva como axiológica y teleológica, por eso Caballero (2007, “La peste militar. Escritos polémicos 1992-2007) acota, burla burlando, que si la historia enseña algo es que no enseña nada y cada generación ha de habérsela con la historia-acontecimiento y la historia-conocimiento, reinterpretar el pasado en función de la inquietudes del presente, porque “La conciencia nacional es ante todo una conciencia histórica”, (P. 12).
Pero eso no niega los grandes relatos no tengan validez general, sino que hay que reubicarlos en la perspectiva del presente, con sus “rasgos apofánticos” o proposiciones que contienen ciertas verdades; pero que “L comprensión más precisa puede ser limitada y aproximada…”, (Gadamer, 1999, p. 152) dado el estado del arte de las ciencias humanas y sociales actuales puede ser eventualmente complementados, ampliados o hacer rupturas en el bosquejo del pensamiento de lo social, contenido en cierta literatura especializada y “traducida” en el lenguaje de quienes, parafraseando a Horkheimer, se pudiera llamar realizan un diagnóstico de nuestro tiempo.
Con su dialéctica negativa Horkheimer ofrece una mirada no contemplativa de la acción social e inaugura de esa suerte la denuncia de la insensatez de la razón instrumental, donde en sus palabras “…todos nuestros inventos y todo nuestro progreso” parecen desembocar en la contradicción flagrante que describe la imposibilidad de la realización de la libertad propuesta por Hegel y la felicidad plena del hombre que entraña la idea de progreso y modernidad; o de la paz perpetua de Kant; produciéndose una contradicción en los términos entre “el sujeto que contempla y la verdad contemplada”, ya que ello debía estar mediada por la experiencia; de donde se tiene que la respuesta a las preguntas últimas del hombre se hallan no en la metafísica o dogmas religiosos sino en la práctica histórica, ya que la relación teoría-praxis constituye una de las aporías o contradicciones irresolubles de mayor calado, tanto en plano individual como societal.
Ese aspecto aporético deviene de que las metas e ideales que imponen las generaciones adultas, que se suponen realizadas, tanto en términos de tener cubiertas las necesidades básicas y existenciales, según la teoría de Maslow, como en el establecimiento de ciertas cotas muy altas según las medidas de las élites mundiales, con morales efectivas o efectivamente practicadas, cuya superación exigen esfuerzos físicos o ascéticos bastante exigentes; y que al no lograrse generan frustración. Al respecto Sánchez (2007) analiza que:
“Vivimos en la contradicción, nuestros valores morales están muy arriba de nuestra posibilidad de llevarlos a cabo. No hay nada más crudo que te díganlo que se encuentra detrás de la cotidianidad. Muchas ONGs, colectivos de artistas y activistas se encargan de recordarnos quiénes producen las telas de nuestra ropa, los transgénicos de nuestra comida y las marcas que deseamos. La decisión de cambio es individual, el buen salvaje no existe no existe, tampoco hay un afuera del capitalismo, lo que sí permiten este tipo de acciones es una consecuencia sobre el consumo y la forma de vida que llevamos. Dentro de este flujo se encuentran las ilustraciones del artista español Luís Quiles”; así, una de sus caricaturas es un hombre en el estadio del Real Madrid en cuyo cuerpo lleva tatuados los logotipos de todas las marcas más sobresalientes de las corporaciones mundiales: Mcdonals, C: K:; Siemen, Adidas, entre otras y muestra una mirada “vacía” e igualmente presenta a una mujer con múltiples brazos que sostienen sendos celulares para estar conectada a las diversas redes sociales y cuya interpretación es que de esa manera muestra al ser humano alienado o enajnado.
Véase, pues, cómo puede expresarse tanto en un registro utópico como en lo concreto lo que se viene señalando en este aparte metodológico, escrito no para aburrir al posible lector sino para advertir la vista desde el punto de donde se mira, acotando con ello tanto las posibilidades como las limitaciones, en atención a que uno de los aspectos fundamentales de la historia como proceso social es el cambio, lo cual se expresa tanto en el horizonte del paisaje, la demografía, la economía o los mecanismos de los intercambios simbólicos de la cultura (Santana Pérez, 2013, p. 235).
II
Cortazar (1970) en su cuento “Las armas secretas” recogido en la obra “Ceremonias” ofrece unas metáforas luminosas para la aproximación a la noción principal que ocupa, a saber, mundo contradictorio y multiforme, véase:
“El mundo se asemeja a un cilindro de caucho que cabe en la mano; girando apenas a la derecha, todos los árboles son de un solo árbol tendido a la vera del camino; entonces se hace girar una nada a la izquierda, el gigante verde se deshace en cientos de álamos que corren hacia atrás, las torres de alta tensión avanzan pausadamente, una a una, la marcha es una cadencia feliz en la que ya pueden entrar las palabras, jirones de imágenes que no son las de la ruta, el cilindro de caucho gira a la derecha, el sonido sube y sube, una cuerda de sonido se tiende insoportablemente, pero ya no se piensa más, todo es máquina, cuerpo pegado a la máquina y viento en la cara como un olvido…”.
La cita de Julio Cortazar (1914-1984) pudiera considerarse una metáfora de las diversas perspectivas de la que pudiera valerse el investigador que se detiene en las contradicciones del mundo desde un prisma epistemológico cuyos ases vendrían a reflejar los diversos colores o jirones de imágenes que reportan su ruta investigativa; pero, a veces, como reza el dicho, el árbol ideológico no deja ver el bosque, ya que se vive, por así decir, con el cuerpo y la mente pegada a las máquinas de la modernidad, a un “presentismo” donde antes que hacer florecer el espíritu lo marchitan y empequeñecen. Flagrante contradicción ya en sí mismo es un abismo.
Cortazar (op cit) ilustra tal contradicción, precisamente, de la siguiente manera:
“El domingo al levantarme oí que mamá hablaba por el alambrado con el señor Negri. Me acerqué a decir buen día y el señor Negri estaba diciéndole a mamá que en el cantero de las lechugas donde salía el humo el día que probamos la máquina, todas las lechugas se estaban marchitando. Mamá le dijo que era muy raro porque en el prospecto decía que el humo no era dañino para las plantas, y el señor Nefri le contestó que no hay que fiarse de los prospectos, que lo mismo es con los remedios que cuando uno lee el prospecto se va a curar de todo y después a lo mejor acaba entre cuatro velas…” (“Los venenos”, en op cit., p. 31-32).
El mundo entendido como red extensa o de la historia natural o red de pensamiento, propuesta por Descartes en su “Discurso del método” (trad., 1970) y susceptibles de ser conocidos por medio de la razón, que en sus palabras es un recurso parejamente todos creen tener muy bien distribuido:
“En lo cual no es verosímil que todos se engañen, sino más bien esto demuestra que la facultad de juzgar y distinguir lo verdadero de lo falso, que es propiamente lo que llamamos buen sentido o razón, es naturalmente igual en todos los hombres; y por tanto, que la diversidad de nuestras opiniones no proviene de que unos sean más razonables que otros, sino tan sólo de que dirigimos nuestros pensamientos por derroteros diferentes y no consideramos las mismas cosas. No basta, en efecto, tener el ingenio bueno; lo principal es aplicarlo bien. Las almas más grandes son capaces de los mayores vicios, como de las mayores virtudes; y los que andan muy despacio pueden llegar mucho más lejos, si van siempre por el camino recto, que los que corren, pero se apartan de él” (p. 49).
El mundo, entendido como todo lo real dado físico y social, se rige por leyes que de común están ocultas y que es preciso descubrir, poner en evidencia; porque revelan las estructuras fundantes de la dinámica propia de los elementos; todo lo cual ha dado lugar en el campo de las ciencias sociales, a la economía política, la filosofía de la historia y los estudios culturales c cuyo objeto de estudio es el hombre en sentido colectivo, autor de su historia, “hacedor” o también su “destructor”.
En ese sentido, Marx (Trad., 1975) en su obra “El dieciocho brumario de Luís Bonaparte” establece un criterio que demuestra lo que Zambrano, citado de memoria páginas atrás da en llamar “postura antrópica”, esto es, una reflexión sobre la acción de los hombres en el tiempo (Bloch, 1986, dixit) que permite establecer las contradicciones típicas de los sistemas sociales y que en Marx a la letra dice:
“Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre albedrío, bajo circunstancias elegidos por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y transmite el pasado. La tradición de todas las generaciones muertes oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos”, (p. 15), de tal suerte que las contradicciones del pasado, muchas veces son similares a las de hoy, en ese sentido recuerda que: “Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal se reproducen, como si dijéramos, dos veces. Pero olvidó agregar: una vez como tragedia y otra vez como farsa”… (Ídem).
Pero, con todo lo dicho hasta aquí a modo de advertencia metodológica, previa a la reconstrucción histórica del “alojamiento donde uno habita”, (Descartes, 1970, p. 43), con el acopio de los materiales necesarios, ¿cuáles son algunas de las contradicciones más flagrantes en el mundo actual y cómo se expresan? ¿A qué conclusión podemos arribar, desde la perspectiva que se ha adoptado? Porque en ese proceso gnoseológico se padece otra contradicción, esto es, que lo sentido por los sentidos también está sujetos a la ilusión, error y engaño (Morin, 2001); como ya lo señalara Descartes:
“Pero si hay algunos que están persuadidos de que es difícil conocer lo que sea Dio, lo que sea el alma, es porque no levantan nunca su espíritu por encima de las cosas sensibles y están acostumbrados a considerarlo todo con la imaginación –que es un modo de pensar particular para las cosas materiales- que lo que no es imaginable les parece no ser inteligible. Lo cual está bastante manifiesto en la máxima que los mismos filósofos admiten como verdadera en las escuelas, y que dicen que nada hay en el entendimiento que no haya estado antes en el sentido…”, (52).
III
A manera de síntesis, en el mundo moderno, es decir, el capitalismo, la contradicción fundamental es aquella referida al “enfrentamiento de las clases antagónicas”, o “Concretamente, el choque del proletariado naciente y en desarrollo, con la burguesía consolidada en el poder y decidida a defender, a cualquier precio, un “orden” que garantizaba su dominio. Europa asiste al crecimiento impetuoso del proletariado y comienzan a estallar batallas en que éste actúa como una clase capaz de la iniciativa histórica, en realidad, la única consecuentemente revolucionaria, en condiciones incluso de arrastrar tras de sí a importantes capas pequeño burgueses de la ciudad y del campo, de las que va diferenciándose más y más”, (op cit., p. 5).
La consolidación del sistema-mundo capitalista luego del aniquilamiento de las revueltas campesinas por la propiedad parcelaria frente a los terratenientes franceses, permite que se consolide la industria y el comercio, las concesiones ferroviarias y los manejos especulativos en la bolsa de valores, hace que el lumpemproletariado bonapartista se enriquezca y se genera una anarquía en nombre del orden, de donde se tiene que “las contradicciones del hombre explica las contradicciones del gobierno (de Bonaparte)”, ya que tenía que lidiar con interese irreconciliables.
Estas contradicciones han avanzado en el tiempo y se han permutado al presente hasta derivar en lo que From (1964, citado por Rodríguez Rojas 2012) dan en llamar “una sociedad enferma”, cuyos indicadores serían del siguiente tenor:
La paradoja de que la abundancia no trae aparejada la felicidad, como hace creer cierta publicidad de base conductista que cera estímulos y cree hallar recompensa sólo en los objetos materiales y no en el sentido más profundo en el ámbito de la existencia, un consumismo compulsivo al contario arroja vicios como el despilfarro, consumo innecesario, las ideas prejuiciosas de que la pobreza sea sinónimo de violencia, como se suelen hacer aparecer a los barrios o los latinos o negros en Estado Unidos; lo que no quiere decir que ser rico sea malo sino que cada familia y persona debe contar con lo necesario y para ello requiere educación, trabajo digno, vivienda, hábitat; pero el hombre y la mujer en la sociedad industrial no es más feliz que un campesino que con sus labranzas ha tenido una relación amigable con la naturaleza.
Aunque esa relación ha estado siempre mediada por cierta tecnología, ya que es esta la que permite alcanzar sus objetivos, pues en palabras de Rodríguez Rojas (2012) “No son las condiciones instintivas genéticas las que determinan su accionar, sino las condiciones sociales en las que vive”, de donde se tiene que las bondades de la ciencia y la técnica modernas son muy necesarias pero la sociedad moderna se ha desarrollado bajo el paradigma fragmentario, sin una visión sistémica que integre las mayoría de los elementos.
Lo fundamental vendría a ser encontrar un modo de vida donde los avances tecnológicos alcancen atender a todos, los del norte del mundo desarrollado, los del sur en vías de desarrollo y atienda los bolsones de miseria aún en áreas que se consideran de amplio desarrollo humano, urbano e industrial, así se tiene por ejemplo que volviendo a citar a Rodríguez Rojas:
“Durante los últimos 50 años, la esperanza de vida aumentó casi 20 años”, de 45 en 1950 a 65,2 años en 2002 y 78 años para mujeres en países en desarrollo, pero en África subsahariana disminuyó a 46 años, principalmente por la epidemia del VIH/ SIDA, pero si hubiera un acuerdo entre los países más desarrollados ese escenario pudiera ser otro más optimista, como el que hizo el presidente Chávez en Venezuela donde se pudo avanzar bastante en el cumpliendo de las metas del milenio, mientras el mundo estuvo envuelto en guerras, algunas promovidas por Obama, que es un Premio Novel de la paz.
En artículo reciente Bernardo Kliksberg (en “Hambre en América Latina”, El Universal, Caracas, 25 de marzo de 2015) señala que: “América Latina es la única región del planeta que cumplió con la meta del milenio fijada por la ONU de reducir en un 50 % las personas que sufrían hambre desde 1990 al 2015”, (p. 1- 8), “…los hambrientos cayeron de 69 millones en 1990-92 a 37 millones en el 2012-14”; sin embargo, es de hacer notar que no es un problema de producción de alimentos o bienes sino de acceso, sobre todo en América Latina “…que produce alimentos para tres veces su población, y que sin embargo presentaba vastos sectores en desnutrición, como los 45 millones que tenía Brasil, cuando Lula inició su presidencia”, (ídem).
Sin embargo, en el caso de Brasil y toda la región se presentan serios desafíos, como la potenciar a los sectores campesinos con créditos y asistencia técnica que fortalezca su capacidad de concientizarse, organizarse y movilizarse en función del desarrollo sustentable, tanto económica y social como desde el punto de vista ecológico, lo que se llama desarrollo duradero; en ese sentido, dice Kliksberg puede jugar un papel muy importante la “Responsabilidad Social Empresarial y la sociedad civil en todas sus expresiones”, por otra parte, “La Oficina Regional FAO elaboró un plan para alcanzar hambre cero en América Latina en el 2025, en el que las políticas de acceso son un pilar centrar. Fue aprobado por todos los gobiernos en el Celac (enero 2015)”, (ídem).
Sin embargo, sigue diciendo este autor: “Se necesita más que nunca profundizar políticas contracíclicas en lo social”…. ¿No fue eso parte de lo que hizo el comandante Chávez y ha continuado Maduro en Venezuela? No se ha avanzado hacia transformaciones más profundas en los estilos y modos de vida, ha continuado la corrupción, el burocratismo, clientelismo e ineficiencia; o cuando intentan cambiar ese estado de cosas aún no han producido lo efectos esperados, expropiaciones, empresas de propiedad social, salarios de hambre de muchos trabajadores públicos, entre ellos los docentes y a muchos trabajadores se les limita sus posibilidades de organizarse sindicalmente. Contradicciones flagrantes…
Además el desabastecimiento, las colas y la escasez sería la demostración palmaria de una contradicción principal, porque se habla mucho de revolución pero el amiguismo campea y en lo personal se ve muy lejos “la” revolución, pues, como cantara Daniel Santos: “Yo no he visto a Linda, tantas esperanza en su amor cifré”…
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