Hasta los amantes de la educación privada y costosa se han visto obligados a dar opiniones sobre socialismo. Son, definitivamente, enemigos de la educación pública y gratuita aunque en determinados momentos la alaben y hasta la defiendan. Don Luis Ugalde se pregunta y escribe sobre socialismo entre signos de interrogación. El, por supuesto, nos da una respuesta en El Nacional del 18 de enero del presente año, donde un caricaturista maltrata su artesanía desfigurando la verdad histórica al dibujar a Trotsky –para burlarse de Chávez- con una verruga en la frente y sosteniendo la cabeza de Marx en la posición en que Hegel hacía andar a la dialéctica: patas arriba.
Por supuesto que debemos respetar el derecho y el deber del padre Ugalde de opinar sobre socialismo de la manera que lo concibe o lo cree conveniente. Sin embargo, eso nada nos indica que sea o no realmente socialismo lo que describe en su esencia.
El padre Ugalde comienza su escrito enterrando el puñal de doble filo en el cuerpo de su víctima. Dice que para unos el socialismo es más solidaridad, justicia social, libertad y superación de la pobreza; pero para otros es Partido-Estado único y absoluto dueño del poder político, único educador, empresario y empleador, único comunicador social, definidor y censor de conciencias; a los pies del yo el único. A lo primero lo denomina salud mental y a lo segundo locura. Pero nada dice de si lo primero lo piensa el pueblo y lo segundo la oligarquía o lo ‘contrario’.
El padre Ugalde, supuestamente, está de acuerdo con la socialización como generalización a toda la sociedad del poder y de los bienes materiales y espirituales, que es la mejor manera de acabar con la explotación humana y la miseria, pero nada nos dice que para alcanzar ese escalafón es necesaria la desaparición de la propiedad privada sobre los medios de producción y el régimen de clase social.
El padre Ugalde, buscando darle fuerza de convencimiento a su idea anarquista de reformismo antisocialista, nos recuerda que los dogmáticos socialistas (suponemos que Engels era uno de ellos aunque no lo nombre) atacaron y vilipendiaron a Eduard Bernstein, lo siquitrillaron, lo denigraron, lo difamaron por su “reformismo socialista”, y el tiempo vino a darle la razón a la víctima y no a los “victimarios dogmáticos”. Lo que nosotros no sabemos es si el padre Ugalde ha consultado el “AntiDühring” de Federico Engels, porque ningún estudioso de la ciencia social ha podido desmentir, hasta el sol de hoy, esa obra maestra del marxismo que desmenuzó y rebatió línea por línea y concepto por concepto las ideas reformistas y revisionistas del profesor Eduardo Bernstein. ¿Cómo podría, padre Ugalde, la ciencia dar la razón a alguien que tiene la ocurrencia anticientífica de decir: “El movimiento lo es todo, el objetivo final, nada”? 75 años, después de muerto el autor de “Premisas del socialismo y objetivos de la socialdemocracia”, el padre Ugalde, sin que nada científico o experimental conceda valor al reformismo de Bernstein, nos anuncia que tenía razón en sus enunciados sin que para nada se haya interesado en echarle una miradita al “AntiDühring”. ¿Qué ciencia, padre Ugalde, puede explicar que el movimiento lo sea todo y el objetivo nada o que el movimiento no sea nada y el objetivo lo sea todo? Sería como decir: el fin lo es todo, los medios no importan o el fin no es nada y los medios lo son todo. Lo que nos quiere decir el padre Ugalde es que el marxismo está caduco por los cuatro costados, y que valerse –hoy día- de esa doctrina para luchar por el socialismo –“comprobadamente un fracaso para el padre Ugalde”- es una tontería de bobo que se cree ‘ilustrado’ por la magia arrogante del poder político. Para la justicia y la libertad están los filántropos nacidos del corazón y del alma de los grandes monopolios del capitalismo, tales como por ejemplo: Bill Gates de Estados Unidos y el señor Santodomingo de Colombia, que regalan cuantiosas sumas de dinero que no son producidas por ellos, sino por los trabajadores que son explotados en sus empresas capitalistas. En fin, regalan parte de la plusvalía que produce el plustrabajo del obrero. Eso no les cuesta ni una sola gota de sudor de su frente.
El padre Ugalde también nos alecciona sobre la discusión entre el socialismo autoritario (el de Marx) y socialismo democrático (el de Bernstein). Nos recuerda que los anarquistas se lo dijeron a Marx y así lo ha comprobado la historia hasta la actualidad en que todo autoritarismo acaba con la democracia social y bienestar de las masas. Esto a simple percepción resulta una verdad grandota, pero ¡mosca! porque también puede resultar una mentira muy peligrosa. La historia ha demostrado, aunque lo niegue el padre Ugalde, que nada es más autoritario que una revolución, sea del corte que sea, porque es la única manera de hacer valer los postulados de la misma. Si no lo hubiese hecho la burguesía, la revolución de 1789 sería un ingrato episodio que no valdría la pena recordarlo por los terratenientes gozando del feudalismo. Ningún régimen de clase carece de democracia completa ni es autoritarismo completo. La burguesía ejerce su dictadura sobre los trabajadores garantizando democracia a los amos del capital y a sus agentes políticos e ideológicos. La dictadura del proletariado es sobre la burguesía garantizando democracia a los trabajadores y pueblo en general. Que no haya sido así estrictamente en la historia es harina de otro costal necesario de investigar y aclarar. Dejemos esto para otra oportunidad. Precisamente, sépase, que el anarquismo, contrario a Bernstein, sostiene que el objetivo es todo, mientras el medio es nada.
Por último, el padre Ugalde debería explicar a la feligresía y al pueblo venezolano completo el por qué el gobierno político del Papa –al servicio de una religión y está demostrado del capitalismo- de El Vaticano es de por vida sin reelección, expresión inequívoca de autoritarismo porque el Sumo Pontífice es elegido simplemente por los cardenales con derecho a voz y voto. Es, además, el único que puede otorgar jerarquías en la Iglesia, y en ésta no concede derecho de palabra a nadie sino que es el sacerdote el único que hace uso de ella. ¿Entonces como es eso de exigir democracia en la política y dictadura en la religión? Y, digno de aclarar, es que en este momento se está investigando a todos los obispos que tuvieron relación o simpatía con las ideas comunistas –para expulsarlos de la Iglesia-, mientras que se premia a aquellos que han tenido estrechos vínculos con las ideas del fascismo. ¿O es que eso no vale la pena aclararlo, porque tenemos entendido que Dios está al servicio del bien común, de la justicia, de la libertad, del amor al prójimo como a sí mismo, de la felicidad, de la solidaridad, y no de una elite en particular que domina la sociedad para su propio provecho en perjuicio de la mayoría de la humanidad?