La responsabilidad que conlleva ser jefe de estado, lleva implícita la capacidad que tenga quien funge de tal, der ser un referente; de ser, en pocas palabras, autoridad. En muchas ocasiones, quienes llegan a la jefatura de estado, si bien es cierto están revestidos de los derechos y obligaciones que tal cargo, según las leyes, les son otorgados e impuestos (en el caso de los deberes u obligaciones), no es menos cierto, que a pesar de ello, carecen de autoridad. Esto, ocurre por diversas causas. Siendo la pérdida de respeto de la población hacia él o ella, o su impericia e ineptitud, algunas de ellas.
En su libro "La oración de la rana 2", el sacerdote Anthony de Mello, en el apartado llamado "Autoridad", nos expone varios pequeños relatos en relación a ésta. De ellos, hemos tomado tres, que pensamos, son de enorme significación en torno a lo que estamos viviendo los venezolanos en relación a tan importante tema con el presidente Nicolás Maduro. A continuación, trasncribiré los tres:
1) Un hombre muy rico decidió hacer realidad el sueño de toda su vida: dirigir una orquesta. Para ello, contrató a un percusionista, a tres saxofonistas y a veinticuatro violinistas. En el primer ensayo, dirigió tan penosamente, que el percusionista sugirió a los demás músicos la idea de largarse todos. Pero uno de los saxofonistas dijo: "¿Y por qué marcharnos, si nos paga estupendamente? Además, algo sabrá de música"
En el siguiente ensayo, el director era sencillamente incapaz de llevar el ritmo. Con lo cual, el percusionista se puso a golpear los instrumentos con furia. El director golpeó el atril con su batuta para imponer silencio, miró ferozmente a los músicos y preguntó: "¿Quién ha sido?"
Comentario: nuestro jefe de estado está ejemplificado en el director de la "orquesta" del pequeño relato, ¿qué duda cabe? Éste, aun pudiendo estar lleno de una sana intención, ha demostrado una y otra vez, que no sabe dirigir una orquesta (Estado). Sus músicos (ministros, gerentes de empresas públicas, y funcionarios gubernamentales de todo nivel) lo saben. El "sonido" que emite tal orquesta (el Gobierno), no puede ser sino horrible.
2) En cierta ocasión, un amigo le hizo saber al gerente de una orquesta que le encantaría tener un puesto en la misma. Y el gerente le replicó: "No tenía ni idea, de que supieras tocar algún instrumento".
"Y no sé hacerlo", le respondió su amigo, "pero he visto que tienes ahí a un tipo que no hace más que agitar una vara mientras los demás tocan. Creo, que yo podría hacer ese trabajo".
Comentario: ser jefe de estado, va mucho más allá de hacer las veces de tal, es decir, de vestirse como tal, de cumplir las formalidades inherentes al cargo, etc. Se necesita idoneidad, liderazgo y sapiencia entre otras cosas. Creemos, que nuestro jefe de estado carece de todo lo nombrado, y así lo ha demostrado en repetidas oportunidades. Seguros estamos, de que él mismo se sabe inidóneo para ocupar el cargo que ocupa.
3) Para complacer a un funcionario, en cierta ocasión, Abraham Lincoln firmó una orden de traslado de ciertos regimientos. El Secretario de la Guerra, Stanton, convencido de que el Presidente había cometido un grave error, se negó a cursar dicha orden. Y, por si fuera poco, añadió: "Lincoln está loco".
Cuando se lo contaron a Lincoln, éste dijo: " Si Stanton ha dicho que estoy loco, debo estarlo, porque él tiene razón casi siempre. Tendré que ir con cuidado y estudiarlo detenidamente".
Y esto fue exactamente lo que hizo. Stanton le convenció de que la orden era un error, y Lincoln se apresuró a revocarla. Todo el mundo sabía que una parte de la grandeza de Lincoln residía en su manera de aceptar las críticas.
Comentario: el jefe de estado venezolano, Nicolás Maduro, se ha negado una y otra vez a recapacitar acerca de medidas que son, a todas luces, erradas. Ha habido muchos hombres, de todos los lados del espectro político (incluyendo aliados y gente de su Gobierno), que le han señalado sus errores y lo peligroso o costoso de persistir en ellos. Aun así, el presidente sigue adelante haciendo lo mismo, esperando un resultado distinto.
Por otro lado, ¿qué duda cabe, de que la crítica en el seno del Gobierno ya no existe? ¿Qué duda cabe, que el PSUV se rige únicamente por lo que dice el Presidente? ¿Qué duda cabe de que ha habido persecución de personas por expresar críticas a la gestión gubernamental? ¿Qué duda cabe, de que ha habido quienes han ido presos o han sido amenazados por expresar su descontento con el Gobierno? ¿Qué duda cabe -si la misma Aporrea.org es un ejemplo- de que hay censura en la República Bolivariana de Venezuela? ¿Qué duda cabe, de que el Gobierno no escucha al pueblo, que, en este caso, vendría a ser el Secretario de Guerra Stanton , traído a colación? ¿Qué duda cabe, de que el pueblo está agotado, harto y muy hambriento, y de que el Gobierno es sordo, tanto a sus críticas, como a sus consejos, como a su llanto?
Son solo tres pequeños relatos tomados de un gran libro, que como dijéramos arriba, sirven para ilustrar la situación en la que nos encontramos los venezolanos en torno al muy importante asunto de la Autoridad.