Nuestro gobierno no quiere tensiones sociales, porque no quiere revolución. Con sus reformismos, pretende "HUMANIZAR" AL CAPITAL Y CONSTRUIR UNA "BURGUESÍA REVOLUCIONARIA". NINGUNA DE ESTAS DOS COSAS EXISTEN. No es casual, QUE TODOS LOS INTENTOS PROGRESISTAS EN EL MUNDO, han fracasado. En verdad, todos estos reformismos son variantes del capitalismo. "El GOLPE DE TIMÓN" naufragó. Se lucha por continuar en el gobierno, no por hacer revolución. De aquí que "todo sea dentro del capitalismo, fuera de él nada".
Por las consecuencias económicas que le está causando esta pandemia al capital, sus interesados están urgidos de "VOLVER A LA NORMALIDAD", ESTO ES, A LA NORMALIDAD DE LAS CONDICIONES QUE FAVORESCAN AL CAPITAL. Los revolucionarios debemos estar interesados en no volver a esta normalidad; es tiempo de avanzar sobre derroteros totalmente nuevos, vinculados con la justicia social. El capitalismo no cambiará, no puede cambiar sus prácticas, pues son las fuentes de su riqueza, también de su desaparición. Somos nosotros los que tenemos que sustituirlo, por un sistema, fresco, raizal, profundamente enhebrado con los intereses de las mayorías. "SER TAN RADICAL COMO LA REALIDAD" recomendaba Lenin.
Las revoluciones verdaderas, son consecuencias de acciones insurgentes, organizadas bajo un programa político, inicialmente mínimo y casi intuitivo próximo a las circunstancias, pero luego estructural construido por el pueblo. No puede haber revolución a escondida de los pueblos. Son ellos sus protagonistas vitales. La categoría pueblo, nos impone la necesidad de colectivizar todos los liderazgos. Nada de providencialismos, de mesianismos, de líderes intocables, reverenciados y temidos. Las improvisaciones, el pragmatismo, el voluntarismo y el aventurerismo, son malos consejeros. Se trata de comprender el momento y las circunstancias históricas, y marchar con ellas, asirlas y construir el camino revolucionario. No son fantasías, son posibilidades ciertas de darle "vuelta a la tortilla": "Inventamos o erramos".
Las circunstancias proclives a revoluciones no se dan solas, son las consecuencias de las contradicciones dialécticas que se viven dentro del modelo sistémico dominante. La realidad concreta, debe ser el faro que ilumina nuestro pensamiento y acción; nuestro camino. Conducidos por esta "realidad" de las condiciones objetivas y subjetivas, forjamos la ruptura entre lo viejo y lo nuevo. La paz burguesa jamás conduce a revolución alguna, a no ser la revolución tecnológica y científica que les convenga. La evolución es una trampa del capitalismo. Reformas, populismos y asistencialismos no conducen a revoluciones. Debatamos ya, si la tarea es "transición" o "ruptura" revolucionaria. No es cierto, que el destino de los trabajadores, sea el mismo destino del capital. Estamos cercados por trampas teóricas y prácticas, que tenemos que eliminar. Por cierto, el progresismo ya tiene su INTERNACIONAL…¿Cuántos anti revolucionarios se habrán filtrado allí?…El capital internacional se frota las manos…Invertirá en estos espacios…
Los desposeídos, serán los creadores de lo nuevo. Asalariados, mini productores, mini comerciantes, desempleados y lumpen, son la base del ejército popular revolucionario. La pequeña burguesía suele aproximarse a estos espacios. Se trata de la unificación verdadera, permanente e histórica, de los parias de la vida. Entender que las relaciones mercantiles son entre personas y no entre cosas, como no los hacen creer. "Pobre es el que no tiene comunidad" dicen los Aimaras.
Desde Bernstein, la socialdemocracia ha procurado diluir el carácter popular del partido y de la revolución, transformándolo todo en un movimiento al servicio de la burguesía, manejando lenguajes engañosos y ofertas falsas. Niegan así, la lucha de clases que está presente en las sociedades divididas en intereses opuestos. Los engaños reformistas, progresistas y socialdemócratas, que buscan detener e impedir la revolución, pueden conducirnos a un régimen neo fascista. La crisis mundial del capital, es hoy como nunca antes, profundamente estructural. Esta crisis del capital, también produce crisis en el seno de la izquierda: revolucionarios enfrentados a reformistas.
Sin superar las contradicciones de clases, no hay revolución posible. Si para ello, la vía es la transición pacífica y acordada entre capital y trabajo, no habrá revolución. El poder político de la burguesía, se tragará las legítimas aspiraciones populares. ¿Cuáles son las condiciones a crear, para eliminar las contradicciones de clases? Los reformistas proclamarán una entente entre el Estado y las masas. Los más descarados entre capital y trabajo. La engañosa democracia burguesa, agotada en sus mentiras, con traspiés, saldrá a decir: yo soy el árbitro. Los reformistas, evocadores de un "socialismo de mercado", enarbolarán la producción como necesidad de todos. Ocultan que el capital no solo produce mercancías, sino que impone y modela las relaciones de producción y consumo. Hasta ahora, las condiciones de trabajo, las impone el capital. No se trata de evadir estas condiciones dominantes de trabajo, se trata de su eliminación radical.
El socialismo es un proyecto civilizatorio verdaderamente humano. El capitalismo es el mayor problema de la humanidad, el socialismo la mayor ambición justiciera. Que la dialéctica de la historia, sea el ejercicio de la dialéctica de la política, es el camino correcto. El capitalismo es un sistema cerrado; lleno de límites, que choca con sus propias contradicciones y está condenado a su desaparición. No esperemos la muerte del capital por su ancianidad, es tarea de los pueblos conducir el proceso definitorio.
No es la nivelación social lo que se propone el reformismo. El reformismo sabe que esto es imposible en el marco del sistema capitalista. Buscan es contener los cambios radicales, desviar las gestas populares. El camino a la justicia social, es la ruptura con todo el aparataje que oculta la realidad dominante del capital. El fetichismo del mercado donde intervienen personas opuestas, pero que hacen aparecer como intercambio de cosas, debe ser desideologizado, para mostrar a sus víctimas, como es el proceso de su explotación y como el de su dominación.
El socialismo no es solo reparto más justo o distribución equitativa de bienes, es fundamentalmente otra forma de producirlos: ES HUMANISMO. Se reorganiza cualitativa y cuantitativamente la producción, lo que involucra cambios radicales en todos los menesteres de la producción y de la vida en sociedad. Se trata del rescate de la verdadera condición humana; nuestra subjetividad intrínseca y antropológica, debe conducir, liderar y hacer triunfar el reino de "El hombre y la mujer nuevos".
La democracia burguesa, no destruirá conscientemente sus propias formas productivas. El Estado burgués, que lo es concreto, existencial, mesurable, tiene que ser superado dialécticamente por otra forma de administración social, en correspondencia con los intereses populares. Será el pueblo el creador de sus mecanismos de poder, su regente vigilante y beneficiario. HASTA EL PRÓXIMO SÁBADO.
EN LA IZQUIERDA, DEBATE HACIA ADENTRO Y COMBATE HACIA AFUERA.