En el derrotero de esta interminable lucha, se vislumbra una ansiedad por jugar al desgaste, lo hemos constatado por todas las vías y escuchado por cantidades de intelectuales, pensadores y críticos revolucionarios, véase José Vicente Rangel, Luis Brito García, Pérez Pirela, Sant Roz, Jesús Faria entre otros diputados, "traidores" que se suman al unísono canto por el restablecimiento de los sueños, o mejor todavía, del sueño, ese que construimos con el sudor campesino, con las conquistadas luchas desde las universidades, ese sueño que sembramos con el Comandante Chávez y vaya que frutos el pueblo estaba cosechando.
Desde cuándo perdimos la alegría? No creo que Nicolás Maduro tenga la culpa directa de este naufragio, en todo caso, lo responsabilizamos por aceptar la proliferación de ágrafos e ignorantes de las fuerzas armadas en puestos claves del gobierno, cuando para ello, tenemos un pueblo históricamente consiente y preparado para librar batallas, en tanto no creo que ser humano con uniforme militar siga el tangible camino de las fuerzas populares, una vez más lo repito, Chávez y Bolívar fueron militares, sí, pero ya esta historia nos ha dicho que Chávez y Bolívar fueron únicos. Mientras tanto, el heroico e impávido pueblo venezolano se pregunta, a qué se juega? A qué se teme?. Claro hemos tenido siempre que el enemigo histórico sigue siendo el desmembrado imperio gringo y protagonista fiel de todas cuantas maldades nos siguen cayendo. Pero pendejos no somos, también sabemos cómo han actuado ministros, alcaldes, gobernadores y demás lacayos vestidos de rojos para impulsar el desastre y la pobreza desde las instituciones, cuando la Revolución demanda la máxima eficiencia y soluciones, porque podemos asistir tales instancia, tenemos con qué y cómo hacerlo, entonces, a qué se juega, ciertamente al desgaste, y sépase que en las guerras habidas, desde el periodo precolombino, pasando por las luchas independentistas, han sido mayoría las masas populares. Estamos a tiempo de evitar un enfrentamiento de hermanos, ya mucho se ha dicho y se siguen cometiendo las cagadas.
El hermoso pueblo zuliano sufre a diario las calamidades de soportar diez y catorce horas sin luz, como si no bastara el inclemente clima natural que esta prodigiosa tierra le brinda a sus habitantes, por lo tanto, es tarea de la revolución resolver ya estas injusticias, desde el punto de vista técnico, pero también volar cabezas, castigar fuertemente a quienes sabotean las plantas madres de electricidad y sus derivados, castigar a los delincuentes dentro y fuera de esta empresa, dentro y fuera de los gobiernos locales y regional del estado Zulia.
Una Revolución armada de sabiduría no le da tregua a bachaqueros, ladrones y asesinos que desborona la ciencia política que la alimenta, la nutre, la agiganta. Temor, existe miedo? A qué? La decisión de Nicolás de tomar y ajustar los precios en los Mercados Municipales fue muy acertada, pero coño, una vez más los militares ponen la torta, aunque dicho sea mejor, ellos hicieron y hacen bien su trabajo, por un lado cuidar sus puestos de ventas en dichos espacios y por otro resguardar a los bachaqueros. Perdóneme Tío Juan, yo no sé filosofar, pero es lo que hemos visto en estos establecimientos.
El tema del transporte es un ajedrez donde los negros no tienen derecho a mover, solo a ser comidas sus piezas, a morir. Los enchufados civiles y militares gozando de Cherys, Jailú y madres camionetas, gozando de repuestos nuevos, baterías, pipas de aceites, cauchos para el negocio redondo con los otros ladrones del pueblo, presidentes de líneas y hasta cooperativas de transportes. El hermoso proyecto de traer los You Tong a Venezuela, lo desmadraron "vendiéndoselos" a "cooperativas socialistas" y hoy en día las pocas que han sobrevivido andan destartaladas.
A que se juega desde las filas de las Fuerzas Armadas, o sea, del Estado? Aquí afuera ya lo sabemos, y quienes amamos desde siempre la vida en Revolución y no tememos en seguir construyendo este sueño de almas colectivas y humanas, seguimos apostando desde este horizonte, por la alborada más cercana.