Los agentes del Imperio sufrieron otra aparatosa derrota el 27 de febrero. Por andar alucinando creyendo que con guerra mediática podrían provocar una conmoción nacional, la MUD se quedó con los crespos hechos pues este sábado 27 de febrero no hubo caracazo ni intervención extranjera. Al cumplirse otro aniversario de tan doloroso y cruento episodio, quedo evidenciado que el país elevo su nivel de conciencia, ratificando así su profunda convicción en que seremos libres en la medida que nos sobrepongamos a los obstáculos y las recurrentes emboscadas que acostumbran montar las transnacionales cuando se proponen aplastar a los gobiernos progresistas.
Ya la inmensa mayoría esta harta de esa fétida e insoportable perorata que trata de justificar una abrupta salida del Presidente Maduro, petición que está al margen de la constitución puesto que traspasa los límites de la tolerancia de quienes quiere enfrentarla la crisis con sapiencia.
Llevamos tres años calándonos las groserías de una parranda de locos que por lo visto quieren verle el hueso a las instituciones democráticas. De manera que frente a esas absurdas pretensiones que pasan por revocatorio, enmienda o renuncia, los revolucionarios bolivarianos proponemos como contra oferta un solo plato fuerte en el menú: disolver la Asamblea Nacional por obstruccionistas.
A Dios gracias, los venezolanos despertamos a tiempo, y los hechos demuestran que están agotado todos los espacios para que prosperen las aventuras en un siglo XXI que cada vez es más desafiante. Por ello, el país sabe que el gobierno juega siempre limpio; que piensa en el interés nacional, pues está claro que solo los traidores de la patria hacen fiesta con la baja en los precios del petróleo, porque a falta de programa se alimentan de las desgracias que escapan de la voluntad de los pueblos. Por suerte, los deseos no empreñan, y por ello apostamos a que con coraje podremos salir airosos de esta dura prueba impuesta por las actuales circunstancias.