Cualquier asociación o invento de los poderosos se hace con la finalidad de hacer dinero. Esto no sería dañino si tal objetivo no se lograra exfoliando y explotando a los más desamparados. Cuando los adinerados de un país o del mundo se agrupan para fundar un periódico, una clínica, una ong, una secta, un partido, una planta de televisión, un banco, una fábrica de alimentos, una editorial, un laboratorio, o lo que sea, se debe tener la certeza que el único propósito de aquellos es aumentar sus cuentas bancarias sin importar el detrimento que esto le pueda traer a los consumidores o a quienes utilicen sus servicios. Peor aún, le interesa un bledo el daño que estas empresas les pueda causar a la salud de las personas o al medio ambiente.
Cuando los poderosos comenzaron a asociarse surgieron las diferentes formas de gobierno, bien sea la monarquía, el imperio, la dictadura y la democracia. De estas estructuras brotaron la esclavitud, la servidumbre, el latifundio, la explotación del hombre pobre por el hombre rico, los tratados de libre comercio, la privatización de las empresas, el neoliberalismo, las organizaciones mundiales de comercio, los centros financieros mundiales, los tratados militares internacionales, las agrupaciones políticas internacionales, las cofradías para proteger los derechos humanos, entre tantas, cuya única finalidad es la de proteger las finanzas de los capitalistas. Ciertamente, si el objetivo de la creación de tantas organizaciones fuera la protección de la humanidad, no hubiese tanta pobreza y tanta desigualdad en la distribución de la riqueza proveniente de la Tierra, de la cual se han apoderado los acaudalados.
Las monarquías y los imperios fueron inventados para proteger las riquezas, los bienes muebles e inmuebles de los aristócratas. Nada diferente a lo ocurrido con los imperios cuyos gobernantes inventaron las colonias o los protectorados (la misma vaina) para que los capitalistas robaran de manera insolente los recursos naturales de los pueblos sometidos, conduciendo a los colonos a vivir sumido en la pobreza más miserable. Todavía hoy, en pleno siglo XXI, los habitantes de África, Asía y América siguen padeciendo las consecuencias de aquel ignominioso y opresor modelo político.
Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (1945) mucha de las vetustas monarquías desaparecieron y con esto los petulantes y vagos aristócratas. Y con una Europa destrozada y aniquilada financieramente EEUU surge como una de las potencias mundiales y con ella la hegemonía del capitalismo. A partir de esta fecha el mundo quedará expuesto a los dictámenes emanados desde sus centros poder: el Pentágono, el Departamento de Estado, la CIA, las corporaciones industriales, entre estas la industria militar, Wall Street, el Banco del Tesoro, las empresas energéticas, las entidades bancarias, entre las numerosas corporaciones beneficiarias de extraordinarias ganancias, como consecuencia de la explotación de los recursos minerales o de otros recursos provenientes de diferentes países.
Finalizada la Segunda Guerra Mundial, durante la Guerra Fría, emerge en Europa las dictaduras como forma de gobierno, tanto en España liderada por Francisco Franco, como en Centro y sur América, en las cuales surgieron dictaduras militares apadrinadas y apoyadas por los diferentes gobiernos de EEUU. Por ejemplo, en Venezuela se destacan J. V. Gómez y Pérez Jiménez, Fulgencio Batista en Cuba, los Somoza en Nicaragua, Augusto Pinochet en Chile, Stroessner en Paraguay, Rafael Leonidas Trujillo en Rep. Dominicana, Antonio Noriega en Panamá, Videla en Argentina, François Duvalier en Haití, Rojas Pinilla en Colombia, Hugo Banzer en Bolivia, Huberto Branco en Brasil, entre otros. Lo mismo sucedió en África y en Asia donde gobernaban tiranos protegidos y apoyados por los gobiernos de EEUU y por los antiguos imperios europeos. Todos estos despotismos tenían tres cosas en común: eran dictaduras made in USA, en todas se violaban descaradamente los derechos humanos y todas estaban vinculadas con las oligarquías de cada país.
Veamos lo que afirma J. Locke: "Siempre que el poder, que se ha puesto en manos de una o varias personas para el gobierno del pueblo y para salvaguarda de sus propiedades, se aplica a otros fines, o se hace del mismo para empobrecer, acosar y someter a las gentes a los mandatos arbitrarios e irregulares de quienes lo detentan, se convierte inmediatamente en tiranía, sin importar que ese poder esté en manos de uno o de muchos".
Lo más resaltable de las dictaduras en Sur y Centro América es la vinculación de las oligarquías criollas con los grupos económicos estadounidenses. Si lo dudan me remitiré a una carta enviada (1925) por Fráncico Colmenares Pacheco (cuñado del benemérito) al general Juan Vicente Gómez: "Mi querido general: Como sé que a Ud. le gustará mucho, me es grato comunicarle que por fin hoy después de seis meses de incansable labor, he logrado firmar el traspaso de las seis mil hectáreas que Ud. tan generosamente tuvo a bien en obsequiarme en la región petrolera del Zulia, a la compañía la Gulf Oil, ante el Tribunal correspondiente de manera definitiva, por la suma de noventi-siete mil quinientos dollars, los cuales quedaron en depósito hasta tanto venga a Maracaibo, a dicho Banco la copia de los documentos registrados, para entonces recibir el dinero. También me firmó la compañía el documento en que me reconoce el cinco por ciento de la producción de petróleo por el término de treinta años, que será más o menos el tiempo que durará la explotación. Lo saluda y lo abraza su affmo: F. A Colmenares Pacheco". (Tomado textualmente del libro "Los hombres de Benemérito" Epistolario inédito).
Como se observa, así se hicieron los negocios en las dictaduras made in USA propiciadas y apoyadas por los gobernantes de EEUU, las grandes corporaciones internacionales, para el beneficio de la oligarquía criolla.
Una vez finalizados los gobiernos dictatoriales en América Central y en Suramérica los grandes capitalistas inventaron la llamada Democracia Representativa, una fórmula para que los poderosos foráneos pudieran hacer buenos negocios y para que los chulos rentistas del patio trasero recibieran su parte de la transacción, similar a lo que testimonia la carta de Colmenares Pacheco.
Indudablemente, al gobierno de USA y la mal llamada "Comunidad Internacional" no les interesa ni la democracia, ni tampoco los derechos humanos de los llamados países del "tercer mundo". Su única motivación es colocar en la presidencia de estas naciones a hombres o mujeres que le aseguren a sus industrias materia prima barata, además de tratados comerciales que los beneficien a ellos. La ansiedad pecuniaria de las avaras corporaciones internacionales es imposible saciarla, por eso buscan instalar en todos los países del planeta gobiernos neoliberales que les asegure la desnacionalización de las industrias básicas.
De nuevo el mundo permanece estupefacto ante las arbitrariedades de la oligarquía hondureña que pretende, mediante un insolente fraude, desconocer la voluntad de un pueblo, el cual plasmó en las urnas la necesidad de un cambio. Así mismo, la fuerzas oscuras del poder omnímodo del dinero intenta arrebatarle el triunfo a de los hombres y las mujeres de Honduras quienes se cansaron de la democracia made in USA, la cual ha sometido a esta nación a los horrores de la violencia y a la infame miseria.
América del Sur algún día abandonará las democracias neoliberales made in USA como las de México, Colombia, Paraguay, Perú, Brasil y Argentina. Las mismas que perdieron su soberanía al mantener dentro de sus fronteras bases militares estadounidenses, cuyo único empeño es resguardar los intereses de las usureras corporaciones globalizadas. Bien lo expresó Simón el Grande: "En los gobiernos populares, y sobre todo en la revolución se necesita mucha política para mandar". Lee que algo queda.