Solo cuando el alto gobierno decida aterrizar, y percatarse que camina sobre el filo de la navaja, podrá entonces comprender que bastaría un “chispazo para que se encienda la pradera”, advertencia que Mao Sts Tung solía hacer cuando la sociedad se recargada de contradicciones antagónicas. Hoy, Venezuela navega en un mar de tempestades, a la saga de malos consejeros, tan pésimos que provoca decirles: ¡no me ayude compadre! ¿Verdad que con amigos como esos, no hacen falta enemigo?
Tal es la gravedad del momento que nos tiene al borde del barranco, que valdría la pena traer a colación un episodio anecdótico de las postrimerías del quinquenio de Luis Herrera Campins. En aquella ocasión, un grupo de adecos se acercó a Reinaldo Leandro Mora para ofrecerle la candidatura presidencial, a lo que el ex Presidente del entonces Congreso Nacional y también de su partido, respondió: “que no aceptaba echarse esa vaina, porque el desastre del gobierno de Herrera Campins se extendería al nuevo periodo presidencial, y él no estaba dispuesto a cargar con muertos ajenos”.
De manera que incurrimos en actos de supina ingenuidad, si creyéramos que con bravuconadas y discursitos rokolericos, podremos salir airosos de todos los terribles flagelos que sigue causando la llamada guerra económica, y que por lo visto amenazan con colocar al gobierno en situación de desventaja en los venideros comicios parlamentarios. ¿Sera que habrá que llamar a María, como diría el Maestro Prieto Figueroa?