La Segunda Guerra Mundial fue la última que ganaron los Estados Unidos y eso porque fue en patota. Desde entonces la más grande potencia militar del planeta y de la historia no ha pegado una, salvo con países como Granada, Panamá. Y golpes de Estado a traición. A Libia le ganaron, OK, pero también en patota y de lejito, a punta de 20.000 bombardeos «humanitarios». También en cayapa con Al Qaeda, Francia, Reino Unido, Israel, Arabia Saudita y reyezuelos surtidos. Y la ingenua inhibición de China y Rusia.
Hacen la guerra para perderla. El mundo está bien, el loco soy yo, cual cantaba Charlie Palmieri —se consigue en YouTube. Porque no es guerra sino negocio. El diablo existe y es humano. Sartre lo dijo: «El infierno son los otros» (A puerta cerrada). Es lo que un presidente gringo, conservador y republicano, el general Dwight Eisenhower llamó en 1961 el complejo industrial militar (también en YouTube). Si ganaran las guerras ya no podrían seguir vendiendo armas de destrucción masiva. Y para venderlas hay que usarlas y para usarlas y reponerlas hay que exterminar un gentío. El diablo suelto. Las guerras se volvieron más que nunca vaquitas de hacer real, lo que los empresarios gringos llaman cash cows. Son poetas, mejores que los juglares infernales que compadecía León Felipe: Dante, Blake, Rimbaud. El poema se llama Auschwitz y también está en YouTube. Voy a tener que cobrar comisión a ese ente inquietante porque es omnisciente.
También me inquieta la sencillez excesiva, como este negocete bélico. ¿No es sospechoso que la potencia militar más devastadora del universo y del tiempo pierda hasta las guerras más pendejas? Si tienes una explicación mejor o siquiera distinta te la agradezco. Me encanta perder discusiones porque me sacan de mis errores y eso se agradece.
A la guerra, que ya es un mal en sí misma, se añade la crispación en que mantienen a la humanidad, que la tienen a cola alta, ya lo decía. Mira como está Londres. A esta guerra económica sin bombardeos —por ahora— añaden esta histeria en que nos tienen desde que llegó la Revolución Bolivariana y aun desde antes, porque la IV República no fue una casa de reposo. La cosa es mantener el planeta en estado de pataleta perpetua, que también da ganancias. Pingües.