Demanda relativa y crisis absoluta
Las crisis, verificó Marx, son inherentes al sistema capitalista. Éste produce hasta que la oferta de bienes rebasa la demanda relativa de quienes disponen de dinero para comprarlos. En ese momento, aunque siga insatisfecha la demanda absoluta (la de quienes necesitan bienes y no tienen con qué adquirirlos) los mercados se paralizan, los empresarios pequeños y medianos quiebran, los trabajadores son despedidos y los grandes capitales crecen devorando los activos de sus competidores arruinados. Las crisis, profetizó Marx, serán más frecuentes y más demoledoras y concentrarán cada vez más el capital en un número menor de manos. Y seguirán ese proceso de concentración implacable, hasta que en la última de ellas los expropiados expropien a los expropiadores.
Crisis, revoluciones y contrarrevoluciones
Las crisis, entonces, son por definición preámbulo de revoluciones. Graves crisis económicas, sociales y políticas precedieron al estallido incluso de revoluciones burguesas como la Inglesa y la Francesa; también de las Independencias americanas y luego de las revoluciones socialistas, como la Comuna de París, la Soviética, la China, la Cubana, la Vietnamita, la Sandinista, y pare usted de contar. Crisis es viento huracanado, que cuando las izquierdas no están a su altura, es aprovechado por las derechas. Si éstas manejan bien los aparatos ideológicos que monopolizan, pueden convencer a las masas de que la miseria que la crisis genera no se debe al capitalismo, sino a factores incidentales: grupos demográficos supuestamente inferiores, inmigrantes, izquierdistas, amenazas externas. En medio de crisis surgieron los fascismos japonés, alemán, italiano, español y en general europeos. Una crisis favoreció el neoliberalismo inglés que desmanteló las industrias británicas para dedicar el país al parasitismo financiero; otra impulsó las presidencias republicanas estadounidenses que llevaron a su apogeo las guerras de saqueo y la tercerización laboral con maquilas off shore que dejaron a la potencia del Norte sin industrias y sin empleos. La actual crisis planetaria es una oportunidad del tamaño del mundo. Si las izquierdas hicieran su tarea, no deberíamos estar leyendo sobre paquetes neoliberales sino sobre insurrecciones. Una revolución es una crisis bien utilizada.
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