¡Caramba Ernesto¡ Tiempo sin verte, te vendes caro, que ni a este
programa vienes, siendo Globovisión tu casa más segura, para echarle
peste a quien tú quieras hermano y, además es un placer tenerte de
nuevo frente a mí como si el ayer no existiera -¡qué de cosas, no!
Sigues siendo chavista y, no has aprendido nada de mí que ahora ando
entre poderosos como oligarcas que todo lo pueden en este país que tu
gobierno arruinó y fíjate que hasta los CLAP a mi entender significan,
comida libre amparado por la Polar, porque todo lo produce la Polar,
se esmeró Vladimir en sacudir sus apreciaciones de entrevistador de
estímulo neoclásico de variantes escuáliduchas.
¡Buenas tardes: Vladimir, amigas y amigos! Has de saber -hermano- que
venir a tu programa, aunque tú eres una estrella dentro del periodismo
político de Globovisión y, eres un Villegas que defiendes a la Polar y
que los dueños de este canal deben tener alguna relación con esa
empresa (por la constancia en defenderla), lo contrario de lo que
hacia nuestro padre de defender a los obreros como comunista y, tú
después de gatear diste también tus primeros pasos formándote como
dirigente de la junta comunista en Coche que, a decir del presidente
Maduro: ojala te sensibilices y, no te dejes rodear de fascistas
desfasados que, (dime con quién andas y, te diré quién eres), todo lo
que soy te lo debo a ti y, no me fastidia ni me aborrece decirlo
frente a ti, aunque te hayas desviado de tu trayectoria comunista y
defiendas lo indefendible actualmente, te dejo este par de libros
escritos por mí, a ver si ese Alzheimer que te inyectan en Globovisión
no te esclavilice más de lo que estás y vuelvas a ver el mundo del
socialismo como la solución a nuestros grandes problemas que son tuyos
como míos y, como creo que estás a favor de los golpes te sirvan de
diálogo como contragolpe, aclaró Ernesto a Vladimir y, con suavidad de
intelecto le refirió, no me gusta venir a tu programa -¿sabes por qué?
Porque me pone a tomar mucha agua y, me pones a correr de la una para
abajo.
Vadimir con Ernesto es la etiqueta de hoy como dos Villegas que cada
quien anda en lo suyo, él allá y yo acá, somos precisos, estiramos los
buenos ratos y, además, solícitos de estímulos que nos ponen a vibrar
de emoción por Globovisión como el canal que le niegan la renovación
de concesión y, que nos tienen en ascuas imperecederas con un pie aquí
y otro afuera y los empleados temblados más que yo que no tenemos
dónde caer muertos, ¿has de creer, Ernesto? Qué eso ocurra en esta
democracia de ustedes los del gobierno, un momento, Vladimir, éste tu
hermano como Villegas que somos junto a cinco o seis más que lo mismo
da, no estoy en el gobierno, no tengo programa, ni nada que dar y, por
eso escribí ese par de libros, para amortiguar la confrontación en que
la comida está difícil, tan difícil está que todavía no he almorzado
y, la pechuga de tus acusaciones me tienen en el anafe de tus
infundios como pareceres y si has venido hoy a darme lecciones de
pedagogía política, bien sabes que pierdes tu tiempo, porque dejé las
embajadas por un micrófono como una sutileza más dentro de mis
prerrogativas de intelectual a conveniencia y, aquí me tienes al pie
del cañón por Globovisión y, con una cara de verdugo de los medios
medieval, asomó una sonrisa ojerona.
¡Hermano, hermano!, siga mi consejo si quiere llegar a viejo, coja sus
corotos y véngase conmigo que el presidente Nicolás, le tiene aprecio
y de una vicepresidencia no pasa que como Aristóbulo fue su compañero
de lucha cuando valía la pena luchar por el poder, el poder entretiene
y, tiempo más que suficiente tiene, para que se ponga las pilas, mire
que todo el que ha pasado por Globovisión sale como santo viejo que
nadie le prende una vela y, sino locos como el de La Patilla que esta
más tostado que cable eléctrico por, lo que vea para adelante que lo
que viene no es juego de póquer y, usted no está, para jugar el
escondite, aconsejó Ernesto a Vladimir y, Vladimir arrugó, arrugó la
frente.
Y, como hermanos -ni Vladimir convenció a Ernesto ni Ernesto a
Vladimir-, pero Ernesto siempre sonriente, le dio la gran lección de
su vida y, como traidor lo dejó que Vladimir ni en cuenta cayó y, pudo
haber pensado: Húbose una vez...