Tapamos un error con otro error o buscamos salidas democráticas

Las consecuencias de una decisión equivocada, en este caso de la Sala Constitucional pudieron haber sido en fin del gobierno de Nicolás Maduro. Tamaña torpeza política ante un exabrupto jurídico puso al gobierno al borde del abismo. Esto sucede cuando no se miden las consecuencias de los actos, es decir, no se ve más allá del salón presidencial. Quizá el "triunfo" ante las descabelladas pretensiones de Almagro los hizo creer que la comunidad internacional se quedaría de brazos cruzados ante los alcances de las sentencias de la Sala Constitucional.

Desde los rusos, pasando por Bachelet, Santos y hasta en privado Correa (a quien le preocupó tanto la situación venezolana que le podía restar votos en su evento electoral), de los chinos ni se diga, es decir, el bombardeo internacional fue impresionante. Tampoco contaron con la valiente posición de una chavista consumada, me refiero a la Fiscal Luisa Ortega Díaz, quien actuando institucionalmente y con mucho coraje enfrentó las medidas: "en dicha sentencia signada con los números 155 y 156 de la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia se evidencian varias violaciones del orden constitucional y desconocimiento del modelo de Estado consagrado en nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, ésta (la mostró), lo que constituye una ruptura del orden constitucional.

Es mi obligación manifestar ante el País mi preocupación por tal evento". Esta sentencia viene acompañada con restricciones a los civiles a manifestar, además de colectivos y guardias nacionales arremetiendo contra las periodistas, hecho lamentable (diría un político), yo lo llamo ¡cobarde! Contrario a la postura del ex fiscal Isaías Rodríguez, quien dijo que por encima de la Sala Constitucional estaba Dios, la Fiscal Ortega Díaz , sin cortapisas, y con el calificativo adecuado, (ruptura del orden constitucional), evitó que dicha Sala se colocara por "encima" de la constitución al raspar de un plumazo a la Asamblea Nacional, lo que me hizo recordar las palabras de Hugo Chávez cuando la oposición pretendió hacer lo mismo y el comandante lo calificó de golpe de Estado, más esas no fueron los calificativos empleados ni por la Fiscal ni por Eva Golinger quien también calificó de preocupante la medida. La desgracia es que el gobierno no oye, cree que quienes le critican por sus desaciertos son enemigos jurados y no dan la lectura correcta a los reclamos sociales.

La crisis política se profundiza a extremos insospechados, tal como lo he sostenido, mientras no se apliquen las políticas necesarias y valederas para superar cualquier evento, su profundización será inevitable. Mucho tiempo ha tenido el TSJ para decidir en torno al caso de los diputados de Amazonas y no lo hizo, pudo haber llamado a nuevas elecciones, por ejemplo. La oposición torpemente desconoce a Maduro, antes querían liquidarlo en sólo 6 meses. Da la impresión de que compiten para ver quien comete más errores y los ciudadanos desamparados sobreviven a la crisis económica más grave que hemos vivido en Venezuela.

Entramos en otra etapa de la crisis donde el gobierno pierde y la oposición gana. Tampoco es previsible atinar con certeza cómo saldremos de esta ya que dudo que con exhortos, impasses o cualquier calificativo, se pueda recoger el agua regada, es casi que imposible y la oposición contará ahora, además del apoyo gratuito o entre dientes de una mayoría circunstancial de venezolanos, se le sumarán los países del continente incluyendo UNASUR. La decisión del TSJ tuvo la virtud de sacar a los diputados opositores a la calle a luchar por sus derechos ya que hasta el momento sólo lloriqueaban en el exterior a las puertas de la Casa Blanca para que Donald Trump les lanzara el salvavidas. Desgraciadamente no hay una alternativa real dentro de la propia izquierda que pudiera capitalizar el descontento o los desaciertos de las instituciones del Estado.

Luisa Ortega tiene la fuerza moral para llamar, tanto a la oposición como factores del gobierno, a evitar el desborde de la violencia. Así son las crisis sistémicas de la cual no salimos, por el contrario, se profundiza. Una alternativa sería si el CNE llama a elecciones de gobernadores, daría una salida política virtuosa porque además de justo, traería la paz social, demostraría su independencia y la democracia se profundiza.

 



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Ezequiel Aranguren


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