Un Manuel Ortega se avista en el futuro de Maduro y su Circo

Henry Falcón representa la opción democrático burguesa genuina, además los intereses del FMI y del capitalismo imperial. Su discurso y propuestas son un clásico del liberalismo. Maduro hace, de hecho, lo mismo, pero lo disimula con un discurso antiimperialista fatuo, cargado de contradicciones (el único antiimperialismo verdadero es el socialismo) y un populismo que él llama cínicamente “socialismo en lo social”, porque en lo económico es liberal.

Para blindar (o intentar blindar) sus planes privatizadores Maduro sacó debajo de la manga la ANC. Con este comodín jurídico aprobó una ley de protección y estímulo a las inversiones extranjeras, cuestionada por juristas y especialistas incluyendo a Luis Britto García. Al mismo tiempo el gobierno de Maduro, desbarató el “reloj” de PDVSA, es decir, la maquinaria que llegó a producir 3 millones de barriles diarios de petróleo hasta la muerte de Chávez, a pesar del “paro petrolero” del 2002 y de todas las acusaciones de corrupción (Hoy, el reloj dañado, sin sus piezas fundamentales, si acaso llega a producir un millón o menos de barriles diarios de petróleo: “la envidia corroe” dice una canción), para luego modificar lo bien hecho hasta ahora y decretar nuevamente la posibilidad de contratar de manera directa servicios foráneos para recuperar la producción (más ben la industria), echar andar el reloj, pero volviendo al esquema (superado por Chávez y Ramírez) de la trasmisión de muestra industria a las Operadoras de Servicios: adjudicar de nuevo los campos a las antiguas concesionarias, a otras nuevas, más Chinos y Rusos, en condiciones “muy estimulantes” para ellas, dejándoles el control operativo total… Además de despertar de su breve invernación a Halliburton y Schlumberger, las mega empresas, destinadas a recuperar lo irrecuperable y a quedarse con casi toda la torta global.

Ya antes ESTE gobierno dilapidó nuestras “reservas internacionales” tratando de activar el aparato productivo nacional CAPITALISTA.

Aquí hay que hacer algunas preguntas ¿Por qué, luego de la muerte de Chávez, se decide volver a entregar el control de nuestra economía a la “empresa privada”, o sea, a los capitalistas nacionales  y extranjeros? ¿Por qué se abandonaron los planes de las empresas socialistas y todas las inversiones que se hicieron bajo el esquema de empresas estatales socialistas, el plan de “plena soberanía petrolera”? ¿Por qué se dejó de avanzar para “cambiar todo lo que debía ser cambiado”, es decir, de luchar por el socialismo, a favor de capitalistas chapuceros y colonialistas?  …Y ¿Por qué el pragmatismo?

La clásica respuesta dada por los capitalistas y nacida de los prejuicios burgueses de siempre es “porque el Estado todo lo corrompe”, “porque el Estado no sabe, no puede, todo lo burocratiza, es ineficiente”. Esta es la refutación más común, la mejor excusa para no pensar y trabajar de verdad, pero compartida por los mismos “Asesores” del gobierno de Maduro y por ellos mismos, convencidos (o aprovechados de un prejuicio muy clasemedia)… A pesar del empeño puesto por el comandante Chávez para ROMPER ese prejuicio y el esquema COLONIAL CAPITALISTA que lleva con él; ese  prejuicio encarnado como un gusano en la psiquis del venezolano clase media, de adjudicarle “eficiencia” a la empresa privada colonial  (la cual no produce nada, extrae, roba, especula, contamina, explota) e ineficiencia a los esfuerzos colectivistas y del Estado revolucionario.

La “eficiencia” capitalista, que en el caso venezolano, se traduce en parasitismo, aprovechamiento de las inversiones y bienes del Estado, robo descarado, especulación, explotación y violación de los derechos laborales, chupar de la “renta petrolera” como siempre, vivir de los subsidios del Estado al mismo grupito de “empresarios” de siempre…, son contados los llamados “emprendedores” “inventores” soñadores “en esta tierra de oportunidades”.

Y la otra objeción a la revolución socialista es que en ella se corren muchos riesgos, hace falta mucho trabajo, sacrificios y esfuerzos, para conservar el poder en revolución. Con ella, o mediante ella no es posible conservar el poder, pero para los oportunistas. Es decir, no importa las barbaridades que ese poder pueda cometer en contra de la sociedad y en contra de la naturaleza, lo importante es sostenerse a él, sin ideología, sin estrategia fundamental, sin principios y convicciones; “el fin justifica los medios”, y el fin del gobierno de Maduro es sostenerse en gobernando y disponiendo de todo al precio que sea, “desvaneciendo todo lo sólido en el aire”,  mintiendo, persiguiendo la crítica, acusando sin pruebas a los competidores, mediante el chantaje, la manipulación, jugando con el hambre y usando la magia encantadora del Circo de los hermanos Rodríguez.

A estas alturas del juego ya todo está perdido. No hay Petro que salve a la revolución sin ideología, sin práctica revolucionaria, a una revolución huérfana del entusiasmo necesario para luchar pero por un mundo distinto. Entregar a PDVSA será la solución para Maduro y es la solución para Falcón y el “cristiano”; privatizarlo todo; buscar dinero fresco para costear la reparación del Reloj y del país en el FMI, sea quien sea el que gane. Como sea, Venezuela y los venezolanos nos endeudaremos, claro, más los pobres que los ricos. Sobre nuestros hombros llevaremos el peso de esa deuda, que sirve para pagar los servicios prestados por los capitalistas para “sacar el país a flote”; sobre nuestro futuro, nuestra salud, nuestras vidas, nuestra dignidad. Aquel sueño de “Independencia y Patria Socialista” se desvaneció en cinco años, por no creer en la revolución socialista, en el poder de la revolución. Ahora Maduro y el Circo de los Rodríguez cuelgan de una brocha, como funámbulos, están en su medio natural.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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