Rompamos las cadenas que nos atan a la rutina y salgamos a las calles a invocar nuestras verdades, denunciemos a los corruptos e invoquemos el control social para vindicar nuestra democracia participativa y protagónica. No embarguemos nuestro sueño, ni entreguemos la lucha, que ahora es cuando la patria más reclama avanzar. Es la hora absoluta de la participación popular y la muerte definitiva de las vanguardias devenidas en cúpulas taponadoras de la fuerza del pueblo, del poder popular.
Todo proceso de cambio es largo y tedioso, implica rupturas, traumas y por ende toca intereses y costumbres de los opositores y en la misma medida causa extravíos en muchos de los incluidos dentro de él, pues revolución es avanzar a un nuevo estadio superior complejo, lo que implica inseguridad e incertidumbre, sobre todo en aquellos cuya aspiración de vida esta atrapada en sustituir a los que están en el poder y no contradecir la marcha y ni el sentido del modelo imperante.
En Venezuela, a pesar de nuestra demostrada vocación revolucionaria, el poder del estado liberal burgués aun tiene raíces encarnada en el sistema, tan honda, que basta ver el comportamiento de quienes hoy tienen la responsabilidad de gobernar y compararlos con los carcamales de la cuarta y sus eternos negociados, acuerdos y trampas, para percatarnos de las grandes similitudes que le son común.
Son ocho años de lucha feroz contra el burocratismo, el clientelismo y la corrupción, y aun esta vivo el modelo que debemos cambiar, sobre todo en las instancias del poder regional y local, los cuales salvo honrosas excepciones, imitan a la perfección las pautas de comportamiento mezquino, personalista y deshumanizado de sus predecesores de la cuarta república.
Por ello, cobra fuerza suprema radicalizar la lucha, organizar y organizarse, crear el partido necesario y retomar el rumbo de la ética y la moral revolucionaria para derrocar al capitalismo y sus males más que demostrados.
Esta vez el trabajo a realiza no es solo sustituir a los corruptos y sus secuaces, cambiar funcionarios, gobernadores, legisladores y alcaldes, sino cambiar a fondo todo cuanto signifique estancamiento o retroceso, crear una nueva arquitectura del estado, pasar del modelo burgués al socialismo científico y real, humanista y bolivariano, para eso es indispensable que las masas asuman el control, que el Estado sea la base y el pueblo su mas alta cúspide.
Como vemos, se nos acabaron los pretextos, las excusas, es ahora, no hay otro tiempo, pues si no avanzamos con prontitud, la dinámica social, los feroces mediáticos, la contra arrastrada y adulante del imperio y las fuerzas oscuras de la ineficacia, barrerán con la aspiración por un país justo y para todos.
angeltortolero@gmail.com