El socialismo no es una opción, es una necesidad (I)

El dinero pasó de ser un instrumento de cambio a enseñorearse sobre las apetencias humanas, una extravagancia cuando se pierde la vida por tenerlo, dejando a un lado todo lo que se supone se puede comprar con él. El fetiche de la mercancía: todo puede ser mercancía, cambiado por dinero, y no al revés. El mundo al revés. El socialismo es la única medicina efectiva para voltearlo.

Una vez conocimos un personaje, “arrancado de las páginas de la vida”, creo que se llama Alberto Mansueti, que hacía unas peroratas frente a sus empleadores, empresarios con bastante plata, sobre lo ridículo que eran las políticas conservacionistas, “retrasar el desarrollo de la humanidad – decía – por proteger una gallinas”. Profesor en la universidad del Zulia, que fundó el “partido liberal de Venezuela” o algo así, y que quiso levantar un movimiento por la independencia del Zulia, a pesar de ser argentino. El cuento viene porque el asunto de la muerte del planeta por el efecto de los gases de efecto invernadero (dióxido de carbono), del desarrollo de las industrias extractoras y la contaminación de las aguas, de la producción de alimentos transgénicos (monocultivos) y la contaminación de los suelos, de la producción de carne de forma intensiva, la degradación de los ecosistemas, la tala de bosques y selvas húmedas, la pesca intensiva y la contaminación de los mares, océanos, y grandes ríos y reservas de agua potable, es un descuido de los líderes del mundo capitalista, los políticos, los presidentes, flojitos, obligados por el poder del capital, el poder de dinero, por las grandes corporaciones, por los ricos del mundo.

Y estos ricos, a su vez viven “la vida loca” y no les importa mucho lo que pase con el planeta, no les importa  la cultura ni su humanidad, viven, como dicen los psicólogos, el “aquí y ahora”, pero del que lo tiene todo, no el “aquí y ahora” del que no tiene nada, el cual no es el resultado de una elección (la vida lo lleva a vivir al día). Este descuido está dejando pasar el tiempo y no hacemos nada para frenar los esquemas de producción y desarrollo industrial CAPITALISTAS, todos agarrados por las bolas con el dinero y fama de ricos y  príncipes  del mundo.

Científicos y gente seria, como el documentalista inglés, biólogo neo darwiniano, David  Attemborugh, muestra en su último documental, a sus 92 años, evidencias de que las “gallinitas” del pendejo de Mansueti no es lo que se está perdiendo, es toda la vida que hace posible la existencia de la humanidad, la vida humana. El problema de la vida va más allá de nuestra comprensión, se sabe que la vida es posible en condiciones inimaginable por nuestro  entendimiento y ciencia. Pero la vida humana, la vida de los llamados seres superiores está amenazada. Attenborough, recordando todos sus documentales, desde el famosa “Liffe on Erth” de 1978 hasta el último referido a distintos problemas con la permanencia en el tiempo de la vida natural y con la degradación de esta,  muestra a un lado un cuadro donde lleva de forma gráfica cómo, desde entonces, desde 1978 hasta el 2020 se han ido reduciendo los bosques, han cambiado las corrientes  marinas, se han desaparecido especies, ha aumentado la temperatura promedio del planeta, a consecuencia del modelo de desarrollo capitalista. Por su puesto, este inglés, decente, y que de alguna manera su dinero lo invirtió en investigación, documentación, y ahora denuncia, apela al concierto mundial, a la consciencia de los líderes del mundo, a la razón, es decir al sacrificio de no pocos modelos de consumo y producción industrial realmente innecesarios para sostener una vida  decente, honrosa, para todos los seres humanos. Él no habla de socialismo, pero lo sugiere.

A una conclusión parecida llegó All Gore, aquel candidato demócrata que perdió unas elecciones con Bush hijo (robada, trampeada casi que en su cara y en la cara de todos los norteamericanos). Al final Gore supo que con este modelo de desarrollo económico CAPITALISTA nunca se podrá frenar el cataclismo del mundo, el problema que significa el aumento del calentamiento del mundo, el cual ya está derritiendo los glaciales más importantes, desde Groenlandia hasta la Patagonia. Pero no habla de socialismo, solo lo sugiere.

El socialismo es una consecuencia inevitable, si queremos cambiar este modelo de desarrollo anárquico liderado por perfectos sicópatas, inteligencias sicópatas (los más volados quieren ir a Marte, mudarse a Marte). El socialismo solo es una palabra que define el remedio de una enfermedad diagnosticada con exactitud quirúrgica por Marx y sus continuadores que lo estudiaron “en el terreno”, en el campo de la revolución. El socialismo es un cambio de espíritu, de uno individualista y gregario, de un culto al personalismo, egoísta y mezquino (es decir, que es indiferente, insensible, al fracaso de los otros), a otro espíritu, a un espíritu social, a otra espiritualidad, solidaria y social, amorosa, amor por la humanidad y por la vida, la consciencia del deber social, como la llamara el Che. El socialismo no hace culto a la razón y no la usa, es el uso de la razón. No “manipula” la razón para justificar las barbaridades humanas. Sería lo de menos un acto de injusticia si no fuera un acto de injusticia lo que motiva la locura sicópata de los que quieren, en su megalomanía,  “casarse con la luna”, así cueste para alcanzarla la vida del planeta, como Calígula, de la literatura y el de los chismes de la historia.

El socialismo es una sociedad perfecta porque quienes están destinados a construirlo quiere que sea perfecta, porque es la perfección humana lo que inspira al socialismo y a la revolución, no la salvación personal, el éxito, la gloria vana del que acumula dinero y propiedades. Para nosotros, socialismo es sinónimo de revolución, de revolución permanente hacia la perfección humana. Se aplica este razonamiento a la sabiduría (a casi todo lo humano), no se es sabio porque se conozca todo sino porque se quiere conocer todo, y al final estará la idea de perfección. La voluntad, el  “querer hacer”, es la clave, y la segunda clave es buscar la perfección en todo lo que se hace y se piensa. En la existencia humana, dar por concluido un proyecto tan ambicioso equivale a morir. El socialismo es buscar siempre la perfección en todo  lo que hacemos, y este principio sagrado eleva y fortalece a nuestra especie, la ennoblece y la proyecta hacia el futuro, hace que permanezca en el tiempo.

El socialismo lo define bien el conocimiento. En una sociedad socialista todos debemos ser científicos, todos somos artistas, todos realizamos tareas manuales y de la mejor manera. En el socialismo todos conocemos cómo funciona un motor y todos lo podemos reparar. Y en el socialismo todos  seremos capaces de dirigir a la sociedad, sin correr tantos riesgos como ahora. En él, la división del trabajo no es la división del conocimiento. El socialismo es la sociedad del conocimiento, político, científico  y artístico; filosófico, ético, religioso, mágico, cada uno en su justo espacio y momento dirigido hacia un solo fin, el conocimiento,  aquello que nos da razones para vivir y trascender en el tiempo como especie.

¡No al fatalismo capitalista! (No al fetiche de la mercancía, a Netflix, y a los despreciadores de la vida consciente).



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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