Es que desde el ángulo que se le mire: es fácil conseguirle las tres dimensiones de su personalidad que, son muy pocos en el mundo de hoy que las mantenga como él con una facilidad que llama la atención y, por eso es que, el mundo está metido de cabeza en Venezuela, bien conocida a través del carisma y la revolución del comandante Chávez, pero llegó Guaidó y nos ensartó de lleno en el libro Guinness desde la misma noche que habló y engañó a Diosdado que, salió con las tablas en la cabeza que no encuentra cómo meterlo al Psuv, por eso hay que aceptar que Guaidó vale oro, gracias a Trump, que lo descubrió y opinó de inmediato que, mejor presidente para Venezuela no había otro y, por ahí anda como presidente además, de la AN sin inmunidad que, no lo ha privado de ir y estar a dónde quiera y, los gringos lo manden.
Por lo que no hay que ser tan pesimista ni tan contradictorio de ver en el ojo ajeno, lo que no quiere ver en el suyo, pero, la vaina es que Guaidó, no moja, pero empapa, apoyado adentro desde fuera e imposible de tocar que, el que lo toca se la tiene que ver con Trump y, como quien dice, una guará, que nadie se atreve a quitarle la pajita de su libertad que tiene a los militares en un no se sabe, pero él ahí y, de ahí no lo mueve nadie, así llueva nada más.
Entonces, se dan cuenta la importancia de Guaidó que, sin ser presidente de Venezuela que como presidente a lo mejor no nos castiga la adversidad y sería la maravilla no de un desierto, sino del mismo mundo que, no hay nación en ella que no despierte con su imagen, con su desplante, con su arrogancia y, hasta modelando a su quehacer de líder superior, con su pausada libertad y su filosofía de qué algún día será que, como aventura no lo desespera, ni lo tuerce de rencores y con toda la tranquilidad que se requiere para esos menesteres imprecisos, no lo desamparan y, los gringos cada día más resteados, apartándole los malos entendidos, la baja intensidad de sus actos, envolviéndolo de más pudor político, engordándolo de más sabiduría humanitaria, todo para que él crezca con el dólar a su favor y, su dulce esperanza que cada día está más cerca de Miraflores y, el día tiene que llegar que el país hastiado de tanta consideración y perseverancia lo atrape, además por su interés demostrado sin fronteras, lo van a tener que llamar, porque según él es, el único que arregla esto y sin él, Venezuela seguirá viviendo sus peores momentos que como un solo hombre está esperando por ese día, día que sera glorioso, saturado de un devenir que se ve venir a la grandeza, al florecimiento de un flotar en el aire de un pobre rico, aunque, no sea mañana, ni pasado, será otro, pero que aguante hacia el porvenir es lo más que hay con la voluntad de su juventud que no sufre de envejecimiento, ni de cataratas políticas.
Y como la pesadilla de los maduristas que él debe ser, el tic tac del reloj de llegar al poder, lo mantiene en un vilo que cada día abre caminos que van a su ritmo de aceleración de ser, lo que persigue con tanto ahinco y como todo un personal, bien entrenado de años de sufrimiento, está a su disposición para la gran arremetida de dejar de ser el autoproclamado y, pasar a ser el legítimo dentro o fuera de la Constitución que legalmente todo tiene solución, y él como todo un campeón de la política dificultosa, se persigna todas las noches con su consigna que como un deber mantiene que será presidente, quiera o no quiera Nicolás por cansancio que, si ayer le fallaron los militares, otros se sumarán en su auxilio en afrenta a su deber después, hasta que sea aclamado y nuestro drama de tener dos presidentes se haya acabado y, el gobierno de los EEUU descanse de su gran osadía de imponer presidentes en el mundo y, más en Venezuela que es la preferida de pudiente naturaleza a sus pretensiones de imperio.
Tarde o temprano, Guaidó se tragará las uvas del tiempo y Venezuela lo tendrá como el afortunado que es de tener tanta visión junta, y querer gobernar a un pueblo que, no se deja gobernar fácilmente, pero el que nace barrigón nace con fama y, a él jamás lo fajarán, porque cada día la felicidad de nosotros está más cerca y, si Guaidó lo dice, hay que creerle, porque hasta el momento todo lo dicho y proclamado lo ha cumplido que, hayan fallado otros es otra historia que no lo involucra. Su locura no es tal, porque los locos son otros que, lo metieron en el enredo de que fuera presidente que a él le encantó la idea y, como pudo haber dicho don Quijote, Guaidó no va a quedar imposibilitado de ser presidente, por no haber hallado nidos donde pensó hallar pájaros. Que en eso anda.
Guaidó no ha dejado pasar nada por debajo de la mesa y, en sus correrías inciertas se ha aferrado para llegar a ser presidente de Venezuela por las buenas o, por las malas, se ha forrado como estudioso del mundo político en desacato, lo que una vez dijo un presidente de la Romaña (antigua provincia italiana): "Es difícil gobernar cuando el pueblo está demasiado unido, pero, si se halla dividido, entonces es fácil". Y como buen romaño a presidente llegará. Por lo que no dejamos de pensar a lo Voltaire: "A menudo hay algo bueno en los abusos" y, rematamos con Wolf: "No hay nada sin razón de por qué existe". Y Guaidó existe y, además, quiere ser presidente.