A partir del año 1750, con la Revolución Industrial en Inglaterra, se inicia la transición del paso del poder de la aristocracia a la burguesía. El campo venía en franco proceso de intervención del capital, condición básica para el desarrollo de la burguesía urbana. Era la destrucción de la vieja clase y el ascenso de la nueva. En esta dirección se crearan los partidos políticos. Las ideas del enciclopedismo y del pensamiento de la ilustración, favorecieron el estallido de la Revolución Francesa en 1789.El gentil hombre burgués, vanidoso, egoísta, individualista, egocéntrico, inclinado con preferencia al gozo y a lo material estaba en construcción. Libertad, igualdad y fraternidad, era un avance frente al viejo modelo social, pero un ocultamiento (ideología) de la realidad, frente a la presión social de “los marginados.”No propugnaron la igualdad económica, por ello no se tocaron a la propiedad privada. La naciente burguesía francesa se unió por interés con el proletariado, pero pronto aparecerán sus inevitables contradicciones.
En Londres, Marx y Engels, declaran abierta la I Internacional (28 de septiembre de 1864). Con ella, se proponían dotar a la clase trabajadora obrera, de una sólida herramienta teórica, y lograr su organicidad interna. La necesidad del Partido Comunista estaba allí presente. Ninguna de las dos propuestas corrió con suerte. El reformismo, el individualismo, el desviacionismo y la felonía arruinaron sus propósitos. Ante la anarquía, Marx sugirió su traslado a New York. En el último Congreso de la I Internacional (1876) se acordó su corolario póstumo: “Demos a nuestros camaradas trabajadores…tiempo para reforzar sus organizaciones nacionales.”. Dos años después, Bismarck dictaba sus Leyes Anti socialistas. Este fantasma sirvió para el chantaje de los reformistas “socialistas”.Ante el peligro había que quedarse quieto, mimetizarse para evitar el ataque. La lucha de clases se irá convirtiendo en conciliación de clases. En 1880 la Socialdemocracia europea es mayoritariamente reformista. Lo de socialista es una trampa para incautos. La crisis del capitalismo europeo era visible. Frente a ella, poco a poco, la socialdemocracia propone una escalada de reformas: soluciones pacíficas, vía evolutiva del proceso histórico, fortalecimiento del parlamentarismo, sindicalismo “economicista” (luchas pacificas por salarios y condiciones materiales), desmovilización revolucionaria de la clase obrera, así ya para 1880 insinuaban abiertamente los socialdemócratas el apoliticismo como herramienta de lucha social. Estas líneas políticas, toman cuerpo en la II Internacional (1896 a 1914). Bernstein y Kautsky, son sus dos líderes más importantes. Con ardor emprendieron su actividad destructiva: El socialismo es heredero del liberalismo. El colonialismo se justifica pues lleva civilización. La lucha central es por la jornada de 8 horas diarias de trabajo. En el capitalismo, se puede llegar a una distribución más equitativa de la riqueza. No se debe alterar la legalidad para impedir las leyes anti socialistas. Sólo había que reformar la sociedad burguesa y estaríamos en el socialismo. La vía política era el cambio progresivo. La lucha parlamentaria es lo correcto. La dirección parlamentaria debe asumir la dirección política. Las luchas sindicales deben ser “economicistas” y no políticas. Impulsar los resultados inmediatos, es decir lo económico. El pensamiento de Marx estaba obsoleto y superado. Las crisis del capitalismo irán desapareciendo. Los monopolios son la socialización de la producción. No era necesario la toma del poder, a el se llegaría progresivamente por la vía de reformas parlamentarias. Solamente había que elevar las condiciones materiales de los obreros. Lassallistas, socialdemócratas y otros pajarracos reformadores se unen en esta dirección contra la clase obrera.
En 1894 Bernstein publica su libro:”Las premisas del socialismo y los problemas de la Socialdemocracia” donde están contenidas estas perversiones. La burocratización de las luchas populares era un hecho, y con ella se originaron las élites sindicales. El desarrollo de las burguesías había estimulado los chovinismos. El decimonónico concluye con esta dicotomía política, entre reformismo y revolución. Aún así, el reformismo no pudo detener la inevitable crisis del sistema capitalista europeo. La burguesía abre las compuertas electorales y favorece a los partidos socialdemócratas, que son sus aliados naturales. Los nacionalismos atizaban guerras entre países, para desmembrar al movimiento revolucionario. Los parlamentarios socialdemócratas votaran por créditos para la guerra. El pluralismo social mermaba los objetivos revolucionarios. El sistema “representativo” electoral, en verdad defendía los intereses del gran capital. La crisis del capitalismo europeo, le abrió las puertas a las inversiones norteamericanas, que en buena parte salvaron temporalmente al capitalismo alemán. Aquel siglo concluye con profundas tensiones sociales, pero sin verdadera vanguardia revolucionaria. Casos esporádicos como los de Rosa Luxemburgo, y otros luchadores políticos y luego Lenin, vendrán a recomponer el cuadro político a favor del proletariado. El reformismo abortó la revolución.