El 5 de marzo, justo después de las 4:25 de la tarde, supimos de la muerte de Hugo Chávez. Algo espeso y afilado nos atravesó el espinazo y la garganta. A partir de ese día, el hombre que "levantaba las manos hacia los relámpagos", como el padre al que le escribió el poeta Gerbasi, se convertía en cañonazos retumbando en el pecho de la montaña.
"Yo estaba en Guasdualito, estado Apure. Teníamos un debate político con otras organizaciones. Evaluábamos la situación de gravedad del Comandante, revisábamos la situación política, de cómo sería si él muriera. Justamente en ese momento a un compañero le llegó un mensaje que convocaba urgente a gobernadores para Caracas. Dijimos ‘algo le pasó al Comandante Chávez’. Terminamos la reunión. Empezó la cadena nacional y escuchamos las palabras del compañero Maduro. Fue sentir que nos caía encima un tobo de agua fría. Un tarugo que no sabe uno cómo expresarlo. Si gritar, si llorar. Varias compañeras junto a mí se desplomaron. Llamamos a toda nuestra militancia a salir para darnos fuerza y valor. Con dolor y con las lágrimas en los ojos nos empezamos a preparar para enfrentar cualquier eventualidad, para batallar hasta donde fuera necesario". Nelson Guerrero, vocero de la organización nacional campesina Corriente Revolucionaria Bolívar y Zamora.
En la calle los carros se detuvieron, y con una intuición silenciosa muchos fuimos a concentrarnos, hasta la madrugada, en las plazas Bolívar de todos los estados del país. Las dirigencias de las organizaciones populares llamaron a la calma e iniciaron los planes de movilización a la capital. Al siguiente día ya se recibían delegaciones internacionales en apoyo al pueblo, a la Revolución.
Desestabilización y guerra económica
Inmediatamente la derecha concentró todos sus esfuerzos en lo que vio como la primera verdadera oportunidad de volver al Gobierno. Lo primero fue llamar al desconocimiento de los resultados de las elecciones presidenciales en las que Nicolás Maduro obtuvo el 50,66% de los votos. Capriles Radonski alborotó un avispero que llevó a grupos fascistas a atacar espacios que identificaron como "obras del chavismo", bajo la excusa de que ahí se "escondían" actas de votación. ¿El resultado? 11 personas fallecidas, entre ellas dos niños, y casi 80 personas lesionadas.
"El 14 de abril, en La Limonera, municipio Baruta, después de que Radonski llamó fraude a los resultados electorales, grupos de la oposición llegaron y empezaron a atacarnos, intentaron quemar un Centro de Diagnóstico Integral con las personas adentro. Varios camaradas bajaron a defender los espacios, y ya en la madrugada, cuando regresaban, desde una camioneta blanca les dispararon y asesinaron a dos de nuestros compañeros. Luego, desde edificios cercanos lanzaban tiros a nuestro edificio. Fue un ataque feroz." Relata Nancy Guzmán, vocera del colectivo Sueño Buen Vivir El Peñón.
Ya en abril del mismo año los sectores empresariales iniciaron sus aportes para el estrangulamiento sistemático de la economía nacional. Empezaron por recortar ilegalmente los beneficios laborales, bajaron a casi nada la producción estando en capacidad de 100% productividad y abandonaron los espacios para obligar a los obreros a irse y posteriormente desmantelar las fábricas.
Casi un año antes se había aprobado la nueva Ley Orgánica del Trabajo, que establece, por ejemplo, la jornada laboral de 40 horas y el disfrute de dos días consecutivos de descanso. En junio del 2013 el presidente de Fedecámaras, Jorge Botti, declaraba que esta Ley no beneficiaba a nadie porque costaba adaptar las regulaciones legales a las ganancias de las compañías. Las empresas que se mantuvieron activas usaron otras estrategias: acaparar alimentos en galpones; sacarlos a través de la frontera con Colombia, o distribuirlos en el mercado informal para su reventa con precios exorbitantes. Más las limitaciones estadales para cubrir el proceso de distribución de rubros secuestrado por monopolios, se iniciaron las largas colas para conseguir en supermercados los productos de primera necesidad a precios regulados por el Estado.
Nunca es redundante recordar la característica del sector empresarial venezolano: empresas parasitarias que usan mano de obra venezolana, acostumbradas a funcionar con dólares subsidiados por el Estado, de la renta petrolera específicamente, para la importación de insumos, y acá solo procesan, empaquetan y distribuyen, y en algunos casos exportan el mayor porcentaje del producto final. No producen nada.
A la vez, el Gobierno ajustaba medidas para la eliminación del dólar paralelo. En marzo del 2013 se creó el Sistema Complementario de Administración de Divisas (SICAD) que no fue suficiente para neutralizar el mercado negro cambiario, menos en espacios virtuales como DolarToday, manejados desde Miami por sectores de la derecha venezolana. Estas mafias se impusieron como referencia viral y sus cálculos de la moneda se basan en la oferta/demanda de bolívares en las casas de cambio de la frontera con Colombia, donde no existen restricciones cambiarias. Esto llevó a que el dólar paralelo pasara de Bs. F. 24,06 a finales de marzo del 2013, a Bs. F. 1003,23 para marzo del 2016.
En el segundo semestre del 2014 se aceleraba la caída del precio del petróleo, en lo que se ha dicho "una sobreoferta" del crudo. La ausencia de políticas económicas alternativas productivas y no importadoras, la dependencia del rentismo petrolero, la priorización de divisas para sectores empresariales y "empresas de maletín" que gracias a focos de corrupción interna recibieron divisas preferenciales, no importaron nada e hicieron negocios por los "caminos verdes", profundizaron la crisis económica. Para ver la dimensión de cómo fueron afectadas las importaciones por la caída del precio del barril, el 01 de marzo del 2013 la cesta petrolera semanal se ubicaba en $ 103,89, para finales de febrero del 2016 el precio es de $ 24,71.
Como diría Luis Britto García, en guerra, más peligrosas que las fuerzas del adversario son las debilidades internas.
Sin embargo, el Gobierno ante la baja del petróleo no redujo los recursos destinados a programas sociales de alimentación, vivienda, salud y educación.
También en 2014, en febrero, se realizó la mayor apuesta de la derecha. Leopoldo López llamó a los sectores de oposición a las calles para protestar contra el Gobierno del presidente Nicolás Maduro. "La Salida", como la llamaron, se instaló fundamentalmente en los estados fronterizos Zulia y Táchira, donde se concentran las mayores células paramilitares; y en la zona del Este de Caracas, que reúne a la clase media alta y alta de la ciudad. Estas guarimbas compuestas de francotiradores, barricadas y degollamientos por alambres, provocaron la muerte de 46 personas. El presidente Maduro logró detener el caos y fortalecer su liderazgo con el encarcelamiento de criminales buscados en varios países y el juicio y privación de libertad de Leopoldo López, a quienes algunas organizaciones internacionales tienen la procacidad de llamar "prisionero de conciencia".
Un año después, el 9 de marzo 2015, Obama declaró que la situación de Venezuela constituye para la seguridad nacional de EEUU una "amenaza inusual y extraordinaria", al hacer referencia al procesamiento judicial de los opositores líderes intelectuales de la violencia y asesinatos en 2014. El Decreto de Obama vino con la sanción de 7 funcionarios del Gobierno venezolano y la amenaza de "tomar medidas".
Ya el 12 de febrero de ese mismo año el presidente Nicolás Maduro reveló que poco más de una docena de oficiales de la aviación planeaban un Golpe de Estado. En esa oportunidad, la periodista Stella Calloni aseguraba que aquello se trataba de un intento desesperado de EEUU por atacar varios frentes al mismo tiempo, para desconcentrar la atención sobre una sola situación en la región y evitar que las acciones y pronunciamiento colectivos de los pueblos fueran contundentes –estaban en la escena el caso Nisman en Argentina, y las acusaciones de corrupción sobre Dilma en Brasil. Mientras tanto, la ONU señalaba a Venezuela, nuevamente, de violar los derechos humanos.
La situación en las zonas fronterizas se intensificó: Guyana entregó aval a la Exxon Mobil para la explotación de más de 26 mil kilómetros en un territorio en reclamación por Venezuela desde 1899, y en septiembre se concretó el cierre de la frontera con Colombia por el alto tráfico de alimentos y gasolina que salía del país para ser revendido en el país vecino. El caso de Guyana se revirtió aunque la Exxon Mobil prometió volver. La frontera con Colombia permanece cerrada.
Coyuntura actual y aguas abajo
Llegamos a diciembre del 2015. No por un crecimiento importante de la oposición, sino por el desgaste, la impunidad por el acaparamiento, el bachaqueo de alimentos, llegaron a la Asamblea Nacional la mayoría de candidaturas opositoras, en las elecciones parlamentarias. Desde ahí la derecha empezó a impulsar desde inicios del 2016 la Ley de Amnistía para "perdonar y olvidar" sus hechos punibles a partir de 1999, que contemplan desde actuaciones por motivación política en protestas, difamación, violencia, hasta fabricación, porte, detentación y suministro de artefactos explosivos o incendiarios, etc., así como todo lo relacionado a los hechos del 2014 y del mes de abril del 2002, durante el paro petrolero. Lo que permitiría la libertad de todos los asesinos y terroristas a los que llaman "presos políticos". Además, aprobaron en primera discusión la Ley de Producción Nacional, para privatizar todas las empresas nacionales como una estrategia para ir por la Ley del Trabajo y luego por la Ley de Tierras. Y por supuesto, arman el camino para el referéndum revocatorio.
Si desde el ‘99 vivimos arremetidas y amenazas sistemáticamente, desde el 2013 hemos atravesado uno de los momentos de crisis económica y política más agudos. Algunos han visto esto como resultado de la ausencia de Chávez, que es traducida en una ausencia de dirección política. Pero en realidad, lo vivido a partir del 2013 es tanto consecuencia de un acumulado de factores desde inicios de la Revolución, como de una dinámica política centrada en las capitales y el Estado que limita percibir la actual contraofensiva chavista que se da en los espacios vitales. Esto significa que hay un vértice fundamental sobre el que se sostiene la Revolución en Venezuela y que está bajo el cerco mediático de la derecha y las limitaciones comunicacionales propias: los sectores populares, campesinos, comunales, obreros, que desde hace rato iniciaron la planificación, participación y acción del poder popular en la vanguardia económica. Así, muchas comunas productivas ya están aplicando mecanismos de distribución de alimentos a todas partes del país. Los campesinos que recuperaron hace unos años tierras ociosas de la burguesía –caso del fundo Monte Llano que pertenecía a la familia Mendoza- establecieron este año como prioridad de siembra aquellos alimentos necesarios y que requieren de menor tiempo para su cosecha. Algunas fábricas recuperadas que trabajan como una sola experiencia productiva junto a las comunas, inician plan de producción, procesamiento y distribución de alimentos. "Somos un escudo campesino y comunal en defensa de esta Revolución", me decía un comunero al Sur del Lago, estado Zulia. Hace unos meses el movimiento campesino junto a organizaciones diversas, nacionales y locales, iniciaron el levantamiento del mayor espacio nacional de articulación de los movimientos sociales: el Frente Patriótico Hugo Chávez.
Desde el 2013, ante la crisis, se está generando en Venezuela el resultado más significativo de saldos políticos y organizativos en la base popular: redes de abastecimiento de alimentos en y desde las comunas, análisis críticos desde las asambleas populares. Creación de un país comunal y productor. A diferencia de la explosión de una manifestación contra el Gobierno, como lo esperaba la derecha, ese vértice de pura carne, voluntad y huesos que es el pueblo, está creando, trabajando la tierra, generando líneas políticas, tirando orientaciones. Es importante que la dirigencia lo vea y no suponga obstáculos para que esta contraofensiva avance.
Con permanentes amenazas, grupos financiados por EEUU, guerra económica, cerco mediático, conspiraciones, grupos corruptos, células paramilitares, planes de golpes, en Venezuela la Revolución permanece, y estamos en una nueva etapa que supimos desde el 5 de marzo.
Dice Irma Pacheco, referente del Campamento de Pionerxs: "Fueron momentos duros, de mucha tristeza. Hoy, tres años después, podemos decir que seguimos batallando, luchando para mantener nuestra Revolución bolivariana".
Fuente: http://laculturanuestra.com/