¿Golpe "blando" en Unearte?

Nada como un buen colonialista, un buen capitalista o un buen imperialista para ingeniar eufemismos.

En el primer caso, la expoliación colonialista de la Abya Yala fue ingeniosamente bautizada como "descubrimiento"; los genocidas, como "colonizadores" y "evangelizadores"; y los aborígenes, como "salvajes y caníbales", esto es, una suerte de "alimañas con fisionomía de personas, pero fehacientemente "despojadas de dignidad y alma".

En el segundo caso, una nueva forma mucho más perversa de esclavitud fue acuñada como "salario", el amo esclavista fue apodado "gerente", "banquero" o "jefe de Estado"; y la hacienda latifundista, suplantada por el "Estado liberal burgués" y la "corporación trasnacional".

En el tercer caso, el imperialismo cultural actualizó el concepto de genocidio sustituyéndolo por el políticamente correcto término de "daños colaterales", el de ocupación por un ejército mercenario, por el de "Revoluciones de Colores"; y el de Santa Inquisición, por el de "guerra psicológica" y/o "ingeniería de las políticas del miedo".

El eufemismo ha devenido pues en la gasolina de más alto octanaje que alimenta toda suerte de fetichismos… y, por ende, de totalitarismos.

Queda así más clara la aptitud inversora de lo real que camufla la metáfora del "golpe blando’". Una operación idelógico-semántica que, en el plano geopolitico azucara la política imperial genocida, legitimando y facilitando la transferencia masiva de valor del Sur global hacia el Norte euro-racista. Transferencia que resulta, como se sabe, en hambre, enfermedades prevenibles y pobreza extrema para nuestros pueblos.

Pero ¿cómo salir de este laberinto?

Lenin insistía que "una revolución no se hace sino que se organiza". Y aclaraba también que la única forma de organizar una revolución socialista es mediante la resuelta pero paciente formación de nuevas instituciones revolucionarias, es decir un nuevo órden económico-social profundamente ético y crítico, impulsado por revolucionarios en formación constante.

Del paraíso del eufemismo al de los despotismos burocráticos

El eufemismo constituye hoy día una praxis que se despliega sistematicamente para camuflar, legitimar y eternizar una práctica ilegal o vergonzosa; o un sistema mundo signado por dichos pseudovalores y sus respectivas prácticas sociales.

Lo contrario del eufemismo fetichizador es la verdad descarnada, clara y científicamente demostrable. Una verdad con signo de clase. Así, el revés del eufemismo es el (des)cubrimiento y el alumbramiento de nuestra realidad concreta en toda su materialidad y toda su radicalidad histórica, en transformación y humanización permanente.

Despejada hasta cierto punto la práctica eufemística —de clara raigambre colonial— hay que decir que un golpe de Estado es un golpe de Estado aquí y en China. Un golpe de Estado es una subversión violenta y generalmente artera contra el orden legal/ constitucional, esto es, contra un orden socialmente establecido.

Los golpes de estado contra los descamisados

Ahora bien, cuando un golpe de Estado se libra desde fracciones de una o varias clases contra un proyecto nacional-popular y revolucionario, dicho golpe es una subversion contra los intereses históricos de una formación histórico social social muy particular: la clase proletara/ campesina/ excluida.

Dicho de otro modo, téngase o no conciencia de ello, todo "golpe blando" contra una institución que hace parte de un esfuerzo popular revolucionario es una subversión funcional al Estado burgués y por ende, resulta en favor del orden del Capital. Un Capital que de mil modos restituye su dictamen y su lógica sociometabólica adrede entrópica, oportunista y expoliadora.

Así, la lucha de clases no sólo tiene lugar entre las clases frontalmente enfrentadas en las esquinas derecha e izquierda de la politica. Toda lucha de clases opera en el seno mismo de las subjetividades, abriendo las puertas a una lucha entre fracciones de clase. Lucha que, pese a pertenecer, por ejemplo, al campesinado o el proletariado, muchas veces hostilizan contra su propia clase arrogándose que sus intereses de grupo o de tribu burocrática reemplazan y/o encarnan los más grandes intereses históricos de la clase.

El desclasamiento no resulta pues de una practica social específica sino de un complejo proceso de fetichización, es decir de inversión de la imagen del mundo concreto/ histórico/ social. El proceso de desclasamiento es un sumario de prácticas sociales por medio del cual el orden capitalista dominante reasume el control despótico de las subjetividades político-sociales, tornándolas sus zombies. El deseo fetichizado por el poder, el dinero, la mercancía, el control del Estado o de la sexualidad pornografizada pueblan de forma ubicua los medios de reproducción y celebración de la falsa conciencia a un punto de que se hace en extremo difícil eximirse de este universo entre simbólico, pulsional y material coherentemete invertido.

Hollywood sabe bien lo que hace y lo que busca con su tsunami de filmes de "acción", "narco-historias", y "dramáticos" cuyos personajes conspiran todos contra todos y sus videoclips vienen atiborrados de capos y solícitas "bailarinas". La cooptacion en favor del régimen del capital va hoy más allá de algunas migajas que caen de la mesa de los poderosos, o un mero masoquismo social tipo síndrome de estocolmo generalizado.

Invariablememte asoman los abogados del gran capital a contarnos la película de vaqueros aquella según la cual el orden económico-social existente tiene profundas raíces históricas y responde a un propósito científico o u dictamen divino. Pero se sabe desde Marx y Engels: "La historia de toda sociedad existente hasta el momento no es otra cosa que luchas explícitas o veladas por el poder material y espiritual". La historia no es otra cosa que la historia de la lucha entre las clases. En palabras fieles de Marx: "La Historia no hace nada. No crea ricos fabulosos. Ni libra las batallas. La Historia no es sino la acción de los hombres en busca de sus propios fines".

En esta misma linea reflexiona Lenin en 1899 en su ensayo: Nuestro programa:

"Y ahora preguntamos: ¿qué aportaron de nuevo a esta teoría (revolucionaria socialista) aquellos bulliciosos "renovadores", que tanto ruido han levantado en nuestros días, agrupándose en torno al socialista alemán Bernstein? ¡Absolutamente nada!: no impulsaron ni un paso la ciencia que nos legaron, con la indicación de desarrollarla, Marx y Engels; no enseñaron al proletariado ningún nuevo método de lucha; no hicieron más que replegarse, recogiendo fragmentos de teorías atrasadas y predicando al proletariado, en lugar de la doctrina de la lucha, la de las concesiones a los enemigos más encarnizados del proletariado, a los gobiernos y partidos burgueses, que no se cansan de inventar nuevos métodos de persecución contra los socialistas. (…).

Lenin no sacralizó a Marx ni a Engels. Todo lo contrario: los leyó, los digirió y los puso en situación de beligerancia en una nueva situación revolucionaria… tanto en el plano concreto material como en el espiritual.

"No consideramos, en absoluto, la teoría de Marx como algo acabado e intangible: estamos convencidos, por el contrario, de que esta teoría no ha hecho sino colocar las piedras angulares de la ciencia que los socialistas deben impulsar en todas las direcciones, si es que no quieren quedar rezagados de la vida".

Esta —en apariencia sencilla reflexión de Lenin— es primordial y cardinal para entender que no se puede librar una exitosa guerra de clases con las armas melladas del viejo aparato teórico e institucional liberal burgués y su concomitante lógica burocrática oportunista/ quintacolumnista.

Ya lo había advertifo Marx: "Para el burócrata el mundo es un mero objeto a ser manipulado por él". Entonces, el problema actual —como decía el filósofo y político francés Roger Garaudy— está en ‘’prolongar el movimiento inaugurado por Marx poniendo de nuevo en marcha la dialéctica bloqueada por el dogmatismo".

Pero es sano aclarar el término dialéctica pues el mismo ha sido rastrillado casi que para cualquier propósito, incluyendo fines muy poco santos. Una oportuna aclaración la dio Hannah Arendt en 1951 en su ensayo "Los orígenes del totalitarismo":

"La dialéctica hegeliana proporcionaría un maravilloso instrumento para tener siempre la razón porque permite la interpretación de todas las derrotas como el comienzo de la victoria. Uno de los más bellos ejemplos de este tipo de sofismas se produjo después de 1933, cuando durante casi dos años los comunistas alemanes se negaron a reconocer que la victoria de Hitler había sido una derrota para el Partido Comunista alemán."

No nos referimos a una apropiacion de la dialéctica —de inspiración idealista hegeliana— sino a una dialéctica de raigambre materialista histórica marxista. Lo cual sirve, entre otras cosas para advertir el movimiento de reflujo que puede —y suele producirse— tras cualquier victoria de la clase propletaria. Y dialécticamante, la repolitización que suele venir muchas veces tras una gran derrota. Para decirlo en buen cristiano, toda victoria de una clase sobre otra es siempre provisional. Y muy en particular lo es la victoria de la clase proletaria. Victoria por definición momentánea y precaria —dada la adversa o muy adversa correlacion nacional e internacional de fuerzas.

Particularmente aleccionador y escalofriante resulta ver el destino que les tocó encarar a los camaradas chilenos tras el golpe de Estado contra Allende propinado por el Departamento de Estado y comandado por Pinochet. Tanto la vanguardia política como la base social allendista fueron perseguidas a muerte. Pero lo fueron también sus críticos de ultraizquierda, alcanzando incluso hasta a los más anodinos burócratas y tibios. Para decirlo en un línea, a la falta de radicalidad de Allende —quien defendió con su vida las instituciones y formas burguesas y fetichizadas de poder— se sumó la fragilidad resultante de una cierta izquierda y ultraizquierda empecinadas en hacer una oposición infantil , a lo quee se sumó una burocacia hechizada por la imagen de un poder fetichizado del Estado que creyeron seguro en inmejorables manos.

Traigo a cuento estas reflexiones porque mi tesis es esta: la flamante victoria político-electoral alcanzada por el chavismo, dialecticamente pudiera estar seriamente amenazada. Pero no por una derecha intestina improvisada y subsidiaria de órdenes foráneas. Los enemigos que pueden voltear la tortilla de la contrahegemonia son, más bien, el triunfalismo, el sectarismo, el dogmatismo, el partidismo, el economicismo vulgar, el divismo, el izquierdismo infantil y enchinchorramiento burocrático. Tal complejo menestrón de desviaciones burocráticas con ínfulas de pequeño burguesas afecta simultánea y dialécticamante las esferas material y subjetiva. Afecta y determina las condiciones de posibilidad de emergencia de una nueva construcción del plano material, particularmente, de la economía; así como la edificación de la nueva subjetividad.

Veamos lo que dice al respecto Carlos Marx, en El Capital Tomo I:

"(La dialéctica) reducida a su forma racional provoca la cólera y es el azote de la burguesía y de sus portavoces doctrinarios, porque en la inteligencia y explicación positiva de lo que existe abriga, a la par, la inteligencia de su negación, de su muerte forzosa; porque, crítica y revolucionaria por esencia, (la dialéctica) enfoca todas las formas actuales en pleno movimiento, sin omitir, por tanto, lo que tiene de perecedero y sin dejarse intimidar por nada."

O para decirlo más claramente, con Mao Tse Tung:

"En la sociedad (vigente) de clases, cada persona existe como miembro de determinada clase, y todas las ideas, sin excepción, llevan su sello de clase".

Por ello mismo Mao extrae esta conclusión en octubre de 1938:

"En ningún momento y bajo ninguna circunstancia, puede el comunista poner en primer lugar sus intereses personales; al contrario, debe subordinarlos a los intereses de la nación y de las masas populares. De ahí que el egoísmo, la flojera, la corrupción, el afán de figurar, etcétera, sean lo más despreciable, mientras que la entrega abnegada, el entusiasmo y la energía en el trabajo, la dedicación de todo corazón al deber público y el esfuerzo concienzudo y tenaz, merezcan respeto."

Pero los efectos concretos de las dererivas de desviación fetichista/ burocrática continuada no son la excepcion sino la norma en la historia de la revoluciones. No obstante siempre ayuda "abrir la historia" de la lucha de clases como reclamaba nuestro Samuel Robinson, incluso en toda su complejidad y perversidad.

En el extracto del Prefacio a su libro: Perestroika: La economía sumergida reflexionaba el camarada inglés Harpal Brar en torno a la deriva mafioso-burocratica que preparó el terreno a la implosión del la URRSS

"La economía sumergida sentó las bases para el surgimiento y el crecimiento, por una parte, del crimen organizado, y por otra de todo un estrato de disidentes pequeño-burgueses, que enarbolaban la consigna de libertad: libertad para propagar el oscurantismo religioso; libertad para explotar, hacer dinero y no trabajar; libertad para escribir y publicar cualquier cosa, incluyendo especialmente material crítico del socialismo y sus logros. Espoleados por el desarrollo de la economía privada y las tergiversaciones del marxismo-leninismo, iniciadas por el liderazgo jruschovista, así como por el apoyo material e ideológico que recibieron del campo imperialista, estos grupos disidentes, que se contaban por decenas de miles a mediados de los años 80, promovieron el individualismo burgués y la codicia. Mientras vomitaban su veneno contra todo lo que oliera a socialismo, llevaron a cabo una verdadera campaña en favor de la propiedad privada, la libre empresa, el mercado libre y otras ‘libertades’ burguesas".

Y Brar, también presidente del Partido Comunista de Gran Bretana concluye:

"Al mismo tiempo, la economía sumergida sentó las bases materiales para el surgimiento de un estrato social cuyos intereses en última instancia no podían ser satisfechos dentro de los límites del socialismo. Así, estos prepararon las condiciones para la restauración del capitalismo. Mientras esta actividad de erosión, destinada a destruir el socialismo y restaurar el capitalismo, se iba produciendo a un ritmo cada vez acelerado, un cierto liderazgo revisionista se dedicaba a engañar a las masas soviéticas con fanfarronerías, por no decir mentiras, acerca de que la URSS se estaba encaminanda a todo vapor en dirección hacia la fase superior del comunismo. Mientras se llenaba los bolsillos protegiendo a criminales y empresarios ilegales, Kozlov aseguraba a los delegados del XXII Congreso del PCUS, sin la menor vergüenza: "…en la sociedad soviética ya no existe una base social sobre la que pueda surgir una corriente oportunista en el partido" (John y Margrit Pitman, La coexistencia pacífica – su teoría y su práctica en la Unión Soviética, 1964, pág. 69).

A contramano de esta tendencia desmoralizadora y disolvente del magno y heroico esfuerzo colectivo del pueblo soviético y su vanguardia siempre cabe recordar la brújula que nos dejó ese mártir comunista llamado Antonio Gramsci con esta bandera que acaba de cumplir 100 primaveras de haber sida escrita:

"Instrúyanse, porque necesitamos toda nuestra inteligencia.

Conmuévanse, porque necesitamos todo nuestro entusiasmo.

Organícense, porque necesitamos de toda nuestra fuerza."

Rodeos y desenlaces

Todo este circunloquio para decir que, al menos por ahora, no he presenciado en Venezuela gestión político/ cultural mejor orientada hacia la supresión efectiva del Estado burgués y la larga edificción del socialismo que la presidida por el camarada Alí Rojas al frente de Unearte. Un singular e inspirado esfuezo colectivo que es creación heroica en simiente, militancia indispensable para modelar una nueva subjetividad rebelde y patriota, soportada en la gestión, la investigación y la creación; la pasión y la fe; la pedagogia política de raigambre popular/ decolonial y la consciencia sobre la necesidad de romper con toda forma de neoestalinismo o de realismo naturalista/ socialista.

Un esfuerzo desde el que se comienzan a salvar inmensas alamedas —como quería Allende. O para decirlo de manera inmejorable, con Simón Rodríguez, una trinchera de oportunidad histórica para crear un nuevo sujeto individual y colectivo emancipándose a partir de un nuevo objeto ético estético desfetichizándose, esto es, humanizadándose: "Entre la independencia y la libertad hay una región inmensa que sólo con arte se puede recorrer."

"Moral y luces —decía nuestro Libertador Simón Bolívar— son nuestras primeras necesidades". Quería decir: creación heroica de una nueva subjetividad política y cultural, capaz de "parir la era" de una nueva condición material y espiritual deben ser nuestras principales conquistas históricas. Es decir, en Unearte se tramita urdir justo lo contrario de la "política cultural" preescrita por Allen Dulles, primer director civil de la CIA. Una politica particularmente eficaz para implosionar revoluciones nacional populares, como la soviética, de cuyo documento extraigo adrede esto:

«En la dirección del Estado crearemos el caos y la confusión. De una manera imperceptible, pero activa y constante, propiciaremos el despotismo de los funcionarios, el soborno, la corrupción, la falta de principios. La honradez y la honestidad serán ridiculizadas como innecesarias y convertidas en un vestigio del pasado. El descaro, la insolencia, el engaño y la mentira, el alcoholismo, la drogadicción, el miedo irracional entre semejantes, la traición, el nacionalismo, la enemistad entre los pueblos y, ante todo, el odio al pueblo ruso; todo esto es lo que vamos a cultivar hábilmente hasta que reviente como el capullo de una flor. Sólo unos pocos acertarán a sospechar e incluso comprender lo que realmente sucede. Pero a esa gente la situaremos en una posición de indefensión, ridiculizándolos, encontrando la manera de calumniarlos, desacreditarlos y señalarlos como desechos de la sociedad. Haremos parecer chabacanos los fundamentos de la moralidad, destruyéndolos. Nuestra principal apuesta será la juventud. La corromperemos, desmoralizaremos, pervertiremos…»

Como remachan los abogados: "A confesión de parte, relevo de pruebas".

A consciencia de que las artes y en general la genuina cultura libertaria y decolonial en la Venezuela Bolivariana libra una lucha encarnizada por salir de este estado de sujección Dullesiano —positivamente dominante en Venezuela y el mundo— un discreto pero brillante equipo de trabajo en Unearte al frente de Alí Rojas se encuentra librando una compleja aunque poco conocida y respaldada cruzada.

Razones tendría José Francisco de San Martín y Matorras para concluir: "No hay revolución sin revolucionarios. Los revolucionarios de todo el mundo somos hermanos".

A veces es mejor no hablar demasiado claro algunas cosas pues, como se sabe… a buenos entendedores… pocas tildes.

delgadoluiss@gmail.com



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Luis Delgado Arria


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