La crisis es fundamentalmente ideológica porque la burocracia política, en forma oportunista, utiliza el socialismo del siglo XXI a los efectos de manipular desde el marxismo, pasando por el árbol de las tres raíces, hasta la más reciente tesis capitalista de la economía productiva protagonizada por el empresariado privado que es motivado, en su esencia, por el afán de lucro. Se coquetea con las ideas marxistas y con las neoliberales estableciéndose una conciliación de clases entre ideas opuestas que dejan en desuso el concepto socialista sustituyéndolo por la idea de la democracia liberal burguesa. La inversión privada en una revolución es conveniente sólo cuando favorece a la economía socialista pero cuando estructuralmente sirve al capitalismo es reaccionaria. Se reiteran los mismos errores, que llevaron a la debacle el 6D, por falta de compromiso ideológico. En este Plan de Emergencia Económica adoptado por el gobierno no sobresale el peso principal de la participación protagónica de los trabajadores, de la comuna ni del poder popular sino sólo del Estado y los empresarios. Entonces, ¿De cuál trabajo político diferente estamos hablando?
Hay sólo cambios tácticos en el gobierno que se manifiestan en un 50% de sustituciones ministeriales, en los enroques y en el mejoramiento de los trámites burocráticos para proteger al empresariado con la metodología de colaboración del Estado y el capital privado. El fundamento ideológico de esta estrategia política sigue siendo la de la doctrina socialdemócrata, la misma de los adecos, y fue la que condujo a la pérdida de los dos millones de votos. El masivo abstencionismo del chavismo indignado fue una respuesta de conciencia social en protesta por el abandono del gobierno de la construcción del socialismo y por la cancelación del mandato de Chávez para desmantelar el capitalismo. Un sector importante de las masas populares percibió que las ofertas políticas del gobierno y de la oposición eran comparables por estar igualmente desconectadas, apartadas y alejadas de los intereses inmediatos del pueblo. Chávez no estaba arando en el mar cuando se dedicó, por años, con su pedagogía política a formar la conciencia social de las masas, a enseñar al pueblo a no ser pendejo, a descubrir detrás de las palabras lo que se esconde debajo de la manga del discurso y lo que se trama tras bastidores.
Con el tema de la GMVV se presenta un excelente ejemplo del problema ideológico. La derecha, desde la Asamblea Nacional, trata de aprovechar la cultura individualista que dejó intacta el gobierno en los beneficiarios. Ese es el principal escollo a vencer tardíamente por la revolución bolivariana ante la ofensiva capitalista de entregar títulos de propiedad a los habitantes del millón de viviendas adjudicadas. Han tenido que salir corriendo los diputados bolivarianos, a última hora obligados por las circunstancias, a explicarle a la gente la diferencia entre el capitalismo y el socialismo teniendo que superar la debilidad de la falta de conciencia social que por culpa de una política equivocada no se empezó a formar en su momento y de la manera adecuada. Privaba entonces lo cuantitativo táctico, el interés demagógico electoral, por encima de lo cualitativo estratégico que debía apuntar a la construcción del estado comunal, del poder popular y del socialismo.
El sentimiento individualista, egoísta, y consumista del capitalismo domina en este sistema burocrático burgués y aniquila a la individualidad, solidaria y comunal de la idea socialista. Sustituir el sentimiento del individualismo capitalista por el de la individualidad socialista no es tarea fácil pero forma parte de la estrategia revolucionaria de formar al hombre nuevo. El logro de una conciencia social para el cambio histórico sólo es posible con la teoría y la práctica revolucionaria sin devaneos socialdemócratas ni desviaciones ideológicas con la burguesía. La conquista del respeto a la individualidad por el socialismo es uno de sus más preciados logros revolucionarios que abona la espiritualidad, la identidad, la religiosidad y la personalidad propia a la formación política científica.
La única opción que le queda a la revolución bolivariana para diferenciarse de las ideas de la burguesía es adoptar sin tapujos la ideología revolucionaria del socialismo con la incorporación de la categoría metodológica marxista a la corriente de pensamiento bolivariana, cristiana y nuestramericana. Sólo una política revolucionaria del gobierno y del PSUV sin creer en la burguesía y el capitalismo, será capaz de conseguir que el proyecto de inclusión chavista vuelva a conectarse con las masas populares, renazca nuevamente la esperanza del proletariado en la revolución bolivariana y se repotencien las fuerzas de izquierda para derrotar a la derecha envalentonada por los resultados del 6D.
Pasando de lo teórico a lo práctico ¿Qué podemos hacer? Hay que prestarle atención a lo que ya se ha dicho hasta el cansancio y empezar por nacionalizar los medios de distribución de alimentos y medicinas, la banca privada y el gran negocio de importación que domina la burguesía. Es muy sencillo, al capitalismo se le combate con el socialismo, pero el gobierno no quiere entender eso y se va por otros caminos hablando de revolución sin hacer la revolución. El gran desafío de estos tiempos es un viraje del gobierno hacia la izquierda. ¿Asumirá ese reto la izquierda del gobierno, del PSUV y del chavismo?