Sálvese quien pueda

Venezuela es un país para quedarse. Sí, así rezaba un viejo comercial turístico en referencia a la Venezuela de antaño. No precisamente por su situación económica generalizada de entonces sino por su belleza, sus paisajes, su atractivo turístico (multiétnico, cultural, biodiverso, etc.), a ésa es a la Venezuela que me refiero. Una Venezuela, por cierto, que sigue manteniendo ese esplendor tan hermoso del que pocos lugares en el mundo pueden presumir. Aquí neva, llueve, truena y relampaguea. Aquí se te pierde la vista en esos horizontes y planicies llaneras. Las playas no tienen nada qué envidiarle a los mejores paraísos turísticos del mundo y nuestros Andes dan testimonio de ese exotismo campestre que tanto nos gusta. Aquí hay de todo y para todos.

Pero en ese cúmulo del "todo" del que nos sabemos poseedores hemos incurrido en una falta grave y descuidamos nuestros valores, nuestras costumbres, nuestra idiosincrasia. Todo eso ha devengado en que las instituciones no sirvan y que el gobierno -de forma descarada- esté jugando ahora a dos bandas. Y usted se preguntará: ¿por qué?, sencillo: se lo hemos permitido, nos lo hemos permitido y hoy pagamos todos (quienes apoyamos esto desde el inicio y quienes no), las consecuencias de nuestra omisión, de nuestra permisividad, repito: del descuido de nuestros valores. Siempre nos hemos sabido un país "rico", con abundante petróleo y recursos minerales y esa ha sido nuestra carta de presentación en el exterior o ante los foráneos que nos visitan. Pero no sopesamos que el mal uso de toda esa riqueza nos podría hundir en algún momento y hacernos padecer como país las penurias a las que hoy quedamos expuestos. Hicimos caso omiso a las sabias palabras del ilustre Arturo Uslar Pietri y nunca "sembramos el petróleo".

Estas líneas no van expresamente a quienes desde siempre adversaron este proceso político, aunque no por ello sean excluídos de las mismas, sino más bien para quienes sí lo apoyamos y creímos en él.

No pretendo ahora formalizar un "salto e'talanquera" ante quienes lean esto, ni mucho menos hacer ver ante la opinión de los demás que me arrepiento, no. Es más sencillo que eso pero mucho más determinante: me equivoqué. Sé que muchos que ven esto en este preciso instante se sienten identificados con el enunciado porque reconocen que, aunque también se equivocaron, no pueden hacer mención de ello y prefieren "morir callados". A todos se les respeta su manera de pensar y actuar. Yo por mi parte estoy más bien intentando, desde mi perspectiva, poner las cosas en su sitio y llamarlas por lo que verdaderamente son. Sigo pensando que la izquierda democrática es la alternativa en un plano global, universal. Creo firmemente que sus postulados, si se aplicaran como teóricamente se expresan, serían la solución a los más graves problemas que enfrenta la humanidad, así lo creo. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Y lastimosamente, la experiencia en los casos puntuales en los que se ha intentado aplicar esta modalidad de gobierno, ha demostrado que sus resultados no han sido nada satisfactorios para el pueblo en general, salvando las distancias con la República Popular China quien se ha fusionado con ramas que un izquierdista cerrado jamás imaginaría y, en ese particular, han demostrado que sí es viable un camino político en el que se tomen en cuenta aristas totalmente opuestas aunque necesarias dentro de un proceso político. Espacio para todos.

Ahora bien, producto del error en el que incurrí al haber permitido a través de mis votos y, en los últimos años, a través de mi omisión en hechos que consideré estaban mal encaminados, hoy veo con estupor como el país que nos dejaron nuestros padres y sus padres antes que ellos, se está desmembrando en la más vulgar de las sociedades, la nuestra. Es una pena decirlo pero perdimos los valores, perdimos el sentido de humanidad, de convivencia y me atrevería a decir que hasta perdimos el sentido común. Lamentable. Nuestros gobernantes están ahí porque nosotros (repito, aludiendo a quienes apoyamos "la revolución" a través de los votos), así lo permitimos y lo decidimos. Porque creímos ciegamente que, lo que en diez años no se pudo mejorar no tardaría en acomodarse. Craso error. Nos metieron el dedo en la boca y hoy somos víctimas del más nefasto modo de gobierno jamás visto en nuestro país. En defensa -y no en justificación- de nosotros como sociedad, debo decir que gran parte de la pérdida de esos valores son producto de toda esta situación de vida en la que hemos caído y por la cual, lo queramos o no, nos hemos visto envueltos. Generalizo porque quizás no todos incurrimos en las más bajas conductas que podemos demostrar como seres "civilizados", pero sí lo hacemos gravemente en otras tantas fallas que nos hacen merecedores de estar incluídos en esta lista del "todos y todas".

Las colas para todo (y cuando digo "todo" es "todo"), la especulación desmedida con los precios de productos básicos, el descaro y la desfachatez de los comerciantes y vendedores que varían al son del famoso "dolar-today", el pésimo servicio del transporte público (incluído el sistema ferroviario y Metro), el sistema de salud, el desfalco y despilfarro de dinero en los llamados "Megaproyectos de Producción Nacional" y un largo etcétera de cosas que seguramente con solo leerlas ya nos produciría un fuerte dolor de cabeza, son los causantes de mayor peso en todo lo concerniente a nuestra conducta actual como ciudadanos, como sociedad. Ojo, no busco culpas externas ni omitir nuestras propias fallas, lo que trato es de buscarle un porqué (más o menos generalizado), a ese desproporcionado crecimiento en el mal modo de (con)vivir en nuestra Venezuela de hoy. Es evidente que las razones saltan a la vista. Más allá de reconocer que en muchos casos fallamos por nuestra cuenta, más que nada porque somos seres sin valores o lo que es lo mismo: con muchos antivalores (si se me permite la expresión), también hay que asumir que la mayor parte de esa conducta generalizada en el seno de la sociedad misma, viene dado como una respuesta a los estímulos que estamos recibiendo por doquier: la política, la comida, la salud, las elecciones, el bono de "asuntos sin importancia" (porque para todo hay un bono ahora), el pago de los servicios, el EFECTIVO, (verga, en este momento en el que escribo estas líneas me acabo de acordar que no cargo nada de efectivo encima), la caja del CLAP, el Carnet de la Patria, las elecciones, ahora esta bajando el dólar, volvieron a subir el pasaje... ¡Cóño!, ¿así quién no se va a comportar como un animal en la calle?

¿Y el gobierno? Ésa es la pregunta implícita en todo esto. Es en donde viene a la mente de todos y todas quienes apoyamos esta "revolución", el sentimiento de indignación, de irrespeto, de burla y desamparo por parte de los que fueron escogidos para proteger nuestras garantías, nuestros derechos y servicios mínimos. ¿Qué pasó con ellos?, ¿en dónde están gobernando? Porque pareciera que se hubieran ido a otro lado a ejercer los cargos para los que fueron electos pero que no acá. Porque en sus declaraciones expresan que "somos víctimas de una Guerra Económica Inducida", que todo es parte de un "macabro plan orquestado desde Washington apoyados por sus vasallos", "que la Revolución no debe morir en manos de oligarcas apátridas" (y aquí pregunto yo: ¿acaso sus hijos estudian en escuelas o universidades públicas, saben ellos mismos lo que es calarse una cola desde la madrugada para que te puedan vender dos kilos de harina, saben lo que es viajar en Metro/Ferrocarril/transporte público en horas pico, han sido atendidos en hospitales públicos o atracados a manos del hampa?). La culpa no la tiene nadie de adentro, sino los demás. Los que no apoyan esta vaina (que además NO son Gobierno), son los culpables de toda este verguero, incluso los de afuera que intentan invadirnos y robarse nuestro petróleo, en fin, 'la culpa es de la vaca' pues. Pero jamás del Gobierno. Más culpa tiene un gringo que esté de turista por estos lares que el mismo Gobierno, es así. La autocrítica de la que tanto eco se hizo Chávez en su momento desapareció. Al no haberla se intenta distorsionar todo ante la opinión pública (nacional e internacional), y se plantea que la situación esta bien y que acá no esta pasando nada.

¿Crisis humanitaria?, no me jodan, esas son vainas de Borges, Maricori y su combo para desprestigiarnos y que nos invadan las fuerzas yanquis. Por cierto, hago un paréntesis acá para señalar la bufonada en la que fuimos protagonistas hace unos fines de semana atrás al exponer al mundo un "simulacro en caso de invasión norteamericana", por Dios. Disparos, chopos, explosivos y una columna de humo fue lo que predominó en ese sinsentido politiquero que lo que hace es someternos cada vez más como país al escarnio público internacional. ¿Qué pretenden con acciones de este tipo?, ¿Amedrentar a quién? Porque los únicos que en verdad estaban en zozobra y desesperación eran los propios habitantes del sector en el que se realizó el simulacro que no tenían la certeza de lo que sucedía hasta que por algunas redes sociales una diputada salió informando del hecho "heroico y patriota" de prender un candelero en las azoteas para asustar a los yanquis.

La contrariedad se manifiesta en los aumentos salariales cuando nos damos cuenta de que, entre más otorgan, más pobres nos hacen. Venezuela es el único país en el mundo en el que su gente se entristece cada vez que se anuncia un nuevo ajuste salarial.

Aparte del "DollarToday" hay otro factor -no oficial- de medida de la economía actual, yo diría que el "HuevoToday", porque no es sino que aumenten el salario (a veces hasta sin aumentarlo), para darte cuenta que el dólar y el cartón de huevos se disparan simultáneamente, como si entre ambos existiera un nexo financiero-virtual, intrínseco e invisible. Incluso, me atrevo a decir que nuestra medida económica paralela (entiéndase el HuevoToday), es más influyente que el dólar y más cara. Cabe destacar, en este sentido, que los cajeros automáticos sólo dan diez mil bolívares, lo cual no alcanza precisamente ni para comprar un huevo detallado. La gente en la calle habla de todos los alimentos que aumentan a cada segundo, hablan de los repuestos de los vehículos, las viviendas, los costos en los servicios, pasajes, de la escasez del papel moneda (aún con el nuevo cono monetario incluído), la ropa y un sinfín de cosas que se han vuelto incomprables para el venezolano de a pie, el asalariado, el que se rebusca y le echa bolas a la vida para poder -medio- pagar sus gastos básicos y termina englobando y cerrando la lista de quejas con un broche de oro omnipresente al final de cada oración que termina más o menos así: "...pero, ¿viste en cuánto está el cartón de huevos?".

El dólar ahora esta bajando de precio (aunque esto solo sea temporal), y las cosas siguen y siguen aumentando en bolívares, ¿entonces?. Ya no es necesario que nos joda ese famoso "DollarToday" ni el Gobierno. Hemos aprendido a jodernos nosotros mismos. En medio del caos y la anarquía en el que se ha convertido el comercio, hacemos lo que nos da la gana con los precios, total, ni a la SUNDEE le importa a razón de que no hay un solo fiscal que normalice o sea garante de las leyes en este sentido. Tierra de Nadie.

Otra de las cosas que nos tiene a todos expectantes es el tema del futuro inmediato, del cumplimiento de las metas, el logro de objetivos materiales e inmateriales por los cuales luchamos en pro de una calidad de vida mejor. La premisa de la mayoría de los jóvenes es estudiar, profesionalizarse para asegurar, primero, un empleo digno y segundo, la experiencia que te forme como parte de esta sociedad a la cual servir para ser retribuido con el cumplimento -justamente- de esas "metas". Se supone que el Estado esta en la obligación de darnos las herramientas y nosotros debemos compensarle luego, pero... ¿es viable realmente hoy vivir del salario profesional en nuestro país?, la respuesta es muy simple. El costo de la vida es algo impagable (nunca mejor dicho), en todos los sentidos: alimentación, salud, vivienda (alquilada o propia), vehículo, servicios, entre otros. ¿Puede una pareja joven, profesional y asalariada costearse estos "lujos"?, otra respuesta simple. Solo hay que ir sumando. Nadie dijo que tenía que ser fácil ni regalado, pero tampoco nos dijeron que el acceso a esas cosas iba a ser algo casi imposible. Utópico.

Con menos de la preparación académica y profesional de la que hoy muchos presumimos, nuestros padres tuvieron muchísimas más cosas de las que hemos logrado nosotros y en menos tiempo, disfrutaron más de la vida, viajaron, invirtieron, compraron bienes y vendieron. Fueron parte de ese motor que ayudó a levantar a Venezuela durante el 'boom' petrolero, sin que ello incidiera de forma notoria en la desmejora y el detrimento ambiental, lo cual también es muy importante sobre todo si tomamos en cuenta la -posterior- calidad de vida de los ciudadanos/as. Cuando viajaban lo hacían mayormente por dos cosas: placer y/o estudios. Esa era la finalidad de viajar para un venezolano anteriormente. Hoy el éxodo masivo de profesionales, bachilleres, jóvenes talentosos y emprendedores se debe a otra cosa: ya no podemos vivir dignamente en nuestro propio país. Y nos vemos obligados a soportar los más viles vejamenes en tierras extranjeras siendo un país que todo lo tiene y que, lamentablemente, en manos equivocadas, todo lo esta perdiendo.

Hoy se cuentan en millares los compatriotas venezolanos que se encuentran trabajando afuera. Ofreciendo su mano de obra, sus conocimientos, su experiencia y sus aportes a las sociedades de otros países. Fueron formados aquí para trabajar y levantar cada vez más otras naciones. Contradictorio: "Cachicamo trabaja pa'lapa". Y eso quienes pueden ejercer, porque lo más triste del caso es que, en su gran mayoría estos venezolanos no se dedican realmente para lo que fueron preparados sino más bien a sobrevivir con lo accesible dentro de la cartera laboral con la que cuente el país anfitrión. "Esto es lo que hay". No siempre es lo mejor, ni lo esperado pero cuando se dan cuenta de que con esos sueldos pueden costearse arrendamiento, comida, ropa, artículos personales y además pueden cambiar a otra moneda y enviar dinero a su familia, la cosa deja de ser meritocrática y pasa a ser más bien conveniente. Independientemente de a lo que se dedique. En resumen, consiguen lo que en su propio país -lamentablemente- no pueden. Entonces me pregunto: "¿es justo criticar el éxodo de otros?", la respuesta en estos momentos creo que es demasiado obvia. Más bien me parece que lo injusto es que se vean forzados a emigrar a otras tierras todos esos compatriotas en vez de ejercer para lo que han sido formados o aportar en el crecimiento de su sociedad, eso es lo injusto. Que un vendedor informal se lucre más con el famoso "efectivo" que lo que puede devengar un doctor o un abogado asalariado, cosa de locos. Incluso tengo amigos, que en vez de estar litigando andan haciendo "carreritas" con sus vehículos, rebuscándose -como decimos- en el día a día. Ojo, sin ánimos de menospreciar el trabajo de los comerciantes informales, el cual es tan digno como cualquier otro. A quienes verdaderamente me refiero es a esos especuladores/tramposos que andan en la calle aprovechándose de la situación actual en la que estamos. Alguna vez leí por ahí (no recuerdo dónde), que en "las crisis es en donde se generan las oportunidades y el ingenio para la riqueza", pero no me jodan. No creo que quien lo haya escrito haya pensado jamás en las trampas que hoy se han inventado en nuestra Venezuela para lucrarse más y más. La anarquía y la falta de supervisión y control se apoderaron de nuestra sociedad. Pagamos con dinero virtual (transferencias), el dinero en efectivo (papel moneda), a unos porcentajes exorbitantes, ¿quién le pone el cascabel al gato?

El transporte. Otro problema más que se ha vuelto parte de nuestra rutina diaria, tanto si se tiene vehículo propio como si no. El costo de los repuestos nos afecta a ambos bandos y, como era de esperarse, también se convirtió en algo cíclico con lo cual lidiar. Aumento desenfrenado en el precio de los pasajes para el transporte público bajo la "excusa" del alto costo de la vida. Lo coloco entre comillas porque ya no distingo si es realmente una excusa, una justificación o si de verdad amerita que semanalmente todo aumente. Anarquía y caos total en este particular, como en otros ámbitos. La jungla de concreto con la cual nos enfrentamos a diario nos empuja a comportarnos salvajemente aludiendo a la premisa primitiva de la "Supervivencia del más Fuerte". Recientemente una compañera de labores fue víctima de una agresión fortuita en medio de la pugna que se ha vuelto el poder abordar una unidad de transporte público. Cayó sin más en el asfalto y se fracturó un brazo. Ejemplos hay miles a diario de la significancia que este problema tiene en nosotros, lo sé. Lo vivo y lo vivimos en carne propia, los de a pie y los que no. ¿Nos importa?, ni de vaina. Lo importante es llegar a nuestros destinos al costo -humano y monetario- que sea pero llegar. El gobierno parece no estar al tanto de esta problemática (¿parece?), total, ellos van y vienen en lujosos autos a cualquier parte (chofer incluido) y no padecen en carne propia estas penurias. Quizás por ello no se abocan al meollo del asunto que es atender de manera certera las carencias públicas. Pero no importa, ahí está el -súper/mega/galáctico/ultrapoderoso- Carnet de la Patria que esta destinado a resolver todos nuestros problemas como por arte de magia. "Sigue creyendo que estás gordo y no comas", dicen por ahí.


Nos jodieron y nos jodimos, literalmente. Nos volvimos parte de este sinsentido corrupto en el que se convirtió nuestro pueblo. La gran mayoría de las y los venezolanos hemos sido cómplices en tanto que hemos omitido valores y acciones que sabemos van en contra de los principios morales básicos. Nos los engavetamos y nos olvidamos de ellos como para no volverlos a usar más. Solo nos preocupamos egoístamente por cada uno de nosotros sin tomar en cuenta cómo afectamos a otros. La anarquía y el caos son los amos y señores de nuestra sociedad. 'Papá Gobierno' pareciera estar jugando ping-pong con la Oposición, como me dijo un compañero de trabajo, y se pasan la pelota de un lado a otro en ese partido que llamamos "Democracia". En el medio, es decir, en la malla, estamos nosotros, los pendejos a la espera de que la pelota en cualquier rebote y nos pegue con algo. Pero no nos llamemos más a engaño mi gente, los dueños de la pelota son ellos.

Sálvese quien pueda.



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Mario Araque


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