Diosdado Cabello, como suelen ser los orientales, es dado a ser irónico, cualidad que cuando se une al buen humor da como resultado un estilo y hasta arte exquisito, aunque pareciera contradictorio. A mi lo irónico me encanta, sobre todo todo sí lo es alguien extremadamente talentoso y de buen gusto.
Lo irónico, no obstante, suele ser poco digerible, muy corrosivo y hasta pareciera depender mucho del oyente. De su inteligencia, buen humor y el no estar nunca predispuesto, sobre todo contra quien ironiza. Como que aquél pudiera a su placer quitarle a la ironía su verdadero, profundo sentido y sustentarse sólo en lo aparente y entonces el chiste, lo artístico e inteligente, resultaría de mal gusto, pedestre y hasta ofensivo. Eso pudiera ser cuando el oyente se sustentase en la formalidad, apariencia del lenguaje y darle una interpretación convencional para descalificar a quien ironiza.
Por eso, quienes hacen uso de la ironía en veces resultan brillantes, aplaudidos y hasta exaltados por sus valores y habilidades pero también vilipendiados y hasta rechazados por todo aquel que contra ellos se sientan indispuestos, con sólo tomar las cosas en el sentido literal de las palabras y restándoles la intención profunda, el doble sentido que les dio quien hizo el discurso.
Diosdado es irónico, pero los orientales solemos serlo en buena medida y por eso quizás no las llevamos de lo mejor. No quiero decir, por si acaso hay por aquí cerca alguien predispuesto, que sea de los buenos, sino que practica o intenta practicar el arte. Cada quien es libre de juzgar. Algo así como aquello de "ellos son blancos y se entienden", que en este caso sería, son irónicos o se gozan la ironía.
Entre las cosas buenas que me dio la vida es haber sido amigo muy cercano de uno de los irónicos más talentosos de los que he tenido razón. Ese fue mi hermano Moisés Moleiro, "El Ronco", a quien conocí cuando todavía éramos militantes adecos y compartimos la legal y clandestina en ese partido y después estuvimos entre quienes fundamos el MIR. Y en éste, estuvimos trabajando juntos en los mismos menesteres, siendo él Secretario Nacional de Organización y yo miembro de la Comisión respectiva. Eso nos permitió compartir por largo tiempo y extremada frecuencia y de las cosas que de él recuerdo con afecto y hasta admiración, aparte de su gran talento y enorme cultura, era esa capacidad casi exquisita, lo que parece también contradictorio, para ser irónico.
Pero Moises es caraqueño, aunque de familia de origen guariqueño, como que fue hijo del gran músico venezolano del mismo nombre.
Diosdado es oriental y entre los orientales es como habitual, casi una muy mala costumbre "a hombres y mujeres pegada", ser irónicos o como suele decir cierta gente, "ellos hacen todo lo posible para caerle mal a la gente". Eso, caerle mal a todo el mundo es su santa diversión. Mucho de eso tuvo Simón Sáez Mérida, sólo que este era más recatado que Moisés en eso.
Y Diosdado creo que la cae mal a muchos justamente por eso, por lo irónico. Sugiere lo que no es ni quiere, pero lo hace. Con eso se divierte. Y el irónico, ese empedernido, gozoso de serlo, vive diciendo lo contrario de lo que en verdad piensa, para hacer reír a la gente o matarla de calentura.
Y uno pudiera pensar una cosa u otra de lo que quiso decir Diosdado con eso de "a los camaradas que estuvieron en campaña repartiendo mortadela, mandémoslos a la Escuela de cuadros". Yo supongo, para que empecemos entendiéndonos desde el principio, que no quiso decir que allí fuesen de instructores o docentes, dada la supuesta sutileza, profundidad y hasta lo original de su estrategia pedagógica sino que por balurdos, ordinarios y de baja estirpe, fuesen de alumnos. No obstante, por donde uno intente agarrar el trompo, por aquí o por allá, se topa con lo irónico y dificultoso para entender, lo que pudiera provocar en uno unas enormes ganas de reir o coger una calentera enorme, depende del lado que estemos y si nos gusta o no lo irónico. Pues, tales personajes como alumnos, tampoco parecieran tener futuro si uno piensa en una "Escuela de Cuadros" exigente, de esos que forman "ángeles para asaltar el cielo".
Según el tuit que retumbó las redes, los repartidores de mortadela no son de esos muchachos puramente activistas o de la Chamba juvenil que le "trabajan" al Estado como militantes de "Somos Venezuela" o el "Frente Francisco de Miranda", encargados de las tareas de rutina del parido, esas que los dirigentes no hacen, sino candidatos a la AN. Según esto, son importantes "cuadros del Partido" y tampoco son de esos que, según Mario Silva, "viven del aire", porque por lo menos bastante mortadela tienen y siendo eso, uno cree, es lo tradicional, bastante responsabilidad también tienen. Y por esto, sumado al hecho que son "cuadros importantes del partido" que de paso es revolucionario éste y en disposición de cambiar todo, no se ve muy bien que asuman la política como si fuesen adecos, cambiando votos no por banderas gloriosas, luchas por ideas sublimes y exquisitas, sino por mortadela. Sólo les falto completar el combo, con una pan canilla de los más grandes y una gaseosa negras King Size, las de 2 litros y 1/2.
Por ser eso tan pedestre y hasta escatológico, uno imagina que Diosdado volvió a recurrir a la ironía para que cada quien se cortase con su propio cuchillo, se riese a carcajadas o no se sintiese malamente aludido, porque en veces, el irónico, es como un lanzador de rabos de cochino y a quien le caiga la chupa que se quede con ella.
Una cosa que llama la atención es que siendo Diosdado Vicepresidente del Partido y portador de la llave del cajón de donde se sacan los candidatos que se ponen y hasta se quitan, no dijo, "como esos camaradas la pusieron, pues hasta se dejaron grabar cumpliendo la tarea que les fue asignada, con mortadela como para llenar 300 cajas de clap, para salvar nuestra imagen, quedan fuera de las planchas y desde ya los borramos de las listas que van al CNE". No. Eso no dijo. Sino que irían a la "Escuela de Cuadros" y uno que conoce el estilo de lo irónico, porque en esa cultura se formó y además es oriental, empieza por reir por la jugada de Diosdado y aquello del que "entendió entendió".
Mañana nadie recordará qué pasó con esos ideólogos de la mortadela y menos de las ideas que ellos aportaron y no se sabrá porque no hay motivo alguno para saber de ellos. Eso quedará borrado de la memoria. Pero la práctica quedará en el acervo cultural que emana de la "Escuela de Cuadros". Y por esto a uno le queda la duda por lo irónico del asunto.
Ganar votos es lo que al gobierno interesa. Aquello de la revolución y el pueblo incorporado a la lucha, participando y protagonizando por su fuerza creadora y hasta impulso, como que se quedó en discursos y ofertas a largo plazo para construir el cielo acá en la tierra; es como hablar de pajaritas preñadas; entonces lo de repartir mortadela es como más eficiente, rendidor y hasta más barato. Es una inversión a corto plazo y de alta rentabilidad o para mejor decir, mandar a esos "creadores" a la "Escuela de Cuadros", es un negocio redondo. Y quienes esto han comprendido y empiezan a manejar como lo hicieron los adecos, incorporando toda esa cultura rendidora, barata y nada comprometedora, deberían estar en la "Escuela de Cuadros" de docentes o alumnos da igual y por eso, seguirán en las listas a la AN, porque son buenos captando votos y eso es, lo que en fin cuentas, interesa. Al fin y al cabo, hasta razones pudieran tener, dado que el comer es de vital importancia y quien no lo hace, hasta se le quitan las ganas y fuerzas de votar.
Cada quien está en su derecho de asumir lo de Diosdado según le parezca y le convenga, se ríe, aplaude o se arrecha.