El daño ha sido demasiado grande y profundo

Más y más cada día estamos --- como sociedad venezolana --- retrocediendo en el tiempo.

Eso no es nada malo para mí personalmente ya que prefiero el caos al orden, lo salvaje a la libertad condicional, prefiero las sociedades tribales a la democracia occidental, la invención por necesidad versus el facilismo, y el trabajo al lujo.

O sea, me gusta la vida sencilla, productiva, pero productiva en base a lo que se pueda obtener para producir, si no hay madera, bueno, tal vez habrá cemento, y si no hay cemento, habrán conchas de coco, si no hay azúcar blanca (procesada), hay panela (azúcar negra no procesada), o caña de azúcar, y si no hay nada de eso, hay estevia, menta, y otras plantas que tienen aromas endulzadoras.

Si no hay pepinos, hay cactus, si no hay cerveza, fabrico mi vino de fresas, o de plátano, o de papas, o produzco agua de piña o vino de arroz, y si no hay vinagre, dejo que se pudra mi vino de plátano, y ¡voila!, vinagre casero.

Si no hay queso, produzco mi queso, si no hay nevera, preparo mis tortillas secas y carne seca, las cuales no necesitan refrigeración.

Si no hay alcohol para desinfectar las heridas, lo fabrico, destilo mi vino.

Si no hay agua potable, destilo el agua de mar, o de un pozo pantanero, y la hiervo.

Ven, desde chico quise ir a vivir en África para poder experimentar la vida sencilla, con lo mínimo, inventando todo el tiempo, variando dependiendo de lo que se consiga, amando ese caos, esa incertidumbre diaria ya que el caos (o la variedad continuadamente cambiante) es la única cosa que siempre ha existido durante los cientos de miles de años (hasta tal vez 2 millones de años) que el ser humano existe sobre este planeta, donde todo cambia todo el tiempo, nada es igual, siempre hay algo nuevo, una nueva necesidad, una nueva obligación, un deber, o un experimento.

La estabilidad social que conocemos hoy, con el facilismo de la television, los teléfonos celulares, las computadoras, el internet, la electricidad que llega a nuestras casas sin que sepamos cómo ocurre (ni nos importa realmente), el agua potable, carros, motos, camiones, papel toilet, papel para escribir, zapatos, etc., nos ha hecho "esclavos coloniales modernos" del amo, del "blanco," del mantuano, del criollo, del extranjero, del sistema occidental capitalista, esclavos de nuestras propias debilidades, esclavos de nuestra continuada ignorancia, y esclavos del sufrimiento cuando las cosas van mal.

Si no existiera nada de eso, esos facilismos, así como ocurre en muchas regiones de África por ejemplo:

¿Cómo haríamos para comunicarnos?

¿Cómo haríamos para proteger nuestros pies?

¿Cómo haríamos para escribir?

¿Qué tipo de entretenimiento tendríamos?

¿Qué comeríamos?

¿Quién sembraría y cosecharía?

¿Cómo nos llegaría esa cosecha?

¿Y las toallas sanitarias?

¿La pasta dental?

¿El desodorante?

Bueno, son cosas así que nos azotarán más y más cada día en este proceso de retroceso social.

¿Y si no hay gas para cocinar?

¿O gasolina?

Saben, cuando primero llegué a Venezuela en los años 1970, y antes de eso, la inmensa mayoría de los venezolanos y las venezolanas que se encontraban viviendo fuera de los cascos centrales de las grandes ciudades del país, recolectaban el agua de la lluvia porque no había agua por tubería.

La luz les llegaba pocas horas, y solo algunos días de la semana, y mucha gente cocinaba con leña porque no existía otra forma de cocinar la comida (debe se por eso que la parrilla es una comida tan tradicional aquí en Venezuela).

Bueno ...

Cuando era chico quise ir a vivir todas estas cosas en África, pero por circunstancias de la vida, llegué a Venezuela, donde tuve la inmensa suerte de vivir en las (entonces) selvas de Barlovento en un caserío de puros Negros (¡con mayúscula!) que hasta entonces todavía se escondían del hombre blanco.

No había entrada por carretera, ni agua, ni luz, y estaban organizados en bandas al estilo tribal, con sus jefes, y cortes, y médicos brujos, y todo.

Tuve muchísima suerte de haber podido compartir con ellos y vivir en carne propia mi aventura de niño.

CONCLUSIÓN

Les conté todo esto porque estamos en retroceso, estamos devolucionando hacia la Venezuela colonialista de antes, lo cual, como les dije más arriba, no es nada malo para mí, pero no es nada bueno para nuestra sociedad en general excepto tal vez desde el punto de vista de reconocer que por nuestras propias faltas, nuestra propia indolencia, por la viveza y el facilismo que el venezolano y la venezolana tanto amamos, que por negligencia, por no planificar para el futuro, por siempre echarle la culpa al otro, al gobierno, etc., bueno, hemos perdido lo que Chávez tan amablemente nos ofreció para liberarnos del colonialismo, de la sumisión al hombre "blanco," al mantuano, al criollo, etc.

Bueno, estamos otra vez de vuelta a esa época.

Saben, hay gente que se ha ofendido cuando he dicho, "La república bananera africana de Venezuela," pero no sé por qué ya que hoy bajo el mando de Maduro no somos tan diferentes a los países subdesarrollados de África central.

Bueno, creo que para salir de esta retrasada condición nos demoraremos unos 100 o 200 años, o más, pero solo después de que Maduro haya salido del paraje por completo para jamás volver, el daño ha sido demasiado grande y profundo, así como ha ocurrido en muchas regiones de África.

N.B. El título de este artículo podría haber sido "De revolución a devolución," ya que eso es precisamente lo que está ocurriendo hoy aquí en Venezuela, nada funciona como debe ser, ni los teléfonos, ni el internet, ni la electricidad, ni el agua, ni las escuelas, ni los bancos, ni las instituciones, ni el gas para cocinar, ni la gasolina, ni la comida, ni las medicinas, nada, excepto para los malditos corruptos, los enfermos-del-alma políticos y funcionarios del gobierno de alto rango, y los ricachones, y ... sus imitadores y bestaraseros y colaboradores.



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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