La soberbia principal característica de la juventud revolucionaria

El ser humano ha avanzado hacia grandes modelos de civilización, pero estos grandes logros ha arrastrado otros peligros para la humanidad, uno de estos grandes amenazas es la soberbia, la cual puede llevar al ocaso estas conquistas, a la deshumanización, a la obsesión del hombre por competir consigo mismo impulsado por la insensibilidad, el quebrantamiento de la tradición, la manipulación de las masas, el control por el poder, la decadencia genética, la cultura del más fuerte, los cambios tecnológicos y el quítate tú pa´ ponerme yo. La insurgencia de la cultura juvenil, que viene acompañada por una ruptura de todos los modelos existentes, incluyendo de su núcleo familiar, comporta la idea de una generación como una etapa relacionada con los procesos sociales, así lo expresan los sociólogos Margulis y Urresti. En tal sentido, pertenecer a una generación se ha vuelto importante, debido a que cada estirpe, espacio y tiempo son distintos, es una expresión de otra experiencia histórica. El escritor Pablo Simonetti, autor de la novela "La soberbia juventud", asegura que los jóvenes actúan con una seguridad que no está asentada en algo. No se conocen a sí mismos y son muy taxativos, de ahí la inmadurez de la juventud, la soberbia. Afirma que "la seguridad de lo que somos se adquiere con los años, con el conocimiento de la vida, siempre con respeto hacia todo tipo de opiniones divergentes". Si a esta generación de relevo le dan poder, sin experiencia; le dan recursos, sin saber administrar; le dan carros, casa, para enaltecer su ego y status, sin practicar la humildad y le dan la fuerza necesaria para que alcance sus objetivos sin importar cómo, sin el apoyo, la orientación y la sabiduría de los adultos mayores, sabios; estamos en presencia entonces de una generación emergente destinada al fracaso.

La soberbia es la principal característica más importante con que cuenta la juventud revolucionaria y en este caso, el gobierno revolucionario debe hacer una revisión exhaustiva de este talento humano que está colocando al frente de las instituciones, direcciones, gerencias, protectorados, gobernaciones o ministerios, incluso hasta de los líderes de calle. En revolución no se debe dejar a un lado ninguno de las dos generaciones, ambas son necesarias para el proceso, para fortalecer la revolución. Ni Bolívar, ni Fidel, ni Evo, ni Chávez, lo consideraron nunca, menos se puede admitir en esta hora tan aciaga que vivimos, máxime si el camino hacia el proceso revolucionario fue tejido, en gran parte, por esa juventud rebelde de hombres y mujeres de ayer, impregnados de sabiduría, de amor, de humildad y con una moral en alto, en este presente. La mayoría de los líderes jóvenes que hoy asumen roles importantes dentro de la administración pública no reconocen sus errores, no aceptan las críticas ni sugerencias, asumen conductas a la defensiva, las fallas se las adjudican a otras personas, son intolerantes, tienen una falta de profundidad y perspicacia para apreciar la diversidad, imponen sus ideas y ocultan sus inseguridades mediante comportamientos que expresan poder, son iracundos al punto de usar estrategias de intimidación para imponer sus puntos de vista y hacer valer su postura de "superioridad"; bajo la base de la intolerancia se encuentra un pensamiento arrogante y esta proviene de la ignorancia. Esta juventud, que se dice ser revolucionaria, son los más vulnerables de esta crisis que vivimos, los más asequibles al consumismo desbordado de este sistema capitalista, porque como —tal vez— nunca tuvieron nada, ahora lo tienen todo y si siempre lo tuvieron todo, hoy tienen más que ayer, entonces su escala de valores se desvirtúan. Muchos jóvenes hoy no tienen vivienda porque fueran expulsados de la suya; hay madres que lloran en silencio porque su sueldo no les alcanza para alimentar a sus hijos; otras cocinan en leña porque no tienen gas; esta juventud burguesa hace postgrados en universidades privadas en sus vehículos blindados, mientras los jóvenes de los barrios están buscando efectivo para pagar el transporte; esta juventud burguesa tiene oportunidad de ser diputado (por el método del dedo), otros jóvenes conquistan sus luchas desde sus barrios. Los hombres y mujeres de hermosos cabellos blancos vienen de esa lucha de clase que un día soñaron que algún día terminaría, solo que nunca pensaron que la juventud que los seguiría continuaría con ese desequilibrio tan vergonzoso desdeñable que hoy no es digno de llamársele juventud revolucionaria, por ser más una conducta de derecha.

Es evidente que dentro de la revolución existan sectores burocráticos, una nueva clase social burguesa, una juventud que "chupa" este momento histórico para sus beneficios individuales y una clase social que es la que hace la revolución desde abajo, que todos los días vence las adversidades para encausarla, aunque algunos crean que viva en una utopía. Bajo esta coyuntura el proceso revolucionario está alcanzado su nivel más crítico, en una estructura que sigue siendo en esencia burguesa, dominada por un Estado que sigue anclado en el sistema neoliberal y los que queremos acabar con esa propiedad capitalista, la cual será imposible si no hay una dirección, si no se consolida la Ley del Plan de la Patria (legado de Chávez) y la instauración del mejor modelo económico: la mayor suma de bienestar social y felicidad posible (legado de Bolívar). Esta última masa choca cada vez más clara y abiertamente con la imposición de los sectores burocráticos que se enquistaron en el control y dominio del Estado, es la parte oscura que no deja avanzar. Estos buscan frenar el proyecto Bolivariano, a pesar de tener aún las condiciones para hacerlo, para acabar con la miseria, la pobreza y el desastre que nos ha dejado la oposición, el intervencionismo y el antihumanismo; pero si no se actúa prontamente empezaremos a descender hacia el fondo del abismo, y esto lamentablemente está empezando a ocurrir. Hay una lucha interna que aprovecha muy bien los sectores que les interesa, incluso usan muy bien a esa juventud soberbia porque son vulnerables para sus propósitos y ésta cree que hace revolución porque les acompañan en su parodia "socialista", pero su ignorancia e inseguridad es superior, reflejando una gran ausencia de formación ideológica, de base humanista y de sabiduría.

Nuestra juventud soberbia revolucionaria, tiene cerca de 15 años retrocediendo un proceso. Sin embargo, ese sueño bolivariano que muchos iniciaron desde que el imperio estadounidense invadió nuestra soberanía tiene varias décadas y no puede seguir en lista de espera, para ello necesario es terminar con la propiedad capitalista y ustedes terminarán plegándose o la crisis del capitalismo los empujará a tomar las manos de la experiencia del hombre sabio, o pasarán a ser parte de una élite que no tendrá más cabida en los derroteros que nos conducirán hacia la liberación de todo tipo de esclavitudes. Solo unidos, construyendo la nueva Arca Socialista Bolivariana: niños, jóvenes, hombres-mujeres de edad media, ancianos y mayores de larga vida, que formamos la base social del ideal bolivariano, llevaremos la revolución hasta el final, porque solo el Socialismo puede hacer el hombre nuevo, sin soberbia, sin miedo, libre y más humano.



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Esmeralda García Ramírez

Licenciada en Administración Articulista

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