Once días he cumplido ya de un necesario receso que me he impuesto, para renovar mis fuerzas y regresar con nuevos bríos a mis trincheras de lucha en la ciudad capital. Confieso que estos días me han servido para valorar en su justa dimensión la importancia del confinamiento. De quedarse en casa, disfrutar buenas películas y series y de la meditación para poner en orden algunas ideas.
Incluso, esa meditación ha servido no sólo para reencontrarme con los afectos, con los recuerdos, con los amores y también con los desamores. También ha servido para reencontrarme con la prosa, con los versos, con la poesía. Creo que después de mi cuenta feisbú, esta es la primera vez que publicó versos en alguno de mis artículos:
Y me asomo en la ventana
Imaginando que ahí estas
Invocando a la providencia
Para que te pueda volver a encontrar
Tu recuerdo por momentos me invade
Un sentimiento aparentemente muerto
Espero no sea tarde
Para expresarte lo que siento
Porque el amor no muere
Sólo se transforma
Por momentos hiere
Y mi mundo lo trastocas
Y en la negrura de la noche
Te trajo con la nostalgia
Y el recuerdo que esconde
Un desamor que me desgarra
Esto fue escrito en una de esas noches azabache, donde nuevamente el recuerdo me visitó, y donde de alguna manera quise expresar esa zona poco explorada y poco conocida por muchos y muchas de ustedes, que es mi mundo interior. Hoy con estas líneas, quise regalarles un poco de mí.
Cómo también pude reafirmar algo que sabía, pero que a veces debe uno volverlo a confirmar. Lo sorprendente como nos delatamos (o se delatan más bien) personas a través de plataformas dgitales. Vivimos en un mundo de máscaras, y donde algunos y algunas no les importa jugar con los sentimientos de las personas, o peor aún, crear expectativas irreales en otros.
Pero, menos mal que algunos hemos aprendido a tener fortaleza de espíritu y alma. Pese al desamor, a la desazón y a los momentos desagradables por los que por momentos debemos atravesar, la resiliencia y otros afectos le permiten a uno reponerse y continuar el camino. De volar ligero y sin ciertas y determinadas personas.
Es evidente que, a lo largo de la vida, constantemente habrá personas que entrarán y saldrán de nuestras vidas. Unas serán más paso que huella, y otras sencillamente pasarán sin mayor gloria y mucha pena. Esa es una de las más grandes enseñanzas que me deja el año 2020 y lo que va de 2021.
Así como también leí por ahí: la vida te va mostrando quien es quien, y es el tiempo el que define a quienes mantienes en tu vida y a quienes no. Es un aprendizaje necesario para evolucionar.
Hay personas que han dejado profunda huella, amores que recuerdo con afecto. Y otras personas cuyo paso fue fugaz y sin mayor significación. Así como hay personas cuales arquitectas, que pese a no estar mucho tiempo contigo, pero ese tiempo que te dan, es de una calidad que te hace valorarlas.
Pero, esta columna, además de esta parte de humanidad, tendrá también su parte que, aunque breve, necesaria para no desvincularnos del contexto en el que vivimos.
El día de mañana será 23 de enero. En esa fecha se recordarán los 63 años de la caída de la dictadura de Marcos Pérez Jiménez en Venezuela. Y generalmente sectores del puntofijismo, que hoy son oposición al proyecto bolivariano, utilizaban esa fecha para movilizaciones de calle e intentos de desestabilización.
Y aunque no me guste mucho hacerlo, también esa fecha se recuerda como la de la autoproclamación de Juan Guaidó como pretendido presidente de Venezuela. De ese evento han pasado ya dos años.
Lo cierto es que pese a los intentos de éste por el despliegue de acciones terroristas de las más diversas y en distintas intensidades, aún el Gobierno Bolivariano en medio de contradicciones y dificultades, ha logrado mantenerse de pie y en pleno ejercicio del poder político.
Si queda como tarea pendiente el llevar a Guaidó y su camarilla a la justicia, y de que paguen por los delitos cometidos y respondan por la apropiación de los recursos del Estado necesarios para la adquisición de alimentos, medicamentos y otros insumos para preservar la calidad de vida y el estado de bienestar de la población.
Por ello, hay que tener mucho cuidado para el día de mañana 23 de enero, para que no sea el día que la extrema derecha venezolana para convocar acciones de calle (Mirémonos en el reciente espejo de Bielorrusia) para que desaten toda una violencia generalizada y generar caos. Eso los hace estar en un estado general de sospecha. ¿O es que no nos damos cuenta que como ellos no mueven a nadie, ahora aplican otra estrategia de guerra de sexta generación?
Ojo pelao pueblo.
Independencia y Patria Socialista
Viviremos y Venceremos