Un grupo de conspiradores y una rebelión militar derrotó a Pérez Jiménez, pero luego fueron traicionados. Los "Fabricio Ojeda", o los "Pinto Salinas", tuvieron un plan, pero fueron cándidos ante "los exilados" apadrinados por Estados Unidos. Los betancoures, los calderas, llegarían después, cómodos, desde el exilio, colocados desde arriba como muñequitos por los verdaderos conspiradores.
Algo parecido pasa en este momento. Hay muchos que quisieran cambiar el gobierno raro, difuso, pegostoso e inútil de Maduro, pero desde el exilio, "intuyendo" la realidad, viéndola desde lejos, esperando que otros actúen por ellos para luego bajarse del avión, victoriosos. Los Borges y ledezmas, con el plan prestado del impero, pero también Ramírez, con el "plan de la patria".
El asunto es que quienes conspiran ahora, de forma efectiva, están en la Casa Blanca, y los que se arriesgan o se rebelan por él, por ese plan, son mercenarios o son bobos mandados. Y ya sabemos que el plan del imperio es lo mismo que el "nuevo modelo" madurista…, y de eso no hablamos.
Pero los que tienen algún plan distinto al imperio y a Maduro tienen miedo de arriesgar, así sea con el pellejo de otros. Por eso Chávez siempre será un modelo importante de líder. Por eso será el modelo, el comandante, por haber encarnado en el terreno de batalla, la conspiración y la rebelión militar.
Ya llegamos al punto de tener que buscar la manera de resolver esta paradoja en tiempos de pandemia y cuarentenas, donde todo el mundo tiene miedo. Seguir analizando el origen de nuestros males es hacerse el pendejo con este asunto pendiente, de vital importancia, que es la presencia del "líder de acción" dentro del plan chavista, de otro "comandante", sea civil o militar, o las dos cosas, cívicomilitar. Seguir analizando o denunciando es hacer "periodismo" y nada más.
Todos estamos esperando que el otro salte primero para luego seguir adelante y eso no debería ser. No sabemos los riesgos que se corren, pero la iniciativa debe venir de los que tienen más peso político, más prestigio y más resolución (por supuesto). Pero la valentía a distancia no basta, deba haber un compromiso de quienes fueron gobierno y estuvieron al lado de Chávez, los cuales cuentan con más información y conocimiento de lo que ocurre y ocurrió en el cambio de gobierno, y más protección política que los que no estamos en el ranking.
Ahora mismo anda rodando un audio en las redes sociales de un ex ministro de cultura denunciando el tráfico de combustible, y pidiendo de una vez que lo arresten, conociendo la descomposición política del país y del gobierno. Si eso pasa con ese ex ministro, qué quedará para un jefe de calle o para un obrero que se atreva a criticar y protestar: acaban de poner preso a un señor con "Síndrome de Down". El riesgo de actuar debe venir de autoridades verdaderas, de Ramírez, o de Giordani u otros capaces, si no pueden ni pensar los diputados aterrados de la ANC; para que haya algún efecto, el riesgo tiene que venir de gente pública y de peso político; el primer paso lo deben dar ellos, la acción debe venir de allí para que sus prestigios se coloquen a la altura de sus palabras, del compromiso que dicen tener con el país, y el país los oiga.
Nosotros tenemos esperanzas, pero solo si estas se fundamentan en la acción positiva del hombre. Sin la voluntad humana no hay fe que valga, que mueva nada. Todos los intentos de denunciar, de criticar o de actuar en contra de las decisiones tomadas por el gobierno de maduro han terminado en la cárcel, pero por falta de liderazgo, de un modelo de liderazgo que se aventure a avanzar en la acción, que arriesgue el pellejo y dé la cara por el cambio.
El betancurismo, como método (achinchorrarse en Costa Rica), no funciona con maduro y menos cuando no se es Betancourt, cuando no se cuenta con el apoyo del imperio (afortunadamente para maduro la oposición de la derecha es descerebrada, sus betancures, Ledezma y Borges, son solo sombras).
El mensaje que se da con la reiteración de las denuncias, pero sin avanzar en la acción, es negativo. Nadie se convence de luchar por (continuar con) la revolución con explicaciones nada más. Inclusive, para algunos las explicaciones son más bien un engaño, una objeción a la autenticidad del liderazgo. La autoridad del líder la hace la acción, la acción lo es todo, es lo que valida las explicaciones.
Para los revolucionarios, quedarse quieto no es una opción, hay que conmoverse y conmover a las masas. En nuestro caso, se trata de sacarlas del estado de shock en que se encuentran y entusiasmarlas con un ejemplo extraordinario, pero para eso hace falta la acción ejemplar, correr riesgos, sacrificar la seguridad (y tranquilidad) personal.
No importa la forma como se haga, a lo Jomeini o a lo Falke (Gramma), o disfrazado de Jeque, pero los que están en el exilio deben ir a la batalla porque si no nadie les creerá, y será peor para todos.
¡Viva Chávez!