Y volvió hablar el Papa desde el Vaticano. Mucho mas allá de pensar o asumir una conducta comunista, francamente socialista con los pueblos del mundo, el pontífice Francisco, vicario del Cristo redentor, expresa mas bien, una posición revolucionaria, llamando a la paz, a la reconciliación social y por sobre todas las cosas, al cese del fuego intervencionista en el plano político. Sus homilías han servido para decirle claramente al conglomerado de sátrapas de la guerra, a los magnates insuflados de la dolarización en la humanidad, a los invasores de las soberanías internacionales, que existe una historia en la cual los golpeados de siempre, los ultrajados de otrora se levantaron y han echado andar sus sueños, los mismos que los han colocado en puestos claves para sus independencias.
El Papa Francisco como es bien sabido, tiene nacionalidad Argentina, vivió los embates de la privatización y las recias dictaduras de su pueblo. Vio morir a sus familiares, como asesinaban monjas, sacerdotes y líderes sociales por brindar una lucha por la alegría comunal. Bastión entonces para que entendamos lo orgánico de las palabras que nos dicta el actual líder de la iglesia católica.
Desde la Cabeza de la Iglesia, hasta ahora no se ha arremetido contra pensamientos adversos a su religión. Para nada ha llamado la atención a quienes disienten de las conductas apostólicas, incluso cristianas (vida real de Cristo), y aun cuando exhorta a las corrientes derechistas y violentas del mundo, lo advierte desde la razón tangible. Vaya pues, que la arrogancia, el caradurismo, la hipocresía de la oposición venezolana no ha sido tan condescendiente y claros en políticas sociales, mucho menos en lo religioso, como se lo hacen ver a sus seguidores. Esto me recuerda aquella canción de Violeta Parra, cuyos versos decían “Qué dirá el santo padre que vive en Roma, que le están degollando a su paloma”, pues pasó una vez más el 14 de enero y en Barquisimeto, se llevo a cabo otro show religioso, el mercader pequeño burgués de quienes ven en el buhonerismo la solución inmediata para adquirir algunos dividendos. Pobres y “ricos”, se lanzan a las calles para vender gorras, banderas, vasos y lámparas, bolsos y relojes, pero lo más triste, boxes y hasta pantaletas para niñas con la imagen de la Divina Pastora.
Han convertido esa hermosa peregrinación popular, lo que fue una admirable devoción de Fe cristiana, en un marketing escuálido para catapultar su status quo, o sea, su dignidad de clase alta, su condición de personalidad muy contraria a los pata en el suelo, a los arrastraos chavistas, a los negros sudorosos de la clase cachifa. Antes las abuelas, en el templo de Santa Rosa, apretaban los rosarios con sus resquebrajadas manos, para sentir hasta en la sangre el palpitar divino de Jesucristo. Las abuelas elevaban sus padrenuestros por la salud del pueblo y la abundancia de sus cosechas para la alimentación. Antes, la Fe sin duda alguna abrazaba las almas de la familia, importaba un bledo las parafernalias, las tarimas y espectáculos de artistas de televisión, y si alguno venía, ni siquiera de él se hablaba, porque el motivo central era cumplirle a la virgen.
Hoy, la iglesia católica venezolana convierte el 14 de enero de cada año (y cada año es peor) en un majestuoso carnaval, donde los politiqueros, corruptos, traficantes y demás demonios hacen sus lobby disfrazados de curas, lanzan sus verborreas en cuanta tarima les pone la Polar y otras instituciones públicas y privadas, para así mentirles a quienes humildemente van con su fidedigna creencia en la Divina Pastora y en Dios.
El disque arzobispo de Barquisimeto José Antonio López Castillo “dreno su arrechera”, ofendiendo al sistema gubernamental que se desarrolla en Venezuela. Más que eso ofendió el espíritu de la religión y a quienes van exclusivamente por una devoción, otros por tradición regional. Creo, por más diferencias que se tengan, no fue el lugar para expresarlo ni menos la forma en cómo lo dijo, en tanto allí frente a él, habían miles de feligreses amantes del chavismo y creyentes de la paz. Miles de ellos se retiraron al escuchar los insultos de este Diablo suelto en Santa Rosa.
Vimos entonces, quienes estuvimos el 14 de enero en Barquisimeto, cual era la crisis que tanto les preocupaba por el país, y que tanto causó tristeza y dolor a los organizadores del festín católico, almacenes abarrotados (inicio de año nuevo), hoteles colmados de turistas y visitantes, el estadio del Cardenales a reventar, fiestas por doquier. Milagro de la Divina Pastora o simplemente un espejo donde se mira el diablo, el religioso cinismo del capitalismo.