La utilización de las ciencias aplicadas en el arte de la política, no es una novedad, a Marx el primer libro sobre termodinámica le causó tanto impacto que envió una carta a su autor para decirle que si hubiese tenido esas leyes a su alcance el descubrimiento del funcionamiento del modelo de acumulación del capital hubiera sido más fácil y divertido.
Gramsci fue el primer político que comparó el modelo de partido con un organismo vivo que se rige por las leyes biológicas de la naturaleza. Fidel Castro y el Che Guevara, después del triunfo de la revolución cubana se dedicaron por algún tiempo al estudio de la física para comprender las leyes que rigen la política y la economía.
En los últimos años son cada día más frecuentes los ejemplos de la utilización de las distintas ciencias en el ámbito de la política buscando influir en el comportamiento de la gente.
En el ensayo "perspectiva de guerra civil", el filósofo y escritor alemán Hans Magnus Enzensberger, recurrió a la utilización del concepto de guerra civil molecular a escala planetaria para tratar de describir cómo funciona un tipo de conflicto básicamente urbano, que puede estallar en cualquier parte y en cualquier momento.
A través de la aplicación de la bionanotecnologia es posible aislar una única molécula y estudiar su comportamiento. Este estudio y su posterior aplicación en el campo de las ciencias sociales, le ha permitido a una elite global influir en importantes acontecimientos sociales, y propiciar las llamadas guerras modernas como la de Bosnia.
Lo que se trata en definitiva es de romper el equilibrio atómico que rige una sociedad, influyendo en los enlaces que unen las moléculas. Ese equilibrio lo componen las leyes en su estructura jurídica, las decisiones en su componente político, los gobiernos en su componente de gestión pública.
En el caso de Venezuela la conducta asumida por la Asamblea Nacional de corte derechista, al proponer leyes que atacan el sistema integral de inclusión de la revolución bolivariana, las posiciones de la clase dirigente de la derecha de negar y atacar cualquier posibilidad de equilibrio político, son una muestra evidente de cómo funciona el modelo de guerra civil que se ha venido incubando en el país.
En el caso del componente de los gobiernos en los últimos meses hemos sido testigos de la intención de romper los enlaces atómicos, y aislar las moléculas para crear la guerra civil urbana, intentando crear las llamadas zonas liberadas explotando la inconformidad del ciudadano.
Los servicios públicos esenciales han sido sometidos a un boicot y sabotaje que ponen entredicho su funcionamiento, comunidades enteras que entran en rebeldía por la falla en el servicio de agua potable, obligando incluso al presidente a intervenir una hidrológica y suspender del cargo a su presidente, grupos humanos que ruegan que se ponga fin a los llamados apagones eléctricos, comunidades denunciando constantemente las fallas de los gobiernos locales en la recolección de desechos sólidos, el abandono de las ciudad por parte de los jefes locales al no poder por diversas causas cumplir con los planes básicos de asfaltado, reparación de vías, y limpieza general.
La ausencia del transporte público privado en las principales ciudades del país, en una activación de paro disimulado, el colapso de los sistemas de internet, y la red de suscripción de televisoras por cable los fines de semana, y la dramática situación que se presenta con la red de cajeros públicos, y el uso de los puntos de venta.
Ante estas perspectivas el gobierno parece no darse cuenta de la guerra civil que está a punto de estallar, y cuyo detonante va a ser el uso de movilizaciones y actos de vandalismo sin fines políticos aparentes, dirigido por jóvenes en las comunidades urbanas, y que necesariamente deben tener una respuesta del gobierno con lo que se intenta a romper el equilibrio de la unidad cívico-militar como molécula fundamental del sistema político actual.