Coronavirus y coronatripas

El coronavirus es virus y el coronatripas es bacteria. El corona virus, alójase más  en las vías respiratorias que en las vías digestivas. En tanto que el coronatripas, alójase más en las vías digestivas, que en las vías respiratorias. El coronavirus y el coronatripas, casos límite contradictorios, que lindan tanto el amor como el odio, y, entre los aspectos límbicos antagónicos, el amor ovidioiano profundo, tanto para el amor  en los tiempos del coronavirus como para el amor en los tiempos del cólera. El amor ovidioiano profundo, es punto crucial decisivo, hágase la grafía escolástica elemental, hágase centro con un bonito compás escolar sobre una superficie de papel blanco, una difuminación continua espectral, y haga partituras a una línea imaginaria imperceptible, algo asina como una delgadísima larga cabuya gigantesca, cortes a la derecha y a la izquierda de la línea, hasta que aguante la puntica del lápiz, y, verá una sucesión de entornos, y en cada entorno han de estar los casos límite contradictorios borrosas, a saber, excesos y defectos, o sea, vanse formando entorno de entornos, asina asín así, con el coronavirus y el coronatripas, el amor en los tiempos del coronavirus y el amor en los tiempos del cólera coronatripas. 

   El coronavirus es virus y el coronatripas es bacteria, y, entre ellos necesariamente ha de haber un medio, el tercio incluso aristotélico profundo, el amor ovidioiano profundo, el punto crucial decisivo, de equilibrio dinámico dialéctico difuso. Aquí, sí, aquí, en el punto crucial decisivo, es en donde han de situarse los estudiosos de la tesitura, con la finalidad de conseguir el control de la situación planteada. Si bien es cierto que el cólera ha sido controlado, y, a la prueba vamos, y, de que el cólera existió, sí existió, como lo narrara el Gabo, Gabriel García Márquez, en su maravillosa novela, El Amor en los Tiempos del Cólera. También es verdad, que está en corriente El Amor en los Tiempos del Coronavirus, y, entre amores te veas, ha de estar Ovidio por la calle de en medio con su amor, el amor ovidioiano profundo, lo que nos indica, Ovidio, que el coronavirus ha de tener algún elemento que tiene coronatripas, y, de la combinatoria en el punto crucial decisivo, partícula partitiva viva del compás escolar escolástico aristotélico, ha de salir y trascender la solución de la equilibrada coyuntura coyuntural entre el virus y la bacteria, casos límite contradictorios borrosos. 

   El coronavirus es virus y el coronatripas es bacteria, y, entre ellos necesariamente ha de haber un medio, el tercio incluso aristotélico profundo, el amor ovidioiano profundo, el punto crucial decisivo, de equilibrio dinámico dialéctico difuso, equilibrada coyuntura coyuntural, en el puntico metálico del compás escolar.  El amor ovidioiano profundo es la mayéutica irónica dialéctica socrática profunda, es la vela para alumbrar a los espíritus, a los estudiosos del coronavirus y del coronatripas, en la punta del compás escolar escolástico aristotélico, que no en la puta cíclica sinusoidal guerra bilógica y la paz aguantando sabrosa, ¡nojiede nojoda!, como decía el maestro Noda, de la albañilería de la calle Alegría, y, que uno elucubra de los imperios con sus guerras bactericidas y virulentas, auténticas, a toda hora, de laboratorios y de farmacéuticas,  en su empeño en que desean empreñar, jorobar y enfermar al mundo. Llevada, la mayéutica, por el enseñar claramente la verdad ignorada en el interior de la ciencia entendida y la conciencia abismal, en los casos límite contradictorios, tanto en lo consciente y en lo inconsciente como el amor en los tiempos del cólera y el amor en los tiempos del coronavirus, a los que los científicos entendidos de la combinatoria entre virus y bacterias, y, de un sucesivo constante preguntar y responder sostenido universal, a buen seguro y uña de caballo, que han de coronar al coronavirus con la pomada y con la inyectadora usual, atajando la desequilibrada coyuntura coyuntural mundial, entre la mortífera guerra biológica y la viva paz espiritual. Y, endespués, ha de salir algún intrépido escritor entrépito estrepitoso contradictorio borroso, entre el realismo ingenuo einsteiniano y el realismo mágico cervantino, en que habrá de escribir El Amor en los Tiempos del Coronavirus. 

    Si el coronavirus es virus y el coronatripas es bacteria, y, entre ellos necesariamente ha de haber un medio, el tercio incluso aristotélico profundo, el amor ovidioiano profundo, el punto crucial decisivo, equilibrio dinámico dialéctico difuso. Entonces sea dicho que en el punto crucial decisivo ha de estar la solución a la problemática mundial entre el coronavirus y el coronatripas. Ergo vergo sea dicho que en la punta de un compás escolar escolástico aristotélico, ha de estar la salud y combinatoria del virus jodedor  y de la bacteria jodedora. Ergo vergo sea dicho que entre los casos límite contradictorios, lo consciente y lo inconsciente, trecho estrecho arrecho, del dicho y del hecho, se ha de debatir y obtener con el torbellino de controversiales ideas einsteinianas, con el constante preguntar y responder sostenido universal, en la optimalidad ortogonal pitagórica, la respuesta definitiva efectiva afectiva a la coyuntura coyuntural universal, del coronavirus y del coronatripas. Ergo vergo sea dicho que de esta guerra biológica bactericida virulenta final, un imperio está en caída, y, otro está en subida. Ergo vergo sea dicho que asina como salió El Amor en los Tiempos del Cólera, ha de aparecer El Amor en los Tiempos del Coronavirus. Ergo vergo sea dicho que estarán en la eterna coyunda amorosa  del contradictorio borroso 69 cojedeño, el coronavirus y el coronatripas, en lo cóncavo y en lo convexo, otra Fermina Daza y otro Florentino Ariza.



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Miguel Homero Balza Lima


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