No te recibo y no lo recibió

¡Cáspita! ¡No puede ser, no puede ser! Que hasta lamentable como bochornoso es que al presidente interino de Venezuela lo recibiera, Macron, como presidente de Francia y, días antes con los brazos abiertos de la hermandad libre lo recibió el presidente de Colombia y, la reina de Inglaterra lo tuvo cerca, ¿pero que Pedro Sánchez no lo reciba?, que a dónde habrá vístose tal desplante injurioso que, mancha y desfalca a la vez, la trayectoria política indoblegable de un dirigente elogiado, estimado, consentido, y niño mimado de Trump que, lo más seguro si es que alguna vez el presidente de España viene a Venezuela -le caerá el mundo encima- pues sin sospecha ninguna: no será recibido en Miraflores y deberá ser visto de reojo por quien esté ocupando ese espacio que no debe ser otro que el mismísimo autoproclamado -seguro que sí- lo igual queda igual, razón por la cual Maduro, engreído de ralos sentimientos desde, el Balcón del pueblo, aclamado por psuvistas, disparó una frase perfumada de ira temblorosa, frase que le dio escalofrío pitiyanqui a los payasos de la oposición que viven de los dólares que sobran, por la que se inyectaron de amargo veneno que hoy amanecieron roncos de desvelos e hinchados de rabia tragando en seco y con el subconsciente inflamado de ilusión de prontos al poder invisible.

Guaidó entró a Madrid sin oro que, el oro venezolano siempre ha sido de los españoles desde la colonia para acá y por tan bajo olvido, llegó a España con las manos vacías sin dólares ni Petros que tapara el rincón del torpe olvido -¿quizás por ser oro de sangre'- del compartimiento y, aún así esperaba que lo recibieran con el himno nacional de España a su favor como consuelo de vete rápido que, esta vez ni espejitos de consuelo le dieron, pero como todo un líder de agarrando aunque sea fallo de oro salió investido cuando, dentro de la democracia española reinante se echó al hombro, la Llave de Oro, muy pesada por los tantos quilates políticos que representa, distinción que solamente han recibido, la reina de Inglaterra, Gorbachov, Mubarak y Gadafi, por lo que Guaidó, vale lo que pesa, y como oportuno visitante de España, no lo recibió, Pedro Sánchez, pero el pueblo español se lo comió con la vista como todo un héroe de la usurpada autoproclamación, y era tanta la alegría que corrió en Madrid que el que no gritaba, lo tocaba, porque hasta milagroso es al demostrarle al mundo que la política es tan sucia que él como don nadie no representa al Estado venezolano y la alta dirigencia de esos países lo respetan y lo aclaman y se dividen por él y, hasta lo llaman presidente -esa es Europa- y lo demás es cuento.

Imagínense cómo sería si Guaidó fuera un líder serio, honesto, representante de la dignidad de un pueblo pobre que por ahora no ha votado por él, con callos en sus manos de clavar banderillas patrióticas a favor del pueblo venezolano y de Latinoamérica y, por lo que parece ser a estas alturas del SXXI, se entiende que los líderes de Europa están en total tinieblas sin la luz de las igualdades y ya no tienen espejitos de vergüenza que sacar al aire para comprar voluntades, ni conciencias y su bandera es de tal podredumbre popular que no saben separar el mal del bien y que es y, que no es democrático. Pobres europeos, todavía viven dentro de una amarga inquisición que los entierra de vileza en el pasado de sus días. ¡Qué vergüenza! ¿Dan o no dan, vergüenza al mundo? ¡Pobres europeos! Y, menos mal que Bolívar no existe -españoles y canarios, contad..., ni Chávez tampoco. ¿O, será que sólo sirven para sembrar guerras?



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Esteban Rojas


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