Se respira en el ambiente un amplio abanico de dudas, que amenaza con ensombrecer más el ya conflictivo panorama nacional. Hasta los más incautos apuestan fuertes a locha, a que la MUD está chinguita por levantarse de la mesa de dialogo, alegando como siempre esas sartas de estupideces que cada vez decepcionan más a sus escasos seguidores. De modo que no aconsejamos ilusionarse pensando en navidades en santa paz, pues todo indica que gobierno y oposición se preparan para desenterrar el hacha de la guerra, y con ello hacernos más amargas las festividades decembrinas. Que nos cayó una maldición gitana, o que sean las Siete Plagas de Egipto el castigo de nuestra ingenuidad, de eso se encargara el tiempo cuando esclarezca los hechos responsabilice a los verdaderos culpables de este aparatoso desastre que no tiene precedente en nuestra vida republicana.
A este cuadro nada halagador, de ñapa se agrega que existe una agenda continuista que esconde Nicolás Maduro, y que otros factores de poder se niegan aceptar por razones de conveniencia nacional. Los venezolanos del siglo XXI no queremos que se repita una desagradable escena como la de Juan Vicente Gómez, José Stalin o Fidel Castro, quienes desafiando la voluntad del soberano, se empeñaron en eternizarse en el poder al igual que Luis XIV de Francia, el mismísimo monarca que desde sus mocedades se aferró a la creencia de que "El Estado soy yo".
Pero esta tragedia griega no termina con la sola ruptura del dialogo entre gobierno y oposición, sino que va más allá de las pretensiones continuista de un mal gobierno que no da pie con bola porque el país le quedo muy grande. Ahora, para colmo de los colmos, comenzó a rumorearse en los corrillos de la política: que el PSUV no quiere ir a elecciones pues teme una derrota como la de Daniel Ortega con Violeta Chamorro en Nicaragua. De modo que el Ministro Padrino López debería revisar mejor su lupa para ver correctamente donde está la verdadera amenaza, pues solo así podrá percatarse que los enemigos peligrosos están dentro del propio gobierno minado de adulantes y corruptos, muchos de ellos dedicados a raspar la olla porque saben que tienen sus días contados. O no es verdura el apio.