Completamente despechada, atrapada en los feroces tentáculos sociales de las ilusiones feudales, la Julieta de Shakespeare gritó desesperadamente al cerrado, sordo y tonto universo:
"¿Qué es un nombre? Aquel por el cual nombramos a una rosa. Aun con cualquier otro nombre, sería igual de fragante."
– De William Shakespeare, Romeo y Julieta (II, ii, 1-2)
Por supuesto, no pensamos con las palabras, las palabras no piensan por nosotros. Sin embargo, existen ciertas palabras que debemos utilizar muy cuidadosa y responsablemente. Hoy en día nadie se atrevería a hablar de mi nuevo Nazismo, de "mi amado nazi". Igualmente, es ridículo establecer diferencias entre el socialismo de los zulúes, el socialismo de los mayas, el socialismo en la Luna, el socialismo africano, el socialismo árabe, o incluso el Nacional Socialismo.
¿Qué cosa podría ser un capitalismo zulú, un capitalismo maya, un capitalismo árabe?
Seguramente no hablaríamos de Jesucristo "rebajando" (down-sizing) a sus apóstoles. De la misma manera, María Magdalena y Jesús no estarían "navegando en la red" o comunicándose entre sí por medio de teléfonos celulares... Seguramente Napoleón Bonaparte no estuvo interesado en lanzar un "dominio de pleno espectro" en Europa.
El socialismo no nació en Nazaret; según documentos históricos, probablemente Nazaret ni siquiera existía al momento de nacer Jesucristo. Los conquistadores europeos nos contaron un pocotón de mentiras. Debemos ser extremadamente cuidadosos con lo que decimos, necesitamos una estricta consciencia de clase política transhistórica.
Una cosa es el verdadero e histórico nacimiento, existencia y vida de aquello que da significado a un concepto, otra cosa son nuestras extrapolaciones a posteriori y el secuestro de un término científico. Jesucristo no tuvo nada que ver con el socialismo moderno anti-corporativo, con el marxismo científico filosófico.
Jesucristo y Marx, como nosotros mismos, son productos y creaciones transhistóricos de sus respectivas épocas. Confundir y mezclar realidades al azar es cultivar confusión, es ideología. Cualquier cosa existe con su opuesto, con su negación; ella crece con su contradicción; sólo muere como afirmación y negación destruidas. Por lo tanto, no hay capitalismo sin su negación inherente, no hay socialismo sin su afirmación amenazante, sin lo que está negando, es decir, sin el capitalismo.
El socialismo en la época de la globalización del capitalismo tiene muy poco que ver con la Sagrada Biblia censurada precapitalista, no necesita profetas como Amos o Isaiah para acabar con el proyecto de HAARP, con las bombas atómicas contra Irán. El Ujamaa de África no es socialismo, y el socialismo sólo tiene que ver con la Tanzania moderna en cuanto al anti-capitalismo y el anti-imperialismo.
Contra todo tipo de oscurantismo metafísico y teológico, esto es la única manera de entender el capitalismo y el socialismo lógica, científica y filósóficamente, esto es el verdadero avanzado Marxismo en la época de la globalización y del globofascismo. .
Cada país y líder mundial pueden llamar su revolución como quieran, pero por favor, el socialismo ya no puede aguantar más difamaciones, farsas y caricaturas. Para no confundir a nadie, llamemos nuestra revolución latinoamericana, venezolana, como lo que es: la Revolución Bolivariana.
Seguramente ella ya está construyendo un Nuevo Bolivarianismo del siglo XXI. No hay nada malo con esto, todos nosotros ya lo estamos haciendo. Estoy haciéndolo hic et nunc, aquí y ahora. ¿Por qué llamar a nuestra meta un Nuevo Socialismo? ¿Por qué rebajar al marxismo, o al menos, por qué estamos tratando de cristianizar el marxismo? ¿Por qué copiar los conceptos de Heinz Dieterich? Igualmente, no hay nada de malo con esto, somos soberanos, pero llamémoslo con cualquier otro nombre.
No existe un sustituto para el pensar, el pensamiento, la teoría y la filosofía. Tampoco para el marxismo y el socialismo científico-filosófico fluyente, la verdadera negación del capitalismo, para el arma anti-capitalista de la emancipación global. Si no pensamos y actuamos de, por y para nosotros mismos, entonces otros lo harán por nosotros, formularán conceptos "revolucionarios" para nosotros; y no contaremos con una plataforma intelectual para la crítica, ya que seremos extraños a nosotros mismos, estaremos totalmente alienados. De hecho, nos convertiremos en almas perdidas. De esta manera, la socialización, la ideología, el adoctrinamiento y la manipulación podrían impregnarnos con una mentalidad de esclavo, con ilusiones religiosas y fantasías espirituales, en pocas palabras, con la cultura de la clase dominante, con el "Newspeak" orwelliano, con la educación para la barbarie.
En cualquier sistema cerrado, lógicamente existen límites físicos y barreras intelectuales; en un orden mundial capitalista cerrado, en un holocausto corporativo universal, vigilado y protegido por modos de pensamiento lógico-formales y dialécticos, no hay escape. Los oprimidos, los esclavos asalariados, internalizan el sistema en la globalización, lo defienden con sus propias vidas, reproducen por siempre la estricnina ideológica y religiosa.
¿Qué es un nombre? Llamar socialista a cualquier cosa: esa palabra sonará tan liberal, igual y fraternal, como Francesa, burguesa, democrática, religiosa, cristiana, católica.
El pensar, el pensamiento, la teoría, la filosofía y la sabiduría son cualidades sociales, son específicamente humanas, humanistas. Son dialécticas, son contradicciones, son relaciones. Ellas se mueven, están vivas, cambian, no están en reposo, estáticas, y no son absolutas, proféticas. A lo largo de la historia, en los procesos naturales y sociales que permanentemente cambian, fluyen y se desbordan, no existe el zig-zag estático de las verdades absolutas, no existe el eterno tic-tac de los paradigmas perennes.
En nuestra prisión universal todo ya está determinado por los siglos de los siglos; internamente todo se mueve según las leyes tendenciales del capitalismo, según la sagacidad de la fenomenología hegeliana dialéctica del espíritu capitalista del mundo. Esto simplemente quiere decir que todos los procesos de trabajo, todas las relaciones naturales y sociales pervertidas, nacen, evolucionan, alcanzan su cenit, luego mueren, involucionan en su auto-destrucción.
Cada etapa del desarrollo económico y político pone de manifiesto sus peculiaridades sociales y culturales. Existe una inmensa diferencia entre la evolución y la realización de algo, entre su involución y su muerte, entre su transvolución y exvolución hacia otras esferas transversales.
No construimos torres gemelas modernas con tecnología para construir pirámides. Las Naciones Unidas no gobiernan el mundo por medio de los Diez Mandamientos. El socialismo no existe de manera intacta a lo largo de 50 ó 100 mil años. De hecho, no puede existir sin su hermano siamés, el capitalismo.
El capitalismo tiene un problema inherente, no puede liberarse de su opuesto dialéctico, del socialismo científico filosófico, del marxismo. Tener dinero no es acumular capital. El capital es un requisito sine qua non para el llegar a ser del capitalismo y del socialismo. Separar el socialismo del capitalismo es hablando de otra cosa pero no de anti-capitalismo o de anti-imperialismo.
Seguramente el capitalismo se originó en la región del Mediterráneo, en Mileto, que es al mismo tiempo el lugar de nacimiento de la negación dialéctica del capitalismo, es decir, el socialismo. El capitalismo y el socialismo tienen que ver con ciertas relaciones de producción, tienen que ver con ciertas condiciones de nacer, con ciertas niveles de desarrollo de luchas de clase antiguas. Las hogueras donde se quemaban a los esclavos en las plazas de Mileto nos dicen quienes eran los explotados y quienes eran los patrones ab ovo. Nos dicen cómo serán las luchas de clases infernales venideras. Nos dicen quienes eran los dominados, discriminados, asesinados y alienados. Allí podemos estudiar las verdaderas semillas del capitalismo y del socialismo: el nacimiento, clímax, involución y transvolución de la historia, hasta llegar justo a nuestros tiempos.
Las elementales semillas socialistas originales brotaron en varias sociedades antiguas poseedoras de esclavos, en el feudalismo germinaron como la primitiva acumulación de capital produciendo varias clases sociales y luchas de clase. Sin embargo, ninguna de las dos fue todavía una formación de producción dominante. De hecho, hasta el siglo XVII, tanto el capitalismo como el socialismo estuvieron todavía dominados políticamente por el clero feudal y la nobleza europeos, que se encontraban a sí mismos en agonía mortal.
La victoria del capitalismo en las Revoluciones Francesa e Industrial marca el nacimiento real del capitalismo como el modo de producción dominante, y con ello también dio nacimiento a su propia negación moderna, el socialismo científico y filosófico, el marxismo.
Antes de 1840 no existía el socialismo científico y filosófico como anti-capitalismo, como la negación inherente de un modo de producción dominante, el cual se estaba revolucionando a sí mismo hacia la hegemonía imperialista global. No pudo haber nacido antes de la Revolución Industrial. El mismo presupuso la aplicación de una nueva lógica, la dialéctica, una nueva ciencia, la práxis proletaria, una nueva teoría, el materialismo histórico. Para dar lugar a esta arma revolucionaria tuvo que darse una conditio sine qua non, la unidad y contradicción dialéctica de los cuatro mayores logros de la victoria del capitalismo contra el feudalismo y su sobreestructura romana católica: la ciencia natural, la revolución política francesa, la economía nacional inglesa, y la filosofía idealista-objetivista dialéctica alemana. En este espíritu, las obras principales de Marx y Engels, Rosa Luxemburgo, Lenín, Trotsky y otros fueron escritas y reflejaron los niveles y grados del capitalismo y el imperialismo mundial de su época. Esto es el Marxismo, las demás fabricaciones "reales y existentes" son caricaturas, tragedias y farsas.
La revolución burguesa capitalista democrática tumbó todos los regímenes feudales que existían "por la gracia de Dios". Con su materialismo mecánico y ciencia natural reemplazó exitosamente al Dios católico romano con la Razón, alias el Capital, lo cual fue una precondición para que el capitalismo saliera victorioso.
Eso fue en el siglo XVIII, ahora tan sólo imagínense tumbar un imperialismo corporativista altamente desarrollado en el siglo XXI, armado hasta los dientes con mortales armas de destrucción masiva, con un socialismo cristiano, una cristiandad socialista de hace 2007 años, con socialismo utópico y utopías socialistas del siglo XIX.
Para salir victoriosos la Revolución Bolivariana tiene que ofrecer mucho más que la repetición inocente de mentiras religiosas y mitos racistas de la época de la Conquista (que ya fueron desmanteladas por la propia burguesía, como ya he explicado), tiene que ofrecer mucho más que la lógica formal y dialéctica intrasistémica de la era del imperialismo, y muchísimo más que el anti-marxismo, anti-comunismo y un socialismo sui generis. Camaradas, tenemos un problema tremendo entre manos, una gigantesca tarea por delante.
El Presidente Hugo Chávez y sus ministros no son magos, profetas o mesías, ellos deben enfrentar el alba, el amanecer, el horizonte, lo nuevo, como todos nosotros. Lo nuevo es experimental, es ingenio e ingeniería, es detectar y detectivesco. Es lógico, científico, filosófico y sapiente. El socialismo moderno globalizado tiene tres partes: es micro-, meso- y macro-cósmico. Por primera vez en el planeta Tierra, lo Nuevo es Ser, Existencia y Trascendencia Humana, es la santísima trinidad del hacer, pensar y trascender los problemas de, por y para nosotros mismos.
Esto es cruzar el Rubicón, esto es jacta alea est. Esta es la panacea emancipatoria contra las grandes mentiras, contra vilezas como hablar a espaldas de alguien, aborrecibles difamaciones, malignas cobardías, charlatanes "revolucionarios" y el fascismo global "orwelliano".