El desaliento del madurismo frente al socialismo

Maduro o el socialismo. ¿Cuánto  tiempo le queda al madurismo en el  poder? No lo  sabemos. Quizás un año,  quizás menos, quizás más, lo  cierto es que desaparecerá como todas las cosas mal hechas. El madurismo es una  forma de malhacer las  cosas, todo  lo que inventa se desvanece, nada dura; ni siquiera la reinstalación del  capitalismo gomero,  con sus Zonas Económicas Especiales, los casinos y las privatizaciones, ha cuajado, el madurismo nació cansado. Esto pasa cuando no se  tienen razones elevadas para trabajar y luchar, cuando lo que se  busca es cumplir con una meta personal,  egoísta la cual es fácil de satisfacer dentro del sistema de vida  capitalista, con  pandemia o  sin pandemia, con  bloqueo o sin bloqueo,  es fácil complacer las apetencias pequeñoburguesas del madurismo, por eso sus ideas son pobres,  sin impacto en el tiempo ni en la gente,  sus obras repiten lo que ya existe, y con el devenir se desdibujan, como aquellos anuncios de “Tome cola Dumbo” o “vota morado”, que uno apenas los logra adivinar en las carreteras.  ¿Quién se acuerda de la famosa estafa de la Ley del Plan de la Patria, o de  los “capítulos” del Congreso de la Patria, o de los 15 motores productivos, de las firmas contra el bloqueo que nunca se entregaron, del billete de 100 que nunca salió de circulación? Mientras los objetivos sean personales las obras sociales serán pobres, hechas de mala gana y de mala calidad,  nada de lo que se  anuncia se hace o se  termina, nada de lo que se hace dura. Por más que han escrito planes y  planes, impreso papeles y papeles, sus deseos  han sido solo deseos, porque de ellos no es posible que nazca una obra firme, una obra que no se desvanezca o que no se  caiga; curiosamente, en el gobierno de Maduro, lo único que ha sido permanente es lo que nunca ha debido serlo, como la contingencia de las bolsas de comida que ahora son una institución llamada  Clap,  o eso que llama Maduro “socialismo en  lo social”; el disparate es la única obra sólida del gobierno.

La idea de las Zonas  Económicas Especiales, que en la Ley, en el papel, no son otra cosa que maquilas, por supuesto que no es original, ni significa un “nuevo modelo económico”, como insiste Maduro en llamar a todo lo que hace; es una copia de algo hecho en todo el mundo para abaratar costos y  competir, una idea tomada de los chinos, pero  que en el caso específico del madurismo, se trata de dejar que el capitalismo haga el trabajo que ellos, los autobautizados “hijos de Chávez”, no han sido, no fueron, ni serán capaces de hacer. Y a pesar de su “mala intención” (porque, ¡buena no es!) lo más probable es que tampoco dure mucho, que no termine de cuajar, porque es dudoso que los trabajadores  (por no decir la “clase trabajadora”, que hasta hoy no aparece por ninguna parte), permitan ser explotados  salvajemente por mucho tiempo, después de  todas  la reivindicaciones laborales legales conquistadas en el pasado. Lo que promete más éxito de lo hecho por el  madurismo es todo el fruto cosechado de la restauración del pasado, de las tierras confiscadas, las empresas confiscadas a los conspiradores,  Gold Reserve, la Ley de inversiones extranjeras, los casinos, todo lo que en cualquier Estado colonial y sin muchos controles, tiene éxito  de forma natural (para no hablar de la anarquía capitalista, la corrupción, la delincuencia organizada y desorganizada,  la pobreza...) Frente a la tarea de  construir una sociedad nueva,  el madurismo ha demostrado un cansancio  excepcional.

La otra cara de la moneda es el socialismo. La obra del socialismo es antes que todo espiritual, cada hecho,  cada logro material que nace de él representa un templo,  un homenaje a su ideal de justicia social, cada  obra física que sale de él es un recordatorio de la liberación del espíritu humano del trabajo alienado y alienante, de la mentira capitalista; los éxitos cubanos en medicina, la educación  y las ciencias lo son, son un templo del socialismo, a pesar de la veleidades capitalistas de algunos tontos y dirigentes asustadizos, la victoria del ejército rojo sobre el nazismo en  la segunda que guerra mundial lo fue,  el impulso económico que tuvo la URSS nació de la revolución socialista, aunque haya sido confiscado por la ambición personal,  la alfabetización masiva en Venezuela, las misiones educativas y las misiones de salud, son obra del espíritu socialista. Comparado con la precariedad de los valores que estimulan  el dinero, la propiedad,  el socialismo tiene verdadero aliento en el tiempo. Cualquier hombre o mujer que una vez fue analfabeta y que haya estudiado en tiempos del socialismo dará gracias por ver la “luz” a él, al socialismo, a Chávez,  No a Maduro y al madurismo que ha descuidado tanto a la educación – al sistema educativo, al sistema comunicacional del Estado – como estimulado, con muchas oportunidades, ventajas y dinero,  al capitalismo. El madurismo, en general, solo ha sabido de manera pública dar malos ejemplos regalando lo ajeno, ostentando lujos y poder, degradando y calumniando  al socialismo.

Una vez Chávez dijo que el socialismo era un apostolado, y todos se rieron,  y entonces éste enredo  de mentiras ha sido el resultado. Volvamos al Plan de la  Patria socialista,  el original, el programa de gobierno presentado por Chávez el 2012 en el CNE.



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Marcos Luna

Dibujante, ex militante de izquierda, ahora chavista

 marcosluna1818@gmail.com

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