Lecciones para Venezuela a Cien años de la Gran Revolución Rusa

La importancia del estudio de la Revolución Rusa para la Revolución del Socialismo Bolivariano radica en que no hay mejor prueba de lo correcto de los puntos de vista revolucionarios que la aplicación de ellos durante la revolución. Es así como esta gran revolución destacó el rol fundamental del partido revolucionario, la calidad de su liderazgo, la preparación teórica, la confianza en la energía de las masas revolucionarias populares, y la preparación detallada de los órganos que deben liderar la toma y consolidación del poder para el pueblo explotado.

Para comprender las leyes y métodos de la revolución socialista, la fuente más importante es la experiencia de Octubre en Rusia. Un dirigente de un partido revolucionario debe realizar un estudio crítico de la historia de esa gran revolución donde el proletariado tomó el poder, con el fin de prepararse para a nuevas luchas. Una de las grandes lecciones de Octubre es que el partido es el instrumento esencial de la revolución socialista, lo cual se puso en evidencia, especialmente en el período revolucionario clave entre febrero de 1917 y febrero de 1918. En síntesis, un partido revolucionario debe estar vinculado a las tareas históricas de la clase oprimida, o corre el riesgo de convertirse, en instrumento indirecto de la burguesía.

La Gran Revolución Rusa enseña que la estrategia revolucionaria no impide la táctica, y que las cuestiones del movimiento sindical y del parlamentarismo, no
desaparecen, sino que tienen una nueva importancia como métodos alternos de lucha por el poder. La táctica se subordina entones a la estrategia.
La fortaleza del líder fundamental Lenin para lograr la victoria, se debe a su profundidad teórica y su correcta táctica, pero también, en su confianza en el instinto revolucionario de las masas explotadas. En los momentos previos a la toma del poder por el proletariado ruso, el aparato del partido se fundió con los órganos del pueblo expresado en los sóviets o consejos obreros, de campesinos y soldados. Estos órganos fueron consecuencia de la espontaneidad de las masas que lograron la unión contra el movimiento contrarrevolucionario.

La lucha revolucionaria previa a la toma del poder no sólo se trataba de la clase obrera; sino que millones de campesinos pobres ocuparon los latifundios y expulsaron a sus propietarios. Y el partido de los bolcheviques conectaron con esa gigantesca masa que pedía tierra y libertad, demostrándoles en la práctica que ese partido revolucionario tenía el programa que necesitaban. La toma del poder por la clase obrera selló la alianza política entre los explotados de la ciudad y el campo.

Como consecuencia de la maniobra desesperada contrarrevolucionaria, por trasladar al frente de guerra a dos terceras partes de la guarnición militar de Petrogrado debido a sus simpatías hacia el bolchevismo, las tropas constituyeron el 7 de octubre el Comité Militar Revolucionario, organismo que nombró comisarios políticos en todas las unidades e instituciones militares, es decir, en palabras de Lenin, se creó el Estado Mayor revolucionario como órgano legal de la venidera insurrección.

La insurrección conducente a la toma del poder se hizo coincidir con la apertura del II Congreso de los Sóviets. La insurrección bajo la dirección de Lenin fue liderada por los obreros y en Petrogrado fue incruenta, a diferencia de Moscú donde las fuerzas contrarrevolucionarias pasaron al contraataque. La Revolución del mes de Octubre no fue un golpe de Estado, tal como manifiestan los historiadores burgueses, fue consecuencia del apoyo mayoritario de los obreros y los campesinos pobres al llamamiento de los bolcheviques. El II Congreso de los Sóviets, celebrado del 25 al 27 de octubre de 1917, aprobó la creación del Consejo de Comisarios del Pueblo, y ratificó los decretos propuestos por Lenin, referentes a la entrega de la tierra al campesinado y el fin de la participación de Rusia en la guerra imperialista.

Con esto, como señaló Rosa Luxemburgo: "Los bolcheviques se han apresurado a formular, como objetivo de su toma del poder, el programa revolucionario más completo y de mayor trascendencia, es decir, no el afianzamiento de la democracia burguesa, sino la dictadura del proletariado a fin de realizar el socialismo… Lenin y sus camaradas han demostrado que tienen todo el valor, la energía, la perspicacia y la entereza revolucionaria que quepa pedir a un partido a la hora histórica de la verdad". Así nacía el primer Estado obrero de la historia.

(*) Sintraintevep

Referencias.
1. V. I. Lenin, El marxismo y la insurrección.
2. R. Luxemburgo, La revolución rusa, en Obras Escogidas, Ed. Ayuso, pp. 119, 123, 125.



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Lucidio García


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