Quién iba a creer que sin pasar muchos años iba a menguar -el toma y daca- entre Maduro y Mendoza (ódiame sin piedad, yo te lo pido -antes), que quién de ellos cedió en esa aventura que se llama buena unión de ser ahora reconfortantes amigos con legitimidad que, mientras Maduro es "dictador" socialista revolucionario -lo que no lo será: Bernie Sanders en Estados Unidos- y Mendoza un empresario a quien el gobierno le ha prestado miles de millones para que afixie al pueblo con todos sus productos como lo hace como capitalista salvaje dentro de este gobierno que muchos llaman neoliberal que, para tomarse un toddy frío que acompañe una arepa blanca como amarilla hay que sudar la gota gorda para conseguir el par de millones que haga posible ese deseo de consolar estómagos que por Maduro y Mendoza, puedan los venezolanos llevarse a su boca lo que en cualquier parte del mundo no cuesta nada y, acá no hay un día que no suba el dólar para que el dueño de la Polar nos arrime su aumento día tras día. ¿Y Maduro habla que habla que, si Trump, que si Pompeo, que la guerra económica, que si Duque, que se declara a Pdvsa en emergencia y Tareck será su gestor y, Ramírez chillando, que Guaidó es un boca floja, que preso debe estar, que nadie sabe su número y por dónde lo llamará Trump.
Ah, pero ellos -Maduro y Mendoza- son amigos que pactaron en el 2018 con consideración de causa policromática por el pueblo venezolano, algo así como, tú no me jodes a mí que yo no te jodo a ti así te joda todos los días para darle de come a mi gente que si a ver vamos: es Mendoza quien nos mata el hambre sin que Maduro se entere que anda en otra vaina más grande con el carné de Patria disparando a diestro y siniestro que a veces lo que viene no alcanza para hacer una tortilla que mejor tortilla que la de Mendoza no hay y, ¿entonces quién es mejor entre Maduro y Mendoza? Y usted agarra ese trompo en la uña y, qué va no se equivoca, ese, ese mismo, claro, quién pone la comida en el mercado, quién compra y revende y, ahí está Maduro ofreciendo y Mendoza ofertando y, mire usted que ninguno de los dos juega con la paciencia de los venezolanos pues, ambos son más políticos que Diosdado que denuncia y no pega una. En cambio Mendoza vende y da de comer y, salvémonos si algún día dice, no vendo más, ¿pasaríamos el hambre pareja más que ahora? Pero que va a Mendoza le gusta acumular riquezas y comprarse el mundo como a él le gusta no como a Maduro, que le gusta gobernar como a Guaidó y, no quieren que nadie los moleste ni por bien ni por mal.
¿Pero, esa amistad vale en la resurrección en que se encuentra el país, dolarizado a caso? Parece y no parece y, menos mal que a Mendoza no le gustan los dólares como los Petros por ser más pesados y tienen más aguante y, no se ven por aquí ni por allá, pero se ven, como se ve un kg de espagueti, un kilo de arroz, un kg de margarina, ¡uhh margarina con arepa caliéntica o, con pan tostadito! ¿oracias a quién? A Mendoza que se preocupa que los venezolanos coman bien, no importa que se mueran el otro día, ese no es su problema porque él solamente pone el gusto y, mire que gusto y, mientras Maduro pelea, se molesta, se queja, baila, ¿se sabe algo de Mendoza? Claro que no, feliz y contento de Venezuela, preocupado de qué.
Creerán ustedes que viviendo como vive Mendoza trabajando al igual que Maduro por el pueblo de Venezuela, que imaginamos que no dormirá de noche pendiente de lo más mínimo que le pase al pueblo de Venezuela, me refiero a Mendoza, no a Maduro, porque se sabe que sufre sacando cuentas para estirar dentro del tira y encoge de la economía del país, ¿puede haber necesidad de que Mendoza venda su petate? Han de creer, eso jamás, se vende todo menos el petate y además, no vive pendiente de Trump como Maduro siempre lo está que le estira su mano de dercha y Trump agarra la de Guaidó, no así Mendoza que estira su mano derecha y Maduro se la agarra en el acto y, ya.
Maduro y Mendoza dentro del gran negocio que se llama Venezuela, uno en la política y el tro en las finanzas que deja ser un buen comerciante -todo un señor, si señor- ¿serán amigos extrañables? Lo son. Quizás sí, quizás no. Pero se la llevan bien. Bien por ellos.