Podríamos preguntarnos, también: ¿por qué trump es el presidente de un gran país como los Estados unidos, o por qué bolsonaro está en Brasil, o por qué la cuarta duró cincuenta años? La respuesta es común. Veamos.

El capitalismo, genera sus propios mecanismos de seguridad, que le permiten reproducirse, perpetuarse, justificarse. La historia nos indica que los mecanismos de seguridad son una condición propia de cada sistema, los define: unos se sostuvieron en la superioridad de una raza, otros en la descendencia celestial de los gobernantes. No estamos pensando en fuerzas represivas, nos referimos a mecanismos psíquicos instalados en el alma, valores éticos, creencias, nos referimos a la "suprapolítica", a lo que, usando las palabras de Martí, "no se ve".

El capitalismo se fundamenta en el egoísmo establecido como valor moral. La competencia es su divisa, el lucro, su meta, todo lo santifica. De esta manera, la sociedad capitalista es, en realidad, un aglomerado de egoísmos, en el cuál, como lo dice el clásico, cada uno actúa de acuerdo a su propio interés, de la manera más egoísta posible, y la suma de estas tensiones egoístas mueve a la sociedad hacia lo que ellos llaman progreso, y es, en realidad, el camino a la extinción de la especie.

En el capitalismo toda actividad "social" está viciada por su contrario, signada por el egoísmo. Así, la Conciencia del Deber Social, de pertenencia a la sociedad, a la humanidad, es sustituida por otras pasiones, otros fetiches, quizá por la lealtad a un equipo deportivo, al Barcelona, al Boca, al Magallanes; los líderes son sustituidos por los goleadores, por los técnicos, la lucha de clases por el torneo, por la champion. A lula lo ponen preso y no pasa nada; Neymar, Ronaldo, Messi son intocables.

La política se volvió un torneo grosero de marketing, y la primera mercancía es la mentira. Los candidatos son objetos propuestos para la venta, con la mismas reglas que se aplican a la venta de un shampú. Las votaciones son ejercicios inútiles de individualismo, cada uno, tras un biombo, decide la conducción de la sociedad, sin relación con otros electores, sin nexos con los candidatos, sin vislumbrar las consecuencias de su voto. Se ha convertido, no podía ser de otra manera, en un torneo de profundización del egoísmo. Las naciones son subastadas, los votos trocados por mezquindades.

En contraste, la política verdadera, la disputa por la conducción de la sociedad hacia la integración social, hacia la conquista de la felicidad de todos, es un acto de profunda Conciencia del Deber Social

En estas circunstancias, la gente del capitalismo se mueve en un horizonte muy cercano, no ve más allá de su círculo mezquino, no percibe más allá de su existencia intrascendente, sólo se importa de sus necesidades inmediatas, muchas veces, ni siquiera de su círculo familiar más cercano. Si hay problemas en el país emigra para otra parte con más condiciones para satisfacer sus apetitos primarios. Si un candidato, o un presidente, promete, reparte de gratis cualquier cosa, consigue el relativo apoyo.

Ya tenemos una explicación al por qué esta "nosociedad" soporta a maduro, un gobierno que no avanza ni retrocede. La salida de maduro es una acto de sociedad, no por número sino por desprendimiento, sentido del común de quienes lo desalojen, pueden ser un número pequeño, pero guiados por profundos sentimientos de amor, es decir, de Conciencia del Deber Social, de entrega al bien de todos. El egoísmo impide el acto altruista, correr el riesgo, opera con red de seguridad...

Pero la vida es extraña, la política es irónica, la fortaleza de maduro es también su debilidad. Así como el individualismo, el egoísmo, bloquea su derrocamiento, de la misma manera impide su defensa activa, lo transforma en un huérfano.

Todavía quedan huellas, reliquias de la época cuando fuimos una verdadera sociedad. Es suficiente para un renacer.