La II Internacional (1896-1914) fue el recipiente que contuvo todo el reformismo, el oportunismo y las acciones más pérfidas contra la clase obrera europea. La crisis del capitalismo seguía su curso. Los reformistas atacaban con virulencia las tesis de Marx. Para los Social Demócratas, el marxismo había muerto. En 1891 en el Congreso Obrero de Erfurt, algunos partidarios de Marx intentaron inútilmente retomar algunos de sus descubrimientos, en particular sus críticas al Programa de Gotha. El evolucionismo, el cientificismo, el darwuinianismo y el positivismo se apoderaron de las mentes reformadoras. El propio Engels se aproximó a algunos de estos criterios equívocos. Por ejemplo consideró que era prudente apoyar las reivindicaciones económicas de los obreros, del mismo modo que vio en lo electoral y el parlamentarismo una alternativa válida. Es de señalar que el Engels después de muerto Marx, se inclinó con frecuencia al reformismo, destellado entre otras cosas por los descubrimientos de las ciencias naturales, llegando incluso de recular ante algunos serios postulados del propio Marx. Pronto, Lenin entra en el debate, advierte que:”la burguesía liberal había sido incapaz de llevar a plenitud su revolución democrático burguesa”.En “Qué Hacer”, propone un nuevo tipo de organización política. Creyó, que la conciencia a la clase trabajadora le viene del exterior de su movimiento.(Marx había pensado lo contrario).Lenin con certeza, señaló, que se debe articular la acción consciente de los obreros con su expontaneísmo. Criterio que tomaría posteriormente Gramsci. Insiste en someter la táctica a la estrategia. En “El Estado y La Revolución”, sostiene, que la lucha de clases debe estar vinculada a la dictadura del proletariado. En “El Imperialismo Fase Superior del Capitalismo” desnuda la naturaleza de los monopolios capitalistas y su carácter de dominio internacional. Califica a los reformistas de viles y lacayos. En esta diatriba tercia Rosa Luxemburgo (polaco-alemana), cuestionando duramente el reformismo. Denuncia la manera como los Partidos Social demócratas estaban subordinados a las burguesías nacionales. Fustiga el entreguismo al aprobar créditos para la guerra en sus respectivos parlamentos. Con sus Espartaquistas, piden “todo el poder a los consejos obreros”.A la obediencia de los Social demócratas, había que anteponerle la resistencia revolucionaria. Enfrentó la falsa ética enarbolada por los revisionistas, para justificar su obediencia al poder establecido. Sin duda que la burocratización de los partidos Social demócratas, los llevó a “abandonar la calle”, prefiriendo el cooperativismo alemán, como medio de concordia social.
Para más confusión, construyeron una supuesta “Dialéctica de la Naturaleza”, que no es más que determinismo, mecanicismo, apriorismo, dogmatismo, cientificismo, y positivismo. No entendieron que el progreso de la ciencia no lo es siempre de la conciencia. “Ciencia sin consciencia es ruina del alma”, había advertido Rabelais. En sus sucesivos entreguismos, los reformadores apelaron al filantropismo, por la vía de las beneficencias. No vieron que Ricardo ya estaba superado por Marx en esto de intercambio individual sin antagonismos de clases. No comprendieron que la riqueza no viene del trabajo, sino de la explotación de la fuerza de trabajo ajena. No atisbaron nexos entre revolución social y revolución política. Apuntalaron la falacia del progreso y el desarrollo como alternativa para los pueblos. Por cierto, que después de Darwin, al progreso y al desarrollo se le llamará evolución. Del mismo modo los social demócratas se negaron a admitir que la revolución es el desarrollo de las fuerzas productivas más la acción social y política de la clase obrera. El final de la II internacional, coincide con el inicio de la II Guerra Mundial. Europa se llena de cementerios por doquiera.
La clase obrera pone los muertos y el capitalismo puede por esta vía reacomodar y superar su crisis. No hay duda en admitir que otra de las intenciones de quienes querían la guerra, era cercar y derrotar la joven revolución bolchevique rusa. Esta había despertado muchas esperanzas en los sectores obreros revolucionarios. No se requiere mucho esfuerzo para pensar que los Social Demócratas reformistas, estaban contra esta revolución proletaria.