"Chávez si, Maduro no", gritan algunos a pocos días del 6-D. Si son diez, cien o diez mil o un millón, eso sólo lo sabremos con el resultado electoral. Pero en cualquier caso se trata de una idea controversial y peligrosa pero que crece en cada cola para comprar comida o adquirir un medicamento que muchas veces al final no se consigue. No lo dicen pitiyanquis, ni fascistas, ni imperialistas, ni soldados del ejército gringo, son venezolanos de la humilde clase popular que sufren las torturas de la guerra económica propiciada por el capitalismo.
Nadie es indispensable pero todos somos necesarios cuando se trata de consolidar grandes obras colectivas como el Estado Democrático y Social, de Derecho y de Justicia previsto en la Constitución Bolivariana, el cual sigue en proceso de construcción en medio de avances y retrocesos.
En su discurso de despedida (8 de diciembre 2012) Hugo Chávez llamó a la unidad de los revolucionarios para defender las conquistas sociales alcanzadas. Chávez fijó una dirección política clara ungiendo a Nicolás Maduro como su sucesor a fin de evitar anarquía o dispersión entre las fuerzas revolucionarias.
Ahora bien, Chávez no le firmó un cheque en blanco a Maduro como sucesor al frente Venezuela; sino que más bien puso condiciones para estar en ese cargo, cito textualmente a Chávez en su discurso final: "(Nicolás Maduro) al frente de la Presidencia de la República, dirigiendo, junto al pueblo siempre y subordinado a los intereses del pueblo, los destinos de esta Patria". (negrillas nuestras).
Entonces, frente a las crecientes adversidades políticas pero sobre todo económicas que padece la patria desde la muerte de Chávez, algunos camaradas reflexivamente se preguntan si hoy las condiciones dictadas por Chávez han sido cumplidas o si por el contrario el liderazgo actual "ha reprobado el examen".
Responder esta incógnita es un asunto delicado porque un análisis superficial podría conducir al pueblo a una mala decisión en las elecciones del 6-D y con ello un regreso al pasado donde los pobres comían "Perraharina" y el Estado los asesinaba sin piedad como en 1989.
Si volvemos al pasado de los Betancourt, Leoni, Caldera y CAP, 100 años no serán suficientes para que el pueblo acumule fuerzas y regrese al momento histórico donde Chávez nos dejó. Por eso, lejos de renunciar a la Revolución Bolivariana lo que hay que hacer emprender un reimpulso, rectificando errores y fortaleciendo las conquistas. Pero sólo el reimpulso sólo podrá lograrse mediante el diálogo humilde y sincero entre todos los sectores del amplio universo chavista, especialmente quienes han sido alguna vez maltratados.
Con toda certeza, el hipotético escenario de una Asamblea Nacional con mayoría opositora, abre las puertas del retorno al pasado de la "Perraharina". Escenarios como la abstención chavista son un peligro inminente.
Si el actual gobierno ha celebrado encuentros con Fedecamaras, Consecomercio, Lorenzo Mendoza, Gustavo Cisneros, delegados del gobierno imperialista de EEUU (Thomas Shannon, John Kerry) dirigentes guarimberos y golpistas de Voluntad Popular, Primero Justicia, AD, etc; así como el Presidente narcoparamilitar colombiano, el fascista gorila presidente de Guyana, el gobierno torturador, pitiyanqui y genocida de Arabia Saudita (principal culpable de la ruina petrolera que hoy sufre Venezuela), entre otros demonios del mundo, entonces bien puede reunirse con "los chavistas críticos", vale decir, no todos somos iguales y tenemos nuestras particularidades pero seguimos militando con firmeza dentro de la Revolución Bolivariana.
Mi propuesta es: que antes de las elecciones parlamentarias, el actual Presidente Nicolás Maduro llame a un encuentro nacional de revolucionarios críticos que vaya más allá de los partidos políticos y los objetivos electorales a fin de desarrollar un diálogo franco sobre la situación actual de Venezuela y articular propuestas para el reimpulso revolucionario. Que de ese encuentro se produzca un documento suscritos por todos resaltando la importancia de la unión de los revolucionarios, con democracia interna, respeto y camaradería.
El compromiso de los asistentes a ese encuentro será NO pedir ni aceptar ningún cargo en el gobierno, simplemente ser escuchados y contribuir a salvar la Revolución Bolivariana.
El pueblo tiene más necesidad de respeto que de pan.
Dentro de la unidad revolucionaria todo, fuera de ella nada.