Comenzamos el año enclavados en el tema del Partido Socialista Unido de Venezuela, para las mayorías bolivarianas, esta propuesta de organización política, va a sustituir el archipiélago de honorables y meritorias organizaciones que están en el proceso acompañando a la revolución bolivariana. Dicha iniciativa, por sus objetivos gruesos se puede calificar de exitosa pues la convocatoria es para que juntos empujemos la propuesta de la participación de las llamadas bases, masa conciente y sustantiva del proceso, en pro de la revolución socialista.
Para otros, dudosos dirigentes comprometidos con el sempiterno estilo de la conciliación de clases, el reparto de cuotas de gobierno, los acuerdos entre gallos y media noche, los social democracia como camino, los que frente a la propuesta del mundo unipolar se distanciaron del socialismo como objetivo y marcaron el paso rumbo al poder por el poder mismo, los mismos que en el pasado reciente acompañaron a la derecha del atroz chiripero y nunca negaron al neoliberalismo como programa y por el contrario lo defendieron desde sus trincheras de poder, el PSUV, es una propuesta que les niega la posibilidad de la conchupancia, el chantaje y el oportunismo.
Afortunadamente, esos cadáveres disonantes no son más que eso, pequeños cenáculos que han usurpado la voluntad del Chavismo y su indiscutible mayoría, en beneficio de sus particulares ambiciones satisfechas por alianzas que en ningún caso han respondido a criterios democráticos que validen desde la perspectiva revolucionaria, la aceptación de las mayorías. Evaluemos con seriedad su historia y veremos que lo que digo es poco para calificarlos. Hasta puedo asegurar que su aporte al proceso en muchos casos es más dañino que la más acérrima oposición golpista. No me cansare de decir, que frente a esa conducta, los bolivarianos hemos sido pacientes pero no pendejos.
En ese sentido, para asumir con responsabilidad la discusión sobre el PSUV, lo primero es despojarse de cualquier ambición personal e ir al encuentro de la unidad como fin. Solo así, podremos construir una organización que sea expresión viva de todos, democrática y revolucionariamente del pueblo sustantivo, sin cogollos, con un liderazgo nacido de su gente. La consigna es decir “yo soy uno mas”, con tanta responsabilidad, deberes y derechos que el mas humilde de los militantes o simpatizantes de la revolución, porque si lo que queremos es la expresión de lo mas profundo de nuestra raíz social, es menester deponer la ambición en pro de la construcción.
Es el tiempo de los sueños, de abandonar toda perversidad, toda componenda, es la hora de la democracia perfecta, de la muerte de las alianzas oscuras e interesadas, es el momento de ir a la unidad real. Poco importa las voces de los negociadores de oficio y sus pegostozos análisis camuflados sublimes, es la hora exacta de abrir los canales por donde abra de transitar la voz del pueblo que al fin y al cabo es la voz de Dios.
Una discusión responsable que ya comenzó a darse con su propio lenguaje en un dialogo sin incertidumbre que gira alrededor del presente continuo que es la revolución. Cualquier otra aspiración, es meramente un grito al vacío patrocinado por los mismos que ayer se erigieron como los elegidos eternos y hoy se resisten a abrir paso a la voluntad popular.
Recordemos que Chávez es el pueblo, es mas que el hombre que lleva el nombre, es la inspiración de todo nuestro transitar, por ello pobre de aquel que se interponga en el rió crecido de la revolución, la historia no se detiene.
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