Meses atrás: habíamos quedado de conseguirnos cuando, ella fuera a Margarita en Juangriego y, si reuníamos, la cantidad necesaria, podíamos celebrarlo, tomándonos un café, por lo que comencé a juntar desde esa vez que nos escribimos y, como tuve que salir de viaje al exterior, perdí la oportunidad de conocernos, por lo que al regresar me enteré que se hallaba en su fundo en San José de Guanipa, y allá me fui y, una amena conversación con guayoyo la convertí en una entrevista relámpago que, pasará a la Historia de largo sin punto ni comas, toda llena de frescura tal cual ella es, que dispara hasta con los dedos de la mano derecha y, a mí que me gusta reírme, no perdí ese regalo que me cayó del cielo tigreño.
Lo primero que le pregunté al rompe: ¿Amaranta: cómo te fue en la isla? Paisano -me respondió- me fue mal, tuve que venirme con la misma, ya eso no se parece ni de lejos a como era antes cuando, uno compraba sus trapos y entre ellos sus pantaleticas atrapa aire sin jurungar y, pareciera que los productos que se consiguen vinieran de la luna por lo caro y escasos que son, que por donde uno se mueva lo que consigue es sardina que hasta creo que todavía estoy llena de escamas y, lo otro es que aquellos atardeceres juangriegueros se han ido perdiendo, ya nadie les para y además, no tienen la lucidez de cuando Morel era gobernador, que uno salía con los ojos llenos de ganas de vivir allí, pero ahora no, que lo que se ve es a los turcos, porque hay más turcos que otra cosa y, la vaina que uno no le entiende un carajo de lo que dicen entre ellos, es decir, salí de allí decepcionada y, para mayor vaina por el tiempo sin ir y sin comer pescado del mercado, me tragué una espina y en vez de ir al centro de salud, me llevaron donde un curioso que me rezó en idioma encrespado que la espina salió sola.
¿Y cuántos días estuviste en la isla? Apenas -me dijo- me aguanté cinco días y como el ron que venden es tan malo y caro pesqué, una ronquera para mayor vaina que hablaba con los ojos y, los tabacos millaneros que antes eran mejor que los habanos cubanos para echar humo sentada, ahora cuesta para que cojan fuego y son malos y caros, y otra vaina, me vine con las ganas de meterme una cazuela de erizo y, no sólo eso, sino de que los cinco días, apenas pude bañarme dos veces, porque no llega agua a la casa donde estaba y, a la playa de Zaragoza fui un día y como yo acostumbro a dejar el traje baño allá y cuando me lo puse y llegué a la playa, no pude bañarme, porque estaba comido de hormigas que ese animal abunda por demás y son picadoras más que las de aquí, y lo que sí comí por demás fue, mango tino que, Emigdio Malaver, me llevó un saco del fondo de su casa y, me senté en un ture y me bodié tragando mangos que esas pepas quedaban lisitas y los dientes enredados de hilacha y, además un vecino me llevó un pote de ponsigué maduritos y, me quedé con las ganas de comer la fruta tapaculo porque no era su tiempo, y, otra cosa Amaranta -le pregunté- comiste arepa raspada y cachapa. Qué voy a comer arepa raspada, si pelan el maíz con pego y, en Tacarigua venden cachapas que ni vendiendo el fundo las comería de lo caro que son, y ese antojo de hacer cachapa lo mato yo aquí cada vez que quiero -me respondió, muerta de la risa.
Amaranta, dime, una cosa: ¿por qué tú te la pasas entropá con Pascualina Curcio y con Narciso Torrealba, acaso te dan piquiña? A decir verdad, no me dan nada, sino que son más maduristas que Maduro -dijo- y, por lo general lo defienden y se chorrean más de la cuenta, y además, no entiendo la ciencia económica de Pascualina que siempre anda por los aires y Narciso se babea por el régimen que, como él vive en un Paraíso cree que los demás también y todo lo ve fácil con frases fermentadas de utopía llanera.
basta
Amaranta, me puedes decir cuántos cochinos y cochinas, vacas y novillos, caballos y yegua, y burros y burras tienes en este fundo -le pregunte- y, me respondió, en éste, sí en éste mismo, le confirmé y, me dijo: de cochinos estoy escasa, creo que dos y cuatro cochinas, aunque no todas tienen cuatro patas, y tengo dos caballos y, una yegua de tres patas, la otra se la comió un tigre de Guanipa, y lo mas que tengo son burros y, una pequeña burra que me lleva todas las tardes de paseo cuando, salgo a pensar en la llanura abierta sobre las vainas del país y a darle vueltas a la cabeza a ver si soluciono el problema que tengo en el préstamo que todos los peces que crío salieron de cabeza grande y, no sé a que se debe ese fenómeno de mierda que, también me tiene de cabeza prestada de p a q, o de x a y, que el capataz dice que ese es un mal sin cura y, por eso traigo a los pensadores más facultos del país y, nada que me dan solución y siguen con la cabeza grande, lo que no tiene el gobierno de Maduro y, lo que sí hay por esos montes es garrapata mostacilla por demás.
¿Dime una vaina Amaranta: en qué partido militas, últimamente? Te diré que milito en el partido por la mitad, ni de allá ni de acá que pudiera ser lo contrario, pero lo estoy pensando a no ser que a Rafael Ramírez le dé el visto bueno Trump y, así podré viajar en los aviones de pdvsa con el afortunado de su amigo en colitas viajeras y, otra vaina Amaranta, ¿tú has pensado alguna vez ser gobernadora de este estado? ¡Yo no! -me respondió- más bien me quedo y sigo con el fundo, aunque muera bruta y limpia, pero has de creer que desde que salí del pueblo de Margarita, mi condición humana -que no es la de André Malraux- ha mejorado un cien por ciento que hasta tractor manejo siempre para adelante y, tenemos en mente montar aquí una fábrica de ají picantes y estamos practicando a ver cuál es el mejor chirel que vamos a sacar, y eso será hasta que Emigdio me mande la fórmula que él tiene entre manos, que bajo de una mata de mango de madrugada le llegó a su cabeza trasnochada. Así que habrá chirel del bueno aquí.
Pero después que nos comimos un sancocho de cabeza de cochino y cueros con frijol rojo, me entró una flojera y se me quitaron las ganas de seguir con la entrevista además, de una plaguita fastidiosa que a fuerza de quemar bosta de vaca nos calmaron me regresé, porque en fundo ajeno ni loco y, además pesqué una torticolis de tanto ver para atrás en el fundo.
Lo que si vi y me llamó la atención es que, todo lo que crece en el fundo, crece grande.