La última cena, fue un evento especial en la vida de Jesús, la cena pascual representó el final de un ciclo en su vida y el comienzo de su parte más dramática: la crucifixión, muerte y resurrección. Ese día, compartió con sus apóstoles: "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta pascua antes que padezca! Porque os digo que no la comeré más, hasta que se cumpla en el reino de Dios". Y habiendo tomado la copa, dio gracias, y les dijo: "Tomad esto, y repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé más del fruto de la vid, hasta que el reino de Dios venga." Tensión y tristeza, caracterizaron ese momento de la vida de Jesús: "De cierto os digo que uno de vosotros, que come conmigo, me va a entregar." Judas, con descarada audacia le comentó a Jesús: "¿Soy yo, Maestro?" Y con punzante brevedad, el Señor le respondió: "Tú lo has dicho." A continuación, se arrodilló y lavó los pies de sus apóstoles. Continuaron comiendo y bebiendo: "Tomad, comed; esto es mi cuerpo". Jesús, mojó el pedazo de pan y lo dio a Judas Iscariote con estas palabras: "Lo que vas a hacer, hazlo más pronto." Judas, salió presuroso del recinto, abandonando para siempre la bendita compañía de sus hermanos y del Señor. Jesús y los once apóstoles, salieron de la casa en donde habían cenado, pasaron por la puerta de la ciudad, que usualmente permanecía abierta toda la noche, durante un festival público, cruzaron el arroyo de Cedrón y entraron en un olivar conocido como el Getsemaní, en una de las laderas del Monte de los Olivos. Allí, los ubicó Judas y como señal de identificación le dijo a Jesús: "¡Salve Maestro!" y le dio un beso en la mejilla, como señal inequívoca de que era el que buscaban los agentes del imperio, quienes le apresaron y entregaron a Judas, como recompensa sus 30 monedas de plata. Ese capítulo, fundamental en la vida del hijo de Dios, la expresaría Leonardo da Vinci, en una magistral pintura-mural de 4,6 mts por 8,8 mts, pintada en 1495, para el convento dominico de Santa María delle Grazie en Milán, que llamó: La última cena. En la pintura, se observa a Jesús acompañado de sus doce apóstoles. Cenaron, bebieron, compartieron hasta que la traición, se hizo presente y destruyó ese momento mágico, que vivieron Jesús y los apóstoles. Tal es, el papel nefasto, que la historia de nuestra humanidad ha legado a las y los traidores de toda calaña.
En 2015, la traición jugó un rol estelar en el proceso de destrucción de la Patria, que sobrevendría con el triunfo de la oposición apátrida, funestamente entregada en cuerpo y alma al señor de los imperios, en ese momento, Barack Obama y luego, Donald Trump. El imperialismo, se ensañaría con tal nivel de brutalidad criminal, que cinco años después, observamos –complacientes- que algunos de los partícipes de aquella imagen televisiva, hayan rectificado y hoy, den un paso al frente para renegar de aquella escena que los medios de comunicación, llamaron como "la última cola". Tenía que ser la mujer venezolana, la que diera ese paso fundamental para revertir esa traición que ejecutaran contra la Madre Patria en 2015, y servir de imagen de apoyo a los criminales de la oposición venezolana. "La última cola", fue un spot publicitario que, en apenas un minuto y 05 segundos, reflejó la realidad venezolana de aquel año, en que el imperialismo con sus agentes apátridas, habían sometido al pueblo venezolano a uno de sus mayores sufrimientos físicos: las colas. Decía, su protagonista, una bella abuelita presente en esa "última cola", con palabras tiernas: "A esta edad uno se merece algo mejor". Una verdad de perogrullo, entre sacada del contexto que la Venezuela de entonces padecía, ocultando a sus verdaderos autores criminales. Fenómenos nuevos, hicieron su aparición ese año: el acaparamiento de alimentos, el desabastecimiento inducido por empresarios que bajaron sus niveles de producción y los bachaqueros surgieron, como una plaga que se agolpaban en las puertas de los comercios para vaciarlos y dejar los anaqueles vacíos. 28 mil toneladas de alimentos, fueron incautados en 2014, que iban destinados al contrabando de extracción. Hasta el billete venezolano, fue objeto de contrabando con una sola finalidad: dejar a Venezuela sin papel moneda, el Bolívar. ¡Toda una guerra brutal!
El contrabando a los países vecinos, se convirtió en el gran negocio. Un hecho, que simboliza la agresión imperialista, en esta modalidad, ocurrió en diciembre de 2015, cuando las fuerzas de seguridad dan con la detención del activista de Voluntad Popular, y concejal del Municipio Pedro María Ureña, Ángel Ignacio Hernández, quien pretendía contrabandear al territorio vecino grandes cantidades de medicinas, y fue detenido en una trocha por nuestra FANB. Fue un año de intensa guerra económica, caracterizada por escasez inducida, acaparamiento, ataque a la moneda nacional que propició alta inflación, agresión económica que contó con la provechosa posición de dominio con la que contaba, Lorenzo Mendoza y sus empresas Polar, que manejaban el 70 por ciento aproximado de los productos que se expendían en el país. Ese mismo año, se hizo pública una conversación entre ese nefasto personaje y Ricardo Haussman, a quien le manifestó que él estaba en "guerra". Procter & Gamble, anunció ese mismo año su ida del país. Alimentos, medicinas y gasolina, salían por las trochas con rumbo al mercado colombiano. Un titular del diario The Wall Street Journal, destacaba: "La escasez de alimentos genera colas, hambre y saqueos en Venezuela". El Presidente Maduro, acudía al cierre de la frontera como mecanismo para intentar detener la sangría que se ejecutaba de la producción nacional. Por otro lado, el fracking, cumplía su rol de tirar a la baja el precio del petróleo y, con ello, disminuir aceleradamente el ingreso de divisas al país. En 2012, el precio internacional del petróleo rondaba por encima de los 115 dólares. En 2014, ya se había desplomado a un promedio de 79 dólares y en 2015, caía por debajo de los 50 dólares. Una planificada caída, que buscaba afectar –negativamente- las economías de Rusia, Irán y Venezuela, el llamado eje del mal, así definido por las élites imperiales. El fracking, le permitió a los EEUU, colocarse a la vanguardia de la producción petrolera mundial y con ello, definir el precio del combustible, en fin, desplazar a la OPEP. Todo este escenario, es importante tenerlo claro, porque nos explica las causas reales que motivarían la derrota parlamentaria de aquel año 2015. "El paisaje urbano ha cambiado al incorporar ríos de gentes arremolinados en torno a supermercados, farmacias, o los mercados oficiales vacíos de productos siquiera para medio llenar la canasta familiar…", reseñaba la derecha en sus medios, mientras culpabilizaban a los controles de precios y cambiarios, en fin, al modelo bolivariano de bienestar social que ya para entonces, había hecho realidad el cumplimiento de las Metas del Milenio de Naciones Unidas. Venezuela, tenía un Coeficiente de Gini del Primer Mundo, y el imperialismo con sus agentes, sus judas Iscariote, atacaba con todo, ese modelo de vida. Al contrabando de alimentos y medicinas, le llamaron desabastecimiento, anaqueles vacíos. Al ataque, sin piedad, contra la moneda nacional, le llamaron inflación y devaluación. Era una guerra, sin balas, pero inclementemente perversa y criminal. En 2014, Obama, quien ya atacaba a Venezuela, al año siguiente, formalizaría su guerra mediante una Orden Ejecutiva que declaraba a Venezuela, como: "una amenaza inusual y extraordinaria para su seguridad interna". Con lo cual, abriría las compuertas a las sanciones y el bloqueo financiero-comercial, que surgiría con fuerza a la llegada de la Administración Trump. Correspondió a un spoot publicitario, expresar esa nueva realidad para torcer la opinión de la mayoría de los venezolanos y venezolanas, y otorgarle a la oposición apátrida, la victoria parlamentaria del año 2015.
Pasados cinco años de aquella mala experiencia, ahora deviene el arrepentimiento. Y esa abuelita, que enterneció el corazón de las y los venezolanos, rectifica y se despoja de esa cruz que le costó cargar en sus hombros, con su convocatoria a votar por Ramos Allup, Julio Borges, Omar Barboza y Juan Guaidó. Tímidamente, las fuerzas patrióticas ahora hacen público su testimonio de arrepentimiento, dice ahora la abuelita: "Hace cinco año se aprovecharon de nuestros problemas, nos prometieron una salida y como no, ellos salieron y a nosotros nos sancionaron, nos dejaron más problemas y ellos con sus corbaticas y sus trajes, se repartieron la torta entre sus amigos. Hay que ser crueles, mijo, en verdad, para que no les importe el sufrimiento de los venezolanos, pero gracias a Dios, sus embustes y sus mentiras, tienen fecha de vencimiento, salgamos a votar para devolverle al pueblo su asamblea porque este 6 de diciembre, les sale su castigo. ¡Ven vamos juntos!". Los venezolanos y venezolanas de bien, debemos liberarla de esa amargura que cargó sobre sus hombros, ser consecuentes con Jesús y sus palabras de aquella última cena: "Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis los unos a los otros." Juan 13:1–35. Bienvenida al reino de la Patria, compatriota, la paz sea con Usted, vayamos juntos a castigar con votos a los enemigos de Venezuela, con los ojitos de Chávez, arriba y a la izquierda…