Pandemonium

Los venezolanos resisten heroicamente dos ataques simultáneos, la pandemia por COVID-19 y el ataque a su economía. Los enemigos de los venezolanos no han cedido en crueldad y odio. Ambos tipos de causas no parecen diferenciarse en su falta de sensibilidad ante la situación de los venezolanos. Aunque en el caso de la Pandemia, el agente no puede hacer otra cosa, pues su naturaleza es generar enfermedades al entrar en nuestro organismo. Quienes adelantan una guerra económica contra los venezolanos han decidido agredir voluntariamente al pueblo, para someterle y ponerle de rodillas. En esta comparación, sin duda, el virus agente que produce el COVID-19 muestra ser más noble, quienes adelantan una guerra de hambre y necesidades contra los venezolanos son mucho peores que el agente causante del COVID-19.

La guerra de asedio económico contra los venezolanos impide, por ejemplo, exportar sus principales productos y obtener precios adecuados por ellos; por lo tanto, impiden lograr los ingresos necesarios para adquirir bienes esenciales, insumos, medicinas, repuestos, equipos, etc., y continuar la producción de la economía nacional, que es la reproducción de la vida en la sociedad. Al mismo tiempo, han secuestrado empresas y recursos que se hallan en el extranjero para impedirles disponer de ellos con el fin de satisfacer sus necesidades.

Quienes han promovido conscientemente ello, esgrimen razones políticas particulares, que los habrían llevado a concertar con potencias y gobiernos extranjeros para imponer a los venezolanos estas crueles acciones, que no dudamos en llamar criminales, merecedoras de las sanciones más severas que admiten nuestras leyes. Ninguna razón puede ser suficiente para concertar con intereses extranjeros con el fin de someter a la Nación al hambre y las necesidades; con el agravante en este caso de que, formalmente, se presume es la misma de origen de los instigadores.

El tiempo pasa y los venezolanos siguen sufriendo las consecuencias de este ataque criminal. Los venezolanos -hasta que aparezca una cura o vacuna- pueden hacer, en el caso del COVID-19, bastante individualmente, exclusivamente con medidas personales de prevención de la enfermedad, con higiene y distanciamiento social; pero, es imposible para los venezolanos hacer frente aisladamente a quienes tan perversamente han dirigido, promovido, aupado, aconsejado o en cualquier forma facilitado este despiadado ataque contra su economía y contra la nación.

A pesar de las acciones gubernamentales para paliar la situación, las consecuencias de este ataque son evidentes: escasez y carestía de bienes y servicios, caída aguda del ingreso y del producto de la economía, destrucción del salario hasta amenazar la subsistencia misma de los trabajadores venezolanos y de sus familias, deterioro general de la infraestructura y de los servicios, deterioro institucional y pérdida de la capacidad estatal para proveer protección social a los venezolanos, especialmente, a los venezolanos en condiciones más vulnerables. Se amenaza incluso la existencia de la nación.

Quienes han provocado intencionalmente este ataque, acusan de los resultados del mismo al fracaso de un "modelo"; no obstante que, ha sido pública y descarada su actuación y manifiesto su propósito de exponer a la población venezolana a tales males. El cinismo de esta "gente" no es nuevo, lo hemos visto ya en el pasado. Los vimos actuar durante el paro de diciembre de 2001. Luego, los vimos en el golpe de abril de 2002; después volvieron a hacerlo en diciembre y enero siguientes cuando paralizaron la industria petrolera. Más tarde llamarían -manteniendo en vilo a toda la sociedad- a un alzamiento militar desde una plaza pública, y a través de los medios de (des)información durante seis meses. Seguidamente, durante varios años se dedicaron -en eventos sucesivos- a practicar la violencia callejera con su carga de destrucción, deshumanización, demencia y exaltación de la violencia. Han llegado incluso a recurrir al sabotaje y terrorismo económicos. Ya los hemos visto; no sólo son las mismas personas, con sus mismas caras; son sus mismos procedimientos.

Para salir de este "Pandemonium", debemos actuar sobre la base de una estrategia global; pueblo y gobierno debemos actuar juntos y unidos para vencer a ambos enemigos. Es necesario reforzar la legitimidad democrática de nuestras instituciones, desprestigiadas y puestas en riesgo por criminales que actúan validados del apoyo de "matones" y "asaltantes" internacionales. Hay que cuidar mucho, por ello, la calidad de los procesos electorales que se convocaron para renovar la Asamblea Nacional. Y no sólo ello, hay que adelantar un plan de reconstrucción nacional y convocar a un gran consenso para llevarlo a cabo. Este plan de reconstrucción nacional requiere reunir grandes esfuerzos, los cuales deberán ser sostenidos por décadas. Es necesario elevar el grado de consenso social para la realización de planes que implican el aumento considerable de la inversión nacional (pública y privada); es absolutamente necesario, elevar los salarios de los trabajadores, también en el sector público. Es necesario elevar los niveles de tributación directa interna, para financiar la expansión y mejora de los servicios y programas públicos de atención a la población. Es necesario, una reforma a la seguridad social, para proteger efectivamente a la población vulnerable: desempleados, enfermos, ancianos… y a los más pobres.

Pongámonos de acuerdo en salvar a la Patria y salvarnos todos. Demos los pasos necesarios para lograrlo.

* Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la UCV

 

magallanucv@gmail.com



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Rodolfo Magallanes

Profesor del Instituto de Estudios Políticos de la UCV

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