Auge y miseria de una libertad intolerante.Bolívar, el vencedor de la
monarquía imperial española, es traicionado y derrotado por la oligarquía
criolla. Pero es el temido subversivo de todos los tiempos; a pesar de su
tragedia, de su drama, de su sentencia condenatoria dictada contra él por
estas castas, es el hombre, el soldado, el revolucionario, el político. Es
el eje sistemático para alcanzar la libertad de nuestros pueblos y la
verdadera unión de los mismos. Es el esquema programático permanente de
todas las revoluciones Latinoamericanas futuras. Es el mapa, el manual para
aprendiz de Libertador.
Junto a la crisis social y política que se desata en Latinoamérica después
de 1830, urge también la lucha por el establecimiento de regímenes
democráticos, todos ellos con origen en las más lejanas aspiraciones de los
pueblos, que habiéndose entregado a esa cuota elevadísima de sacrificios,
desde que fuimos invadidos por el salvajismo español, hasta las
caricaturescas situaciones pacifistas enarboladas por los diferentes
dirigentes de los partidos políticos, no hemos visto más que el engaño
reiterado.
Una explosión de aventureros y ambiciosos, sin más doctrina que la venganza
política, la ambición del poder y del dinero, se lanza utilizando el
espíritu de combate y heroísmo de los pueblos para formar sus cogollocracias
"politiqueras y militarillas". Una vez alcanzado sus propósitos, las
aspiraciones de los pueblos han pasado al mundo de la ideología, la
desesperanza y a la espera de una nueva insurrección y un nuevo líder.
En Venezuela se desata toda una opresión política y social, la humillación
cultural, el despojo y la explotación inmisericorde, crea de nuevo el clima
de reacción subversiva de dilatadas y profundas raíces, tal y como fue la
insurrección campesina dirigida y llevada a la acción por el general
Ezequiel Zamora. La nación entera comenzó a dar resultados exclusivamente
políticos y sociales a los males que se les sometía, pero para mala fortuna,
dentro de ese movimiento también se cobijaron demagogos, traficantes de la
politiquería, que para lograr sus cometidos, tuvieron que llegar a la
traición, asesinando al único líder, que después de Bolívar, pudo darle un
vuelco a la nación, Ezequiel Zamora.
Ante esta situación es necesario replantear el verdadero sentido de la
actividad política y como punto de partida también es necesario dejar claro
que la política tiene que orientarse al bien común, es decir, de todos. Y
que por tanto, debe comenzar por ocuparse de la situación de injusticia
manifiesta, perenne y grave en que vivimos.
La prolongada dictadura gomecista dio un viraje a esta situación como
consecuencia de la formación y estratificación de un estamento militar y
burocrático relativamente sólido y sobrepuesto a la nación. Venezuela se
aisló prácticamente de los pueblos latinos y del mundo, se convirtió en un
islote perdido. Los déspotas tienen ahora un mayordomo general, el cual
abre las puertas del islote a la explotación neocolonial de los fariseos
imperiales. El aparato de dominación se hace por medio del terror, dueño
del país. Nacen movimientos de defensa, líderes nuevos, pero el Estado se
hizo más represivo, mas asesino para proteger los intereses de las grandes
compañías.
En esta época surge un hombre, un llanero, que mezclado de Bolívar y Zamora
se lanza contra el déspota de la Mulera, Pedro Pérez Delgado "Mai Santa,"
lleno de valor y de amor por la patria, se hace apasionante y terrible,
busca comenzar una historia. En él están reflejados los otros mártires,
porque él también va a morir engrillado, despedazado en el Castillo
Libertador de Puerto Cabello en 1.926. El gomecismo se alejó de las
aspiraciones del pueblo y ese pueblo vivía en constante movimiento de
terror, paralizado, quieto, en toda la mitad de sus calamidades. Quietud
que aprovechó para impulsar una organización social, estatal y económica del
modo que ellos necesitaban, era el patriarca hacendado, con toda una
oligarquía que generaba su dialéctica propia, la desigualdad, la
explotación, la entrega, la miseria y el atraso.
Pero hay que ir más allá y decir que la malicia y la depravación de los
hombres de este régimen es tan grande y los medios de los que se sirvieron
para realizar sus propósitos tan malditos y peligrosos, que hoy aún en
tiempos modernos, se ha heredado su malignidad. Venezuela es convertida en
una hacienda, en un cementerio, en una cárcel y su pueblo en una enorme
momia. Gómez no conocía mas que la historia que él estaba construyendo.
En el interior de esta enorme momia, la sociedad venezolana ya a los finales
del patriarcado gomecista, comienza a generar las condiciones de una
necesidad: La democratización, y aquí es donde nace la llamada generación
del 28, intérpretes de esa parálisis momíaca que vivía en el pueblo, pero
estos también al resultado de la historia vienen a ser estériles e inútiles,
pues no son otra que consecuencia de las necesidades participativas de los
representantes del capital, las empresas extrajeras y, en general, de esa
naciente y nueva estructura que la burguesía necesitaba para su desarrollo.
El general López Contreras, hereda el gobierno bárbaro, autocrático y
semifeudal de Gómez, al otro lado como siempre el pueblo que despierta de
ese letargo se hace expresión de esa necesidad social y política que le ha
sido amputada de raíz. La búsqueda del camino a la democratización se
inicia de nuevo, López, entrega el poder a Medina Angarita, quien es elegido
por el Congreso Nacional. Medina es considerado un fascista al iniciar su
campana, pero luego demuestra con un giro distinto a la vida política de la
nación que estaban equivocados, una popularidad de este comienza su
conquista. Venezuela inicia una vida plena democrática. Se desarrolla una
política de convivencia, legaliza partidos políticos y hace reformas
progresistas en el sistema jurídico, administrativo y social. Lucha por el
acercamiento del pueblo y los militares. Estalla la segunda guerra mundial
y esto crea problemas directos a su gobierno, específicamente se pone de
relieve a la vulnerabilidad económica. Ausencia de alimentos, vivienda,
ropa, productos industriales y extranjeros. Todo era importado, no se
produce nada. Sobran divisas, pero hacen falta subsistencias. La guerra ha
frenado la importación hacia la nación. La angustia, el descontento, la
inquietud, da pie para un cambio. El 18 de Octubre de 1945, se sublevó la
mayoría de la oficialidad joven y derroca al gobierno de Medina. Se instala
una junta revolucionaria de gobierno, la que promete establecer la más
nítida pulcritud administrativa y el llamado a elecciones al pueblo para
elegir los poderes públicos. El 17 de diciembre se instala la asamblea,
elegida por voto directo y sanciona una nueva constitución y un Estatuto
Electoral. El 14 de Diciembre del 46, el pueblo por vía electoral elige
Presidente a Rómulo Gallegos, Presidente del Partido Acción Democrática, y
el 14 de Enero del 47 éste toma posesión de la Presidencia.
Diez meses dura su mandato, el 24 de noviembre del 48, un golpe militar
viene de nuevo a paralizar "necesidades y anhelos” del pueblo venezolano.
Ocho militares en nombre de las fuerzas armadas, asumen el control y la
situación del país, entre ellos nombraremos tres, los tenientes coroneles
Carlos Delgado Chalbaud, Marcos Pérez Jiménez y Luís Felipe Llovera; el
primero es Presidente, el segundo va al Ministerio de la Defensa y el
tercero al de Relaciones Interiores.
Parece mentira que la independencia en las patrias de Bolívar sufrieran la
putrefacción del antagonismo, guerras civiles, movimientos políticos y
partidos, lo que nos condujo sólo a la disgregación política y social, no
solo de rompernos como continente, sino que nacionalmente dentro de cada
islote, nos descomponemos, nos debilitamos y vamos cada vez mas, hacia el
camino rumbo al abismo.
Diez años se nos montan encima. Década que históricamente nos muestra
hechos de gran significación: Se asesina a Delgado Chalbaud, a quien se
considera como instrumento con ideas progresistas. El partido U.R.D. gana
las elecciones del 52 y se le desconoce su triunfo. La junta se sustituye
por un Presidente provisional; convertido en poco tiempo, por una
constituyente, nombrada desde el Ministerio de Relaciones Interiores, en
Presidente por cinco años. Es Marcos Pérez Jiménez el nuevo dictador
político, porque si bien es cierto el proceso participativo de las clases
dominantes continúa exactamente igual.
En esta década nos adentramos aún más al análisis, por cuanto, el desarrollo
social burgués y las necesidades del capitalismo creciente, generan un orden
de antagonismo entre la dominación social y política y el sistema imperante
político:
a. El proceso histórico nos señala que las clases dominantes necesitan de un
orden dictatorial para su progreso y por consiguiente esto no lo pueden
lograr sino mediante un Estado fuerte y arbitrario, en lo político.
b. Una vez logrado este cometido y ya iniciado y continuado su proceso de
evolución orgánica en el seno de la misma clase dominante y especialmente en
los sectores populares, se abren propósitos dialécticos distintos donde se
pondrá de manifiesto, al final, que el instrumento dictatorial que permitió
el desarrollo al poder burgués, ahora tiene que ser abolido porque frena y
deforma su desarrollo. (Continuará…)
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