Es obvio que no. Estamos en Revolución y construimos nuestro socialismo.
Para quienes militamos en la Revolución Bolivariana y Chavista, el propósito de alcanzar la independencia definitiva de todo dominio neocolonial capitalista, pasa por la lucha antiimperialista y tiene como objetivo final la construcción definitiva de la Patria socialista. A tal efecto, ensayar respuestas productivas, como lo propuso e hizo el Comandante Hugo Chávez en su ejercicio gubernamental, desde el año 1999, empezó por ser una forma de búsqueda ante los esquemas rentistas y la dependencia de las importaciones, muy característicos del pase hipnótico que padecemos desde cuando el "maná" petrolero comenzó a brotar de nuestro suelo y se entregó en bandeja de plata a las transnacionales de los hidrocarburos.
La Patria socialista no es un "modelo" que se expone ante otro. La Patria socialista es una cosmovisión, es el mismo comunismo, como sueño de la humanidad, expuesto en el Manifiesto de 1848, escrito por Carlos Marx y Federico Engels. La diferencia radical entre ambos enunciados o propósitos libertarios (comunismo y Patria socialista) está en que la Patria socialista es nuestra propia creación "sin calco ni copia" (como diría José Carlos Mariátegui) de una opción llamada a ser, no sólo venezolana y nuestroamericana, sino mundial. Definitivamente, no hay socialismo en un solo país, pero cada uno tiene la libertad de desarrollar sus propios procesos de acuerdo con sus propias particularidades. Y eso es lo que hace hoy Venezuela, de manera soberana, con su Gobierno Bolivariano y Chavista, presidido por el camarada Nicolás Maduro, en ejercicio democrático y constitucional.
Lo que sí se convierte en un reto cierto, que debe ser ineludible, es que el tránsito del camino liberador hacia el socialismo, no puede ni debe alimentarse de concesiones al gran capital. El capitalismo es el enemigo a vencer y no un sujeto para el diálogo. Y, en las relaciones capitalistas de producción, la lucha es de clases y no de conciliación entre ellas.
En sus, aproximadamente, 500 años que lleva la humanidad padeciendo su cosificación y explotación en unas relaciones alienantes, la pervivencia del capitalismo ha transitado por diversos procesos de expresión hegemónica. Con referencia al presente, el marxista militante, investigador y docente francés, economista François Chesnais, señala que "El triunfo de un enfoque esencialmente ‘rentístico’, cuya obsesión es la apropiación de riquezas más bien que su creación a través de la expansión de la producción, ha sido potencialmente facilitado por la emergencia de nuevas formas de centralización de capitales financieros diferentes a los bancos y sin la tradición y relativa disciplina que estos habían adoptado antaño" (Contribución al debate sobre la trayectoria del capitalismo a finales del siglo XX).
Considero importante revisar cuidadosamente el perfil que ha definido, especialmente en las últimas cuatro o cinco décadas, el capital rentista y su específica circulación virtual y mundial con el apoyo del mercado internáutico. Ya no es la moneda, en su expresión metálica o de papel, la referencia del fetiche de la mercantilización en la actualidad. "La mundialización del capital está más avanzada en la esfera financiera que en cualquier otra", apunta Chesnais, y esto ha contribuido a "una curiosa promoción en la economía política del mundo contemporáneo, de la esfera financiera al rango de ‘fuerza autónoma’", lo cual pude ser interpretado –según lo expresa el mismo economista citado- como "el último grado de la fetichización de las relaciones de producción capitalista".
La necesaria argumentación anterior quiere contribuir a que nos detengamos ante un fenómeno de sobrevivencia de la cosmovisión capitalista y al papel de la Revolución Bolivariana y Chavista, en particular, y a las revoluciones socialistas por el mundo, en general, no sólo para entender lo que ocurre, sino para desmontarlo y enfrentarlo.
Por ejemplo, aceptamos por evidente, que una formación social como la argentina, al cambiar recientemente de un gobierno progresista y de preocupación por el equilibrio social en la distribución de las riquezas, como el de Kirchner-Fernández, a uno retrógrado, neoliberal y proimperialista, como el que encabeza Mauricio Macri, asuma medidas contra el pueblo y contra sus posibilidades de independencia. Sin embargo, nos resulta difícil, por no decir casi imposible, determinar si el establecimiento en Venezuela (por parte del Banco Central de Venezuela) de nuevos montos máximos para comisiones, tarifas o recargos por las operaciones y actividades bancarias (Gaceta Oficial Nº 40.935 publicada el 30 de junio de 2016), forma parte de una de las diversas medidas neoliberales. Ellas pudiesen estar infiltrándose en decisiones gubernamentales que tienen el deber de ser consecuentes con el legado del Comandante Chávez y con los fines explícitos de la Revolución Bolivariana y Chavista, la cual se reivindica de propósitos de independencia definitiva (del capital, su cosmovisión y consecuencias) y de la construcción de una sociedad nueva, la cual aceptamos en llamar Patria socialista.
El enemigo de clase no quiere dejar de acumular capital en pocas manos. En su evolución pentacentenaria, ha encontrado hoy una forma de obtenerlo y reproducirlo más allá de la producción de bienes y de la generación de plusvalía. La pequeñita y casi imperceptible medida que reestablece Venezuela en las operaciones bancarias, es un salto atrás. Yo no quisiera calificarlo apresuradamente de dramático y entreguista ante la hegemonía del capital neoliberal y financiero, pero lo que sí es evidente es que estamos ante una medida que en poco o nada, contribuye al avance hacia los fines de la Revolución que alentamos y conduce desde la Presidencia de la República nuestro camarada Nicolás Maduro.
De algo estoy absolutamente seguro y es de que no conseguiremos vencer al rentismo –mucho menos al capitalismo- si en nuestras acciones y decisiones se reproducen medidas neoliberales. Por eso, la propuesta de una férrea contraloría por parte de todo el pueblo patriota y socialista, en cada medida, en cada acción, es la única posibilidad organizada para poder alcanzar la victoria socialista.