Resulta increíble que políticos que creíamos versados batiendo el cobre, ahora decepcionen cuando fingen buscar el dialogo con afilados puñales debajo de la manga. Como es sabido, los intentos de dialogo no son nada nuevo, se remontan a 1998, cuando el bipartidismo puntofijista fue execrado por una avalancha de votos que no tiene precedente en nuestra historia comicial.
Fue Chávez quien en esa ocasión quiso inaugurar el dialogo como herramienta para reconstruir el país que destruyeron los gobiernos de AD y COPEI durante cuarenta años de saqueo inmisericorde. Pero lamentablemente los deseos no empreña, pues mientras el nuevo gobierno hacia esfuerzos por trazar rumbos, la oposición solo se esmeró en planear golpes de Estado, paro petrolero, guarimbas y cualquier cantidad de conspiraciones que le fuera ordenada por EEUU y sus aliados del mundo occidental.
Aunque Nicolás Maduro no sea perfecto, peor sería caer en las garras de esas pandillas de “sicofantes del hamponato”, para decirlo con una de esas palabras rebuscadas con las que Rómulo Betancourt intentaba deslumbrarnos. De modo que sería más peligroso que jugar a la ruleta rusa, si cometiéramos la torpeza de confiar la suerte del país a politiqueros desprestigiados, demagogos y corruptos que apestan a traición a la patria. Por algo dicen que más vale un malo conocido, que mil buenos por conocer, porque a la final puede resultar peor el remedio que la enfermedad.
Sin lugar a duda que en Venezuela urge salir al paso a esta grave crisis que amenaza con explosionar, pero que lamentablemente esta vez no será por vía del dialogo, porque el duelo a muerte le asentó un certero disparo que dejo el dialogo largo y tendido en el suelo. ¿O me equivoco?