El presidente electo, Alberto Fernández, que como futuro presidente de Argentina compartió la cena de inauguración del Grupo de Puebla (Unión de líderes progresistas de la región que busca la unidad de los pueblos latinoamericanos para lograr una región más justa), la noche del viernes 8 de noviembre, noche que comenzó al grito de: "Lula Libre" que se inició con las palabras de Dilma Ruseff que, entre otros invitados estaban allí, Alberto Fernández, José Pepe Mujica, Fernando Lugo, Ernesto Samper y Martín Torrijos.
En su oportunidad Dilma agradeció el apoyo del Grupo y de Alberto Fernández por su muestra de amistad y esfuerzo por la liberación de Lula y además, dijo, como advertencia, la radicalización de la derecha latinoamericana que se va "corriendo de la democracia para ingresar en una etapa neofascista", cuyo ejemplo principal está en el mismo Brasil de Lula con Bolsonaro en el poder, a lo que Mujica agregó que: "hay que gobernar sabiendo que un día se pierde y ellos vuelven, que nada es para siempre y que la derecha está volviendo a las viejas prácticas" y, en cambio Alberto hablaba con todos los presentes y se le veía feliz por la liberación de Lula.
Chávez no habló, pero estuvo presente, metido calladito en cada uno de los corazones y de la mente de sus amigos, pero todo a su tiempo. Que mejores tiempo tienen que venir sobre todo para nuestra América Latina como lo piensa Alberto que, "hay que poner de pie a América Latina". Ya habrá tiempo, pero hay que trabajar con dignidad y honradez demostrando que hay voluntad para seguir adelante por el bienestar de todos los pueblos, tal como lo hizo Lula desde su prisión.
Entonces intervino Alberto Fernández y a sabiendas que Dilma le había aconsejado que por su bien en el poder no lo hiciera, lo hizo, y apoyado a cada momento con el grito de "Lula Libre" que en Brasil mantuvo a Bolsonaro toda la noche despierto rabiando con todo el mundo y, nada lo reconfortaba, no había guarapo aromatizado que lo calmara, pero después vendrá lo peor que será hoy cuando lo sabrá y ya sabemos su respuesta y, Alberto en su alocución dijo, "Voy a invitar a Lula a que venga a mi asunción el 10 de diciembre" y, entonces fue cuando manifestó lo conversado con Dilma quien le aconsejó que no era prudente la invitación, pero él no le paró y se va a jugar a cara o cruz a lo que salga, aunque Bolsonaro vomite sapos y culebras ya el mal está hecho y, primeramente Bolsonaro había dicho que él no asistiría y, que en su lugar iría el vicepresidente que días después corrigió y dijo, irá un ministro y anoche trancado de rabia: pensó y no lo ha soltado que, quien irá ahora será su mucama doña Frascisquita do cabelo bonito.
Todavía no se sabe la reacción de Lula, pero Lula es un líder batallador que no da su brazo a torcer -lo demostró- sino el frente y en toda la América es querido y odiado por sus enemigos que no le importan y, por eso Alberto Fernández afirmó seguidamente, "yo sé que Lula es un perseguido, como Correa, como Cristina, (epa y Maduro qué es), y yo a los perseguidos los voy a apoyar".
Ya muy pronto sabremos quienes no asistirán que sería lo mejor que pudieran hacer antes que les dé un fullshock por el insenticida de su rabia de saber que Lula libre asistirá y que, por ddecisión de Alberto Ferrnández la Argentina dejará de permanecer al Grupo de Lima.
Vaya vaina, para muchos presidentes. Esa consigna maravillosa que hoy recorre el mundo: "Lula Libre".
¿Y qué dirá el poderoso Trump -hablará? Que mienta sería mejor.